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Voto de Luis Guillermo Cardona:
6
Drama A finales del siglo XIX, la mansión Amberson es la más fastuosa de Indianápolis. Cuando su dueña, la bellísima Isabel, es humillada públicamente, aunque de forma involuntaria por su pretendiente Eugene Morgan, lo abandona y se casa con el torpe Wilbur Minafer. Su único hijo, el consentido George, crece lleno de arrogancia y prepotencia. Años más tarde, Eugene regresa a la ciudad con su hija Lucy, y George se enamora de ella. (FILMAFFINITY) [+]
2 de diciembre de 2013
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Imagina que vas a la librería y te compras la novela de Booth Tarkington “Los magníficos Amberson”. Bien apoltronado en tu casa, has comenzado a leerla y te sientes muy complacido con la magnífica historia sobre la decadencia de la aristocracia que en ella se viene desenvolviendo… pero de pronto, notas que al libro le han arrancado tres capítulos justo cuando la historia se hallaba en un punto álgido, y en las escasas páginas que siguen, hay una descripción mínima de trascendentales hechos, y el final ¡luce modificado y reescrito por alguien extraño y contradictor del autor original!

Con semejante mierdada ¡¿podrías decir que lo que acabas de leer es una obra maestra ¿Una historia memorable?! ¡Por Dios! En tal caso, lo que tienes en tus manos es exactamente lo mismo que se puede decir de la película que Orson Welles quiso hacer con aquel libro: ¡Uno de los mayores e infames atropellos que una productora pudo haber cometido contra un gran artista y con el arte universal! El productor ejecutivo de la RKO, George Schaefer, aún tiene que estar purgando su aberrante decisión de que cortaran tres rollos de la película (45 minutos) los que además (cual pequeño Hitler) ordenó quemar para que a Welles no le fuera posible reversar nada de lo que habían hecho.

Tal y como ha quedado “THE MAGNIFICENT AMBERSONS” es como cuando uno almuerza Róbalo a la vizcaína y de sobremesa le traen agua negra. ¡Imposible calificar el conjunto!

Contra Orson Welles se armó un claro complot: No se podía permitir que dejara mal parada a la aristocracia que había forjado “la cultura” norteamericana. Ya había dejado empañada la imagen del señor William R. Hearst en “El ciudadano Kane”, pero ahora no se saldría con la suya. Por eso, tras la primera preview -en la que Welles no estuvo- se dijo que la acogida había sido atroz. Por eso, Nelson Rockefeller, uno de los jefes máximos de la RKO, decidió enviar a Welles a Brasil -con un nuevo y satisfactorio salario- para que hiciera un documental que nunca se terminaría. Y por eso, la cremación de un tercio de una posible (pero indemostrable) obra de arte. Por todas estas cosas, el único calificativo posible para los 88 minutos de película que hemos podido ver, ya lo hemos dicho: ¡Un intolerable atropello!

¡Cuán conmovido me sentía viendo a la siempre bella Dolores Costello, representando a Isabel, la madre de ese enano arrogante que prefiere verla muerta antes que romper las victorianas reglas de la honra! ¡Cuán fascinado me tenía Lucy Morgan (adorable Anne Baxter) poniendo en ascuas a su necio enamorado y demostrándole que le daba lo mismo que estuviera vivo o que se muriera! ¡Y cuánta consideración me venía despertando Eugene Morgan (Joseph Cotten) el padre emprendedor para quien el amor permanecerá siempre inalcanzable!

Pero todo se viene al piso, la aristocracia surge de las cenizas, los Amberson siguen “muy bien representados”, y la industrialización, con su consiguiente liberalidad y mejor redistribución de los recursos, pareciera tan solo un simple pero superable cambio.

Por eso, al ver lo que había quedado de su película, con rabia e impotencia Orson Welles solo se animó a decir: “Parece cortada por una segadora”.

Me gustaría poder ver “Pampered youth” (1925) de David Smith. Fue la primera adaptación cinematográfica que se hizo de “Los magníficos Amberson” y quizás ahí se encuentre auténticamente descrito lo que al final ocurre con la famosa familia.

Título para Latinoamérica: "SOBERBIA" (¡más que preciso!)
Luis Guillermo Cardona
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