Por más que hayas avanzado en determinado camino, con coraje y decisión debes cambiar de rumbo si, hoy, te das cuenta de que no estás avanzando por la senda correcta. Por más que te sientas ligado a la costumbre o a lo ya adquirido, rompe tus cadenas y emprende el nuevo sendero que tu ser interior reclama, aunque pueda significar un enorme sacrificio… o aunque en ello arriesgues tu vida, porque, pase lo que pase, un gran triunfo se habrá dado: el de la dignidad y el reencuentro con el ser que realmente eres.

Entre los años, 481 y 221 a. de C., la gran nación China estuvo dividida en siete reinos que a diario luchaban por la expansión de sus dominios. Fueron años de agresiones, miedo, muerte e incesante guerra. Cada reino soñaba con la supremacía absoluta y asumían los desvelos necesarios para conseguirla cualquier día.

También, el rey Qin quiere ser el emperador, y un día se enterará de que tres asesinos lo buscan para terminar con su vida. Queriendo anticiparse al hecho, ofrece entonces una alta recompensa para quien mate a sus pretendidos verdugos... y en esas, aparecerá un poderoso guerrero: El Hombre sin Nombre, quien, muy pronto le narrará la forma como consiguió terminar con los tres asesinos.

Lo que sigue, es una historia épica y poética, llena de matices humanos, ideológicos y espirituales, que hacen de esta película una obra profunda que exalta el nuevo género, Wuxia, que ha comenzado a desarrollarse en China, con enorme éxito, desde hace pocos años.

De comienzo a fin, el director Zhang Yimou, cuida hasta el menor de los detalles y construye una danza coreográfica de una belleza impresionante. El color de cada escena, la música, los vestuarios, los nombres de sus personajes, el ritmo de cada acción… están hechos para significar y para dar relieves y profundidad a esta inolvidable historia. Yimou tuvo de nuevo, para este filme, esa cumbre de inspiración que ya había alcanzado con, “Ni Uno Menos”, aunque, ésta, realizada con un ínfimo presupuesto.

Jet Li, un actor que no ha dado pruebas de una gran capacidad interpretativa –excepto su admirable habilidad con las artes marciales- logra, aquí, un ajustado papel a su rostro casi inmutable, y su pericia como luchador da toda la fuerza requerida a las magníficas escenas de acción. Por su parte, Zhang Ziyi, impacta una vez más con esa presencia fuerte y romántica a la vez; y el resto del reparto consigue unos personajes efectivos y muy bien encajados en esta épica aventura.

Esta es la clase de película que no debe verse en condiciones regulares o en pantallas muy pequeñas, pues, la majestuosidad y brillantez de la puesta en escena; el riguroso trabajo con multitudes; las hermosas coreografías... y la impactante composición de las secuencias de acción, sólo pueden apreciarse a cabalidad en una óptima proyección.

Si alguien quiere saber de la fuerza del espíritu, véase <<HERO>>. ¡Es una experiencia inolvidable!

Título para Latinoamérica: <<HÉROE>>