Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Luis Guillermo Cardona:
6
Thriller. Cine negro Una noche, en los barrios bajos de Nueva Orleáns, el rufián Blackie y sus amigos matan a un inmigrante que les había ganado jugando al póker. A la mañana siguiente, el doctor Clint Reed del Servicio de Salud Pública confirma que el muerto tenía la peste neumónica. Para evitar una epidemia que tendría efectos catastróficos, Clint y el capitán de policía Tom Warren tratan de encontrar y aislar a los asesinos. La operación se lleva a cabo ... [+]
17 de octubre de 2013
5 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si esta película se mira tan solo superficialmente, no resulta demasiado interesante ver a las fuerzas vivas de una ciudad persiguiendo de manera obsesiva a un asesino que no da guerra, y que además se sigue moviendo como Juan por su casa, porque está convencido de que no es precisamente a él a quien buscan, sino "algo que traía consigo" el extranjero al que asesinó por hacerle trampa en el juego.

Pero cuando se logra captar el contenido oculto en el filme, pudiendo presentir "aquello que el individuo traía consigo", lo cual solo se adivina leyendo entre líneas y ubicándose en el momento histórico en que la película fue realizada, es cuando su visionado logra plenamente su cometido. Veamos:

“PÁNICO EN LAS CALLES”, parte de una historia escrita por Edward Anhalt y su estimada esposa Edna, por la cual recibieron el premio Oscar (un Oscar al patriotismo exaltado). Ambientada en tiempo presente (1949), esto significa que corrían entonces los deplorables años de la vergonzosa Caza de brujas (Macarthismo). Su director Elia Kazan y el actor Zero Mostel (excelente como Fitch) serían luego llamados a declarar, siendo el primero exonerado por haber accedido a la delación y el segundo, aunque negó su filiación con el partido comunista, se le impidió trabajar durante largos años.

Ahora veamos la historia: Un extranjero, de apellido Kochak (asociable a Rusia, Polonia o cualquier otro país comunista) es asesinado por un hombre llamado Blackie (observen este nombre y verán a qué remite). Cuando es examinado por los médicos, se descubre que el occiso traía consigo la peste neumónica (la ideología comunista) y que es muy probable que la haya transmitido a las personas con las que tuvo contacto. De inmediato, el descubridor de esta epidemia, el teniente y doctor Clint Reed, reúne a todas las fuerzas vivas de Nueva Orleáns (MacCarthy y sus secuaces), y muy juntitos, olvidándose incluso de iniciales desavenencias, se lanzan a la cruzada de impedir que la “epidemia” (el comunismo) se propague por todo el país.

Surgen entonces preguntas que parece que nadie le hizo a Elia Kazan y que ya nunca podrá responder: ¿Se dejó meter basa por róbalo siendo él mismo, entonces, miembro del partido comunista o fue, éste, el momento en que comenzó su inconformidad con el partido por, según dijo, las medidas que adoptaba? ¿El hecho de mantener oculto el sentido anticomunista del filme, fue decisión suya para no hacerles el juego a los productores o acaso sintió que no ser directo le evitaría quedar como un traidor? Sea lo que haya sido, Kazan pudo vivir en paz en lo respectivo a esta película, porque hasta hoy parece que nadie consiguió ver más que "la unión de un pueblo contra la peste neumónica".

A “PÁNICO EN LAS CALLES” cabe reconocerle una efectiva labor actoral, con un Richard Widmark en uno de sus escasos roles de “chico bueno”, y con Jack Palance en un auspicioso debut ante las cámaras. Y también cabe admitir su magnífico uso de las locaciones preservando de nuevo un efectivo tono semi-documental. Pero como historia, no alcanzó el objetivo de seguir alimentando las llamadas al pánico, como sí lo hizo “La invasión de los ladrones de cuerpos” (1956) y otras memeses que fueron capaces de quitarle el sueño a los pobres estadounidenses.
Luis Guillermo Cardona
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow