Sostengo la particular hipótesis de que mientras se ideaba el guion de esta cinta, el autor, ensimismado a la par que cegado por los humeantes cilindros de hoja seca que constantemente se llevaba a la boca, tropezó cayendo con desgracia en la más profunda alcantarilla de la soleada ciudad por la que merodeando se hallaba. De repente, así sin más, de la mañana más clara y brillante (sobreexpuesta), pasó a la noche solitaria.

Pero, aunque pudiese parecer en un principio que en aquel lugar e instante se rompió algo, el valiente y decidido autor apretó el puño convencido de ser el dueño exclusivo de su destino. Así que inventó una forma original para negar que no tenía ni el más mínimo plan para salir del doloroso agujero. Él pensaba y ensayaba sobre cómo contaría a los demás que superó aquella torpeza. Una y otra vez se imaginaba en la superficie de nuevo, junto a la cosas que de verdad le importaban.

"Bueno, ¿por qué no, eh? ¿Por qué todo tiene que acabar aquí? ¿Por qué no darle la vuelta a la Tierra?

¡Ah!, ¿Lo ves? Me las he ingeniado de miedo. Ahora estoy fuera, y ni siquiera he llegado a caerme porque al reloj también le hago Magia Borrás.

Tris, tras. Tris, tras. Humo por aquí, humo por allá, que si me vuelvo a caer no pasa ná."

Julio siguió para adelante con admirable entereza, fumando, tropezando, cayendo, escribiendo... Llegando a convertirse en el mayor referente estoico de nuestros días durante su andanza. Y un día, tras despertarse de un coma sufrido, pero que muy jodido en una de esas, a pesar de la inmensa resaca terminó compartiendo con el mundo la importante moraleja. Como también la plasmación en formato audiovisual de sus morados varios.

"Anda, mira. Otro agujero.

Venga...

Entrar y salir. Entrar y salir. Entrar y salir. Entrar y salir. Entrar y salir. Eentraaar y salir. ¡ENTRAAAAR Y SALIIIIIIR!