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Argentina Argentina · buenos aires
Voto de nadie:
6
Comedia Sigue las hilarantes desventuras de Moondog, un hombre rebelde y adorable que vive la vida a lo grande.
21 de febrero de 2022
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un sentido estético y formal, la película es bellísima, la manera en la que los personajes se deslizan por los escenarios, la manera en la que las diferentes escenas se encadenan, la banda sonora, la fotografía con esos tonos turquesas y rosados, de ensueño, bajo atardeceres anaranjados, está claro que Harmony Korine le pilló el truco al tema de la dirección y que, si quiere, puede ser tan preciosista como el mejor. Al igual que con "Spring Breakers", aquí vuelve a postergar su atracción por escenificar lo feo y lo grotesco o, al menos, parcialmente. En realidad, lo feo y lo grotesco emerge, pero no lo hace desde el plano, sino desde el concepto detrás de la pantalla. El mensaje no queda muy claro, nunca queda claro cuál es el mensaje en una película de Harmony Korine, no se entiende si es de celebración o si intenta poner al descubierto cierta miseria decadente. Harmony Korine es así, agridulce. Un poco amamos a Moondog y, otro poco, lo odiamos. Por momentos es un personaje compasivo, cuya gratitud y buena vibra parece expansiva pero, por otra parte, no tiene límites y, en ese exceso, el discurso se vuelve por momentos amargo y se atraganta. Todo el pedo new age y la buena vibra terminan confundiéndose con el más puro grotesco. ¿Es un genio o un sociópata? Probablemente, las dos cosas. ¿Por qué, en la imaginación de Harmony Korine, la libertad personal y el goce aparecen siempre ligados a la autodestrucción y a las drogas? ¿Nos habla, en entrelíneas, de una tendencia compulsiva natural del ser humano por lo decadente? La búsqueda del punto límite y los excesos, una frontera que tal vez quiere expresar un derecho individual que debería ser inalterable, ¿pero cuál es el límite de la libertad individual? Es interesante la escena en la que la jueza se muestra quizás algo indulgente, porque lo admira como poeta. Pensar que la mirada legalista podría ser benévola ante el arte es de una ingenuidad rayana en lo infantil. Un momento inspirador, tierno y falso. La ironía agregada es que los poemas que escribe son muy mediocres, con lo que el gesto se vuelve todavía más patético.
La película está bien, posiblemente, es la más relajada y divertida del director. Es una película muy chill. Pero carece de cierta ambición e impulso contestario, anárquico, subversivo, que caracteriza toda su filmografía, ya sea que decante por el más puro dadá como en "Trash Humpers" o por una narrativa más clásica, como en "Spring Breakers", siempre hay una huella autoral que opera en un sustrato filosófico. Una huella que, en "Beach Bum" es borrosa, diáfana, prácticamente invisible.
nadie
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