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Voto de Lucio Minucio:
7
Documental Narra por vez primera la aventura secreta del empresario francés Jean-Yves Ollivier, quien consiguió en los años 80 involucrar a una serie de líderes políticos y altos cargos de diferentes ejércitos y servicios secretos para sembrar la semilla de un diálogo de paz regional que condujo a la liberación de Mandela. (FILMAFFINITY)
3 de diciembre de 2013
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la vida, como en el juego, nos toca jugar con las cartas que tenemos disponibles y no con las que nos gustaría. Con un símil parecido, arranca la historia de Jean-Yves Ollivier, un señor francés mayor, locuaz, tocado con unos tirantes de indescriptibles estampados.

Ollivier, nacido en Argelia, exiliado tras la guerra, dice conocer “el drama que supone que dos comunidades vivan separadas la una de la otra y se odien”. Así, cuando viaja a Sudáfrica, su convicción le lleva a actuar ante la deriva de un país abocado a la tragedia. Este comerciante con contactos en las altas esferas, urde una trama con el fin de socavar el atolladero insostenible del Apartheid, participando en una conspiración para liberar a Mandela.
El documental dista de ser una lección exhaustiva de historia. Su ritmo recuerda más a un thriller de ficción que a Shoah. Imágenes de archivo nos introducen en el contexto del apartheid, la parte más cruda y pesarosa, para a continuación dejar paso a una ágil trama política.

Los entrevistados -líderes políticos, altos cargos militares, agentes de servicios secretos- ofrecen con sus distintas visiones un retrato fidedigno de la situación, e incluso alguna opinión contrapuesta que da al asunto una jugosa ambigüedad. No obstante, mientras Winnie Mandela considera al protagonista un visionario, para el líder del ANC (Congreso Nacional Africano) Thabo Mbeki, no merece ninguna simpatía.

Con el trato dado a la historia, desgranando hábilmente una trama en la que caben espías, cubanos o intercambios de prisioneros, consigue que al llegar el desenlace, no por conocido, deje de resultar emocionante.

No deja de recordarme a otros estupendos documentales recientes: el archiconocido Searching for Sugar man (con Sudáfrica de fondo) o Anvil (el de la banda de heavy canadiense), en los que se redime a sus protagonistas del olvido, y en los que sus autores supieron crear sendos retratos humanos de gran valía.

Quizás algún día se haga justicia a otros olvidados: los ocho agentes del CNI caídos en Irak, su lugar de trabajo habitual, donde informaron ANTES del ingreso de España en la guerra de dos puntos vitales: EEUU invadió Irak para evitar que vendiesen todo su petroleo a Francia, y de la no existencia de armas de destrucción masiva. Agentes que debieron quedarse perplejos al asistir a la adhesión de su país al cotarro, y que fueron asesinados en represalia, al creerlos cómplices de un gobierno que los había condenado.

“Mandela tuvo un sueño, igual que Martin Luther King, y se irá de este mundo sin verlo hecho realidad. Por eso es nuestro deber continuar con ese sueño, que se lleve a cabo.”
Jean-Yves Ollivier.

Empezó y acabó con un juego de cartas. Un hombre solitario en la habitación, cuyos actos dejaron huella indeleble en la historia. Los aplausos quedan para los títeres ávidos de poder y gloria.
Lucio Minucio
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