Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Luis Guillermo Cardona:
10
Comedia Basada en una obra -de mismo título- ganadora del Premio Pulitzer, narra la historia de un aristócrata de Boston enamorado de su ciudad hasta extremos insospechados. Él tiene perfectamente claro que sus hijos deben permanecer en Boston y relacionarse sólo con bostonianos, pero para su desgracia su hijo -estudiante en Harvard- se enamora de una chica de Worcester, mientras su hija se queda prendada de un estudiante de Yale... (FILMAFFINITY) [+]
24 de septiembre de 2010
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ser anticuado es estar convencido de que el mundo puede encerrarse en un pequeño marco del que nadie puede evadirse. Es estar convencido de que la verdad es lo que yo creo y por lo tanto repugno de todo aquel que piense distinto. Ser anticuado es creer que el hoy es sólo símbolo de decadencia y que el ayer era la plenitud y el equilibrio. Es cerrarle las puertas al cambio y delimitar el ser a unas cuantas creencias que, ni bien sé, si son completamente absurdas. Ser anticuado es sentarse siempre en la misma silla, usar cada día la misma taza y no cambiar nunca el modelo de los calzoncillos. Es rezar como rezabas hace incontados años y negarse a experimentar lo que nos ofrecen los nuevos días. Ser anticuado es anclarse en los gustos y en las costumbres de tu juventud, y creer que lo de hoy es absurdo solamente porque es de hoy. Ser anticuado, en fin, es pretender disponer de la vida de los demás porque creo que, sólo yo tengo la razón, y ellos no saben para donde van.

George Apley es un hombre anticuado. Cree que vive en el centro del universo, que su apellido no debe ser usado por advenedizo alguno, que es mejor levantar un techo que podar un árbol, que el día de Acción de Gracias es sentarse cada año con los miembros de la familia a hacer exactamente lo mismo, y que Ralph Waldo Emerson es un nombre sagrado para el pensamiento humano.

Pero, los tiempos de George Apley, no se ha dado cuenta él que son ya otros tiempos. Al pensamiento de Emerson se antepone el de Sigmund Freud, y por fortuna, por más que en su hogar se procure anclar a los hijos en los rezagos del pasado, hay siempre alguien que cree en la evolución del pensamiento y que está dispuesto a cuestionar todo lo que le han dado por costumbre. Y así, surge como un rayo de luz la preciosa Eleanor. Símbolo de la mujer despierta -como le gusta a Mankiewicz y como me encanta a mí-, la joven es de ideas renovadoras y de palabras directas, y de la mano de su también progresista novio, el brillante Howard Boulder, comenzarán a sacudir las telarañas de aquella cuasi-petrificada familia y a dejar sentado que hay un mundo nuevo que será muy grato descubrir.

Joseph L. Mankiewicz ha dado en el clavo, ha puesto el dedo en la llaga y se luce de nuevo con un magnífico estudio, en clave de deliciosa comedia, de un vicio social que le ha amargado la vida a muchos, pues ha puesto en el escenario de la vida a cientos de falsos diosecillos que creen que el mundo sólo puede verse desde su muy corta perspectiva.

Un conjunto actoral intachable -encabezado por el siempre eficiente Ronald Colman y por la adorable Peggy Cummins-, recrea los prototipos de una familia enmarcada en obtusas convenciones, pero donde un halo de luz resplandece para que el universo jamás se detenga en su maravilloso proceso evolutivo.
Luis Guillermo Cardona
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow