Ti West es un director muy interesante, nada de "terror elevado" o "películas de terror con mensaje", en el estilo plúmbeo y supuestamente sofisticado del sobrevalorado Jordan Peele.

West va más al clásico slasher, al que se cimentó en los años setenta y que tiene como referencia a obras maestras del género como HALLOWEEN, LA MATANZA DE TEXAS (explícitas estas hasta en la localización), SCREAM y otros memorables títulos con los que el género se afianzó de tal modo que dejó de ser cine de serie B o Z a ser cine comercial y germen de un subgénero con hechuras de género en sí mismo.

El rodaje de una película porno en una granja en lo más profundo del estado de Texas se convierte en la excusa perfecta para volver a ese cine sucio, realista, con toques gore, mucho desnudo, algo de sexo, todo envuelto en una violencia rodada con la textura de los años setenta. Admirable.

El reparto está muy bien seleccionado, con la nueva cara del género, la jovencísima Ortega, estelar en su aparición en la reciente SCREAM (2022) y que parece llamada a coger el relevo de Neve Campbell o Lee Curtis, palabras mayores.

Todo funciona en este terror, incluyendo toques de humor bestia, cráneos destrozados, muertes horribles y personajes siniestros. Mención aparte merece ese canto triste y desgarrado hacia el envejecimiento, la carne caída y arrugada, el asco impudoroso de la vejez en su forma corporal.

Si esta última reflexión la provoca el tal Jordan Peele, algunos críticos nos estarían danto la lata con la osadía del director para retratar el paso del tiempo... O algo parecido, no lo duden.

Una película de terror que homenajea el cine de este género de los setenta, entretenida y muy bien rodada. Vayan al cine y no se arrepentirán.