Pasan los años, los lustros, las décadas, sí, pero la saga, porque ya no podemos hablar de trilogía y tetralogía es un palabro que además tiene pinta de que se quedará corto, la saga, digo, de Disney-Pixar está como el primer día. Y eso es decir mucho, porque la irrupción en los 90 de Toy Story supuso un golpe de aire fresco dentro del mundo de la animación en general y de la animación Disney en particular. Un planteamiento nuevo, una visión más amplia que hacía de esta película una peli para niños y una película par adultos, todo a un tiempo. Woody y sus amigos han evolucionado de manera perfecta, haciendo ya que varias generaciones de niños, con sus padres de la mano, estén enganchados a sus aventuras. Todas las películas de esta serie tienen un sabor dulzón, una cierta moraleja, que no solo no molesta, sino que supone un aditivo perfecto para la mezcla de acción, aventuras y humor que supone la historia. Todo encaja, los nuevos personajes se integran y aportan humor, además de servir de pretexto para una nueva aventura que parece cerrar la historia. Aunque todos sospechamos, y deseamos, que haya una quinta sesión. Que siga la fiesta, por favor.