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Voto de Luis Guillermo Cardona:
7
Comedia Después de nuestro paseo a la costa una cosa me quedó clara: no existe un solo recuerdo que no tenga una buena dosis de dolor, eso sí con mucho amor. Mi papá sabía que la mejor manera de demostrar el amor que sentía por mi madre era haciendo realidad su sueño: viajar en barco. Para ello decidió involucrar a la familia y de paso, darnos las vacaciones que según él la familia se merecía; a pesar de que para mi hermana Milena, para mi ... [+]
21 de agosto de 2011
3 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí, estoy de acuerdo con el director Harold Trompetero, esta película no competirá por los premios Oscar, no será seleccionada para Cannes ni para los premios Goya… pero me ha resultado suficientemente divertida. Sus personajes son deliciosamente pintorescos y resultan bien cercanos con la típica familia colombiana, paisa, rola… o valluna... y es bien probable que hasta de otras latitudes.

El objetivo era divertir, y de ñapa, rendir un homenaje a la institución familiar que consigue preservarse en el amor, la tolerancia, la comprensión, el dejar ser… y el constante esfuerzo por mantenerse unidos.

No se nos pinta a la familia ideal, se nos pone en el espejo con una familia de altas y bajas… como la suya o la mía. El marido, Alex (un acertado Antonio Sanint), sumiso con su déspota jefe; lleno además de buenos propósitos y un completo blandengue al lado de su grotesca suegra. Pero también, un hombre que, después de veinte años de casado, todavía ama a su esposa -¡claro que, por donde se la mire, por dentro o por fuera, por arriba o por abajo, Hortensia (Carolina Gómez) se lo merece de sobra!- e incluso cae en la cuenta de que, hasta ahora, nunca consideró necesario serle infiel… y bueno, quizás este paseo le sirva para reencontrarse y superar algunas liviandades. Hortensia, (seguro Dago usó este nombre para homenajear a alguien que aprecia mucho) es una dama ejemplar: preciosa, equilibrada, cariñosa, analítica… ¡la clase de mujer que cualquier hombre desearía en su hogar… ¡sin la suegra, claro!

Sus hijos también son estupendos. De un lado, Octavio o Ramayán -como prefiere él que lo llamen para hacer honor al sendero espiritual que ahora recorre- es un chico contradictorio que, no obstante, aporta la cuota de equilibrio y desprendimiento que reafirma a su padre, y al resto de la familia, en su propósito de llegar a la costa contra todos los obstáculos. Natalia es, por su parte, la chica plástica con telefonitis aguda, ¡tan de horrible moda en los últimos cien años!, pero que, con su juvenil belleza, hace llevadero su cerebro de algodón. De la suegra, ni hablar… de las que provoca "quererlas" mucho porque, si se odian, son capaces de seguir presentes tres o cuatro generaciones.

Aunque la historia luce más acomodada al facilitamiento del rodaje que a la lógica narrativa (el robo del equipaje, la pérdida del perro… son puros descaches), podemos encontrar un agradable conjunto de personajes con el que se arma una buena ancheta de divertidas situaciones, rociadas con suficiente sal y pimienta para que pasemos un rato entretenido.

Y eso sí, ¡a Cartagena llegamos porque llegamos!
Luis Guillermo Cardona
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