Con la estética apabullante y muy reconocible del cine de Del Toro, con una pléyade de actores magnífica, con una historia curiosa que contar y apoyada en un buen guión, esta película debería de estar muy cerca o justo al lado de LA FORMA DEL AGUA, película que arrolló hace muy poco en los Oscar y que, en mi opinión, estuvo algo sobrevalorada.

Pero el caso es que no es así, este CALLEJÓN parece que no arranca, ni en críticas profesionales ni en recolección dineraria en taquilla. Y es que la película se hace larga y muchos de los personajes más interesantes (los de Collette, Dafoe, Perlman y Strathairn) desaparecen prácticamente de la historia a mitad del metraje.

La película se sostiene en la primera parte porque la historia que nos cuentan sobre el circo y el modo de vida de sus habitantes está muy bien descrita y es, en sí misma, muy interesante. Mucho menos me interesan las peripecias y el pasado de un Bradley Cooper muy, muy blandito, como casi siempre, que tiene más escenas, muchas más, de las que merece y la película precisa.

Ni la aparición de Cate Blanchett en un papel un poco descabellado ni el buen hacer de Rooney Mara son capaces de hacer remontar la película. Tampoco el magnífico Richard Jenkins, en un papel indefendible con traumas freudianos que emborronan la película.

Lejos del mejor Guillermo del Toro y sus laberintos con fauno dentro.