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Voto de Luis Guillermo Cardona:
3
Thriller. Acción Harry Callahan (Clint Eastwood) es un duro policía que se ha criado en la calles de San Francisco. Sus compañeros le llaman Harry el Sucio por sus particulares métodos de lucha contra el crimen y porque siempre se encarga de los trabajos más desagradables. Cuando un francotirador que se hace llamar 'Scorpio' asesina a una mujer desde una azotea y promete matar a más personas si la ciudad no le paga 100.000 dólares, el inspector Callahan ... [+]
20 de enero de 2017
7 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sus compañeros de trabajo afirman, “medio en broma”, que, al inspector Harry Callahan, lo llaman “Dirty Harry” (Harry el sucio) porque odia por igual a ingleses, irlandeses, judíos, negros, indios, chinos… y a todo el que le nombren. Su ayudante, ‘Chico’ González, comenzará a suponer que lo llaman así, cuando unos vecinos lo pillan mirando por una ventana donde una pareja se muestra amorosa. Y el propio Callahan, aclarará luego de rescatar a un aspirante a suicida que, el mote de Harry el sucio, es porque todo trabajo sucio se lo asignan a él. ¿Habrá acaso una cuarta hipótesis?

La historia arranca muy bien: Un policía que habla y actúa con desparpajo, con sentido del humor y con firmeza a la hora de intervenir en la resolución de un asalto. Porta un arma muy llamativa, una magnum 44, cuyo aspecto corrobora que ¡el tamaño sí importa!… aunque sólo una vez conseguirá usarla efectivamente, porque, en las demás ocasiones, es más lo que la ostenta que lo que logra con ella.

Para su mala suerte, a Callahan le han asignado el caso de un joven psicópata que se identifica como Scorpio, el cual pretende hacerse con cien mil dólares de la policía de San Francisco, amenazando que está dispuesto a matar a una persona cada día… y lo que sigue, va a servir de argumento para muchas cosas:

1. Demostrar que, lo que un policía necesita, no es una pistola ostentosa sino una buena cantidad de materia gris.
2. Comprender que no se debe actuar guiado por el resentimiento que se tiene contra la sociedad (pronto sabremos que un conductor borracho ocasionó el accidente que dejó viudo a Callahan), sino y únicamente, por un profundo e imparcial deseo de justicia. A Harry sólo lo anima el odio.
3. Entender que, es mejor liberar a un culpable que condenar a un inocente. ¡Hecho que, Dirty Harry y quienes se suman a él, nunca entenderán!
4. Buscar de manera sutil que un delincuente, por más psicópata que sea, se haga matar, es un asesinato y no tiene otro nombre... y esto es lo que hace Callahan, siempre consciente y seguro de lo que hace.
5. Botar la placa policial demuestra que se está decepcionado de la institución a la que se pertenece… pero, lo que no se dice en este caso –porque ni los guionistas, ni el director lo entendieron-, es que la institución tendría razones más válidas para estar decepcionada de su oficial.

Don Siegel, el director, y Clint Eastwood, el actor, sabían muy bien que, <<HARRY EL SUCIO>>, con sus simpáticos chistes, con su viril personaje... y mostrando algo de morbo ¡hasta el punto indecoroso de exhibir el cuerpo desnudo de un joven cadáver!, tan sólo aspira a inocularnos la resentida idea de que, “con los delincuentes no hay que andarse con miramientos; que normas, consideraciones, tolerancia y leyes que los protejan son una mierda, pues, lo único que resuelve el problema que causan es pegarles un tiro en la cabeza”. Así es como se propaga el fascismo, ¡y así no debe ser!

Mientras, el Estado y la sociedad, no generen condiciones de vida favorables, educación de calidad y verdadera justicia social, seguirán siendo los principales responsables de que, más y más ciudadanos se conviertan cada día en delincuentes... y ¿con qué derecho se puede juzgar o condenar a aquellos a quienes se indujo a transgredir la ley?
Luis Guillermo Cardona
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