Una coproducción tan exótica como esta ya atrae por sí misma, por lo que supone de mezcla de culturas y modos de hacer cine. Además, el conflicto entre palestinos e israelíes han dado películas muy notables, así es que estas razones más el aire acondicionado del cine en este infierno de verano que nos asola, me lleva a invertir un par de horas viendo esta película.

Si bien no se puede decir que la película no interesa, que lo hace, estar basada en hechos reales y que yo me levante con la sensación de no creerme del todo lo que he visto, ya da una idea de que la película redonda no es.

Y es que el reparto no está a la altura de los personajes, en especial una protagonista bastante insulsa que no transmite la angustia y el miedo que su personaje debe hacernos llegar, algo que tampoco logran los actores masculinos, todos muy por debajo de sus personajes. Solamente una magnífica Manal Awad es capaz de interesarnos, hacer de su personaje lo que éste pide.

Una película menor en todos los sentidos.