Hijo del publicista y escritor René Tavernier, presidente por muchos años de la asociación mundial de escritores conocida como el Pen Club Internacional, a Bertrand Tavernier lo entusiasmó enormemente el diario que publicó su padre sobre el ejercicio de la Resistencia en tiempos de guerra y el respaldo a los escritores e intelectuales que, con gran valentía, expusieron su vida para combatir al nazi-fascismo. Ésta lectura y la Huelga General de 1968 en Francia, fortalecieron su posición política y pronto él mismo se matricularía en la CCI (Corriente Comunista Internacional) que resurgió en los años 60’ con las movilizaciones de la clase trabajadora en diversos países de Europa y el mundo.

Atraído por el cine desde su temprana adolescencia, Tavernier comenzó escribiendo crítica de cine y entrevistas en diversas publicaciones, incluida la famosa revista, Cahiers du Cinema, donde se prodigaban los miembros de la Nouvelle Vague. También fundó un cine-club -el Nickel Odéon- y colaboró en varios libros sobre el séptimo arte… hasta que entró a la industria del cine ejerciendo como publicista. Después de colaborar en la escritura de algunos guiones, hizo un par de segmentos para dos películas colectivas tituladas: “La Chance et l’Amour” y “Les Baisers”, estrenadas ambas en 1964… y una década después, sintió que estaba listo para emprender un deseo que rondaba por su cabeza: hacer su primer largometraje adaptando una novela de, Georges Simenon, que lo había impactado, “L’Horloger d’Everton” (1954). Como le ocurriría otras tantas veces, no faltaron las personas que le dijeron que esa historia no ofrecía posibilidades de entusiasmar al público, pero, en éstas cosas hay que ser muy definido para seguir creyendo en aquello que te atrae y, Bertrand Tavernier, era un hombre de este estilo que nunca temió asumir ciertos riesgos cuando su interés era muy alto.

Para extrañeza de algunos, Tavernier trabajó junto a, Jean Aurenche y Pierre Bost, en la adaptación de la novela… y digo extrañeza porque, justamente este par de grandes guionistas, fueron bastante denostados por, François Truffaut, en la revista, Cahiers du Cinema, donde ambos directores escribieran… ¡y ésta fue su más clara manera de decirle lo que él pensaba!

Aunque, lo que puede esperarse de una novela de Simenon es, sobre todo, un drama policíaco, Tavernier se decantó por privilegiar un estudio psicológico donde describe el drama interior de un padre (Michel Descombes, el relojero de Saint-Paul), cuando se entera de que su hijo cometió un asesinato y, al entrar en indagaciones, comprende que nunca supo nada de su vida. En el transcurso de este drama, también aflora una ácida crítica social donde, quizás, quede demostrado que la justicia condena, en muchas ocasiones, sin llegar hasta el fondo de las verdades razones.

Inconforme siempre con el ejercicio de la “justicia”, Tavernier seguiría por este camino hasta formar una suerte de tríada con, “Que la fête commence” (1975) y culminando con la brillante, “Le juge et l'assassin” (1976), en las que seguiría contando con los citados guionistas.

A, <<EL RELOJERO DE SAINT-PAUL>>, le falta un poco de enjundia narrativa; algunas situaciones que podrían brindar altos niveles dramáticos, como el asesinato de Razon, la detención de Bernard y su novia Liliane o el juicio sobre el caso, son apenas sugeridos, lo que nos lleva a pensar en una posible falta de recursos o, acaso, incapacidad de manejo de situaciones complejas por parte del novel director.

A resaltar la interpretación de los veteranos, Philippe Noiret y Jean Rochefort, sobre quienes recae todo el peso de la película.

Título para Latinoamérica: <<EL RELOJERO DE SAN PABLO>> / El Relojero de Saint Paul