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Voto de Chris Jiménez:
2
Acción. Aventuras. Ciencia ficción. Thriller En un futuro próximo. Una penitenciaría atestada de presos inspiró a los carceleros para crear un pasatiempo tan cruel como lucrativo. Presos capaces de todo, un público global hambriento de violencia televisada y un ruedo espectacular se unen en DEATH RACE. El tricampeón de velocidad Jensen Ames (Jason Statham) es todo un experto a la hora de sobrevivir en el desértico paisaje en el que se ha convertido el país. Cree haber cambiado de ... [+]
26 de abril de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todos la conocen, todos han oído hablar de ella. La famosa carrera transcontinental que atraviesa el país de punta a punta, una brutal competición donde los pilotos ganan puntos liquidando a ciudadanos.
Frankenstein es el imbatible campeón, tan temido y respetado como odiado. Esta carrera, por supuesto, no tiene nada que ver con la que vemos en la película que nos ocupa.

El país americano está (una vez más) atravesando una gran crisis; hay paro, delincuencia, malestar social y el índice de crímenes se ha disparado, así que las prisiones, como suele ocurrir en estos casos, están a rebosar. Sin embargo, el vomitivo mundo de los "reality shows" no se detiene, y el que más está pegando recientemente es "La Carrera de la Muerte", una competición que no para de ganar adeptos deseosos de violencia y emociones fuertes.
Realizada en el circuito de la prisión de Terminal Island, los condenados se han de matar sobre monstruosos vehículos armados con metralletas, misiles y otras virguerías para, supuestamente, ganar su libertad; pero el piloto estrella, Frankenstein, ha muerto "accidentalmente" en la última carrera, así que la única opción de la puñetera alcaide Hennessey es hacerse con otro piloto igual de bueno, y da con él: Jensen Ames, un pobre desgraciado, acusado injustamente de matar a su esposa, que tendrá que dejarse la piel en la mortal competición para salir de aquel agujero.

Tenemos que agradecer al bueno de Paul W.S. Anderson su parte de responsabilidad con respecto a la creciente mediocridad por la que ha estado pasando el cine de acción y ficción americano de los últimos veinte años; este hombre, que ha intentado abrirse camino en el cine comercial a base de efectos especiales y poca imaginación, no ha hecho más que destrozar cosas: se cargó los juegos de "Mortal Kombat" y "Resident Evil", iniciando, además, unas muy estúpidas sagas que poco o nada tenían que ver con el material original, y dejó por los suelos dos mitos del cine de ciencia-ficción con "Alien vs. Predator".
Por si no había sido suficiente, sus destructivas miras apuntaron esta vez al clásico de culto de los '70 producido por Roger Corman y dirigido por Paul Bartel, "La Carrera de la Muerte del Año 2.000". Producido en un primer momento por Corman y Tom Cruise y con la idea del guionista J.F. Lawton de una carrera que no atravesaba el país, sino todo el planeta, el proyecto se tambaleaba porque al actor no le convencía mucho la historia, aun así, tiempo más tarde, se le dio luz verde, aunque con Anderson reescribiendo la trama (por desgracia).

Me hace mucha gracia escuchar en boca del propio Anderson que de niño fue todo un fan de la "Carrera de la Muerte" original...fíjense si era fan que al personaje que antes interpretaba Stallone, aquel macho irascible llamado "Machine Gun" Joe Viterbo, le cambia el color y, muy posiblemente, su inclinación sexual, y el legendario Frankenstein al que daba vida Carradine es convertido en una parodia de sí mismo y despojado de todo su mito (las palabras de Hennessey son concluyentes: "no olvide que es sólo una máscara"). Pero ese no es el único desprecio mostrado hacia el film de Bartel.
Aquél se perfilaba como una sátira brutal de la creciente obsesión por la televisión y de la violencia en la sociedad de los '70; una sátira acrecentada por las grandes dosis de humor negro expuestas en la carrera, en la que matando a peatones (hombres, mujeres o niños) se conseguían puntos...lo que sería imposible de llevar hoy en día al cine, y menos al cine americano. En su lugar, se cierra la carrera y se matan sólo los presos, la mayoría auténticas hermanitas de la caridad; todo esto tras una historia muy típica (el pobre obligado a participar en un mortal juego de masas) cuyas bases no se alejan de las de "Perseguido" o "Roma, Año 2.072 d.C.: Los Gladiadores", ambientada en una pesimista sociedad futura donde el director apuesta por una crítica a la sociedad más seria y dura que la del clásico de los '70...y, amigos, no es ni la mitad de dura de lo que era, precisamente, la de aquella película.

Eliminado el factor de la sátira y lo políticamente incorrecto, ¿qué queda? Pues lo que vemos: un film de efectos especiales y acción sin límites, con menos frenos que los coches que vemos destrozándose en la pista, a ritmo de videoclip, con el estilo de la saga de "A todo Gas" y aderezada con una repugnante banda sonora de "hip-hop". Y los diálogos...para qué hablar de ellos...
Personajes también estereotipados, claro, y un buen ejemplo es el que interpreta el bueno de Statham: ese inocente trabajador medio americano más bueno que el pan, jodido por todos lados y que ha de pelear por una causa noble. Tyrese Gibson no tiene nada que hacer contra el Joe de Stallone, y de Natalie Martínez no impresionada nada salvo su cuerpazo; lo que sí que me parece mentira es que estén actores de la talla de Ian McShane y Joan Allen (qué bien que se le da hacer de zorra mala) en esta soberana tontería.

Se salvan las impresionantes secuencias de acción, lo único que reluce en este estafador "remake" que no representa sino otro fracaso de Paul W.S. Anderson.
Para terminar diré que Jason Statham no es Frankenstein, porque Frankenstein sólo hubo uno, el que interpretó David Carradine. Y ése sí que era un héroe.
Chris Jiménez
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