Las trágicas historias de amores imposibles vienen llenando nuestro imaginario de ficción desde que Shakespeare lo elevara a tema mítico con su “Romeo y Julieta”. Zhang Yimou pues, no inventa nada nuevo pero lo que hace destacar su “Amor bajo el espino blanco” de propuestas similares es el tacto y la delicadeza con que aborda la historia de estos dos amantes condenados a no poder desarrollar plenamente su amor. Podemos decir que estamos ante una película típicamente china. En el entorno sociopolítico, en la manera tan natural de interpretar de los actores en la tenue luz y la emotiva música se desprende ese aroma del cine oriental del que Yimou sabe extraer unas cuantas pinceladas de genio cinematográfico. Si acaso se echa en falta algo más de riesgo pues el desarrollo de la historia es del todo previsible pero Yimou apuesta claramente por los pequeños detalles para hacer avanzar el relato e ir calando poco a poco en la sensibilidad del espectador. Ya sea en forma de la decoración de una palangana o el calor de un abrigo compartido, el director chino da una lección de emoción contenida que sumada a la ingenuidad de su fantástica protagonista nos deja una emotiva y hermosa historia de amor.

Lo mejor: la asombrosa y desgarradora secuencia final.

Lo peor: su previsible desarrollo argumental.