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Voto de Natxo Borràs:
3
Romance. Drama En Barcelona, dos jóvenes que pertenecen a mundos opuestos se conocen. Ella, la dulce Babi (María Valverde), es una chica de clase alta que vive en un entorno tan protegido como poco excitante. Él, Hugo (Mario Casas), conocido como el duro "H", es un chico impulsivo e irresponsable, aficionado a las peleas y a las carreras ilegales de motos. Esta es la crónica de un amor inicialmente imposible que arrastrará a ambos a un frenético viaje ... [+]
18 de julio de 2012
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hache (Mario Casas) y Babi (María Valverde), están hechos el uno para el otro. Su diferente condición social no es impedimento para que se vean juntos. Pero el violento carácter del chico, atestado de testosterona, adrenalina chulería, machocabrionismo y con la palabra “paliza” en la frente choca con las nubes de Don Algodón que rodean el cielo de babi; educada por una buena familia, como los chicos pijos de la zona alta en donde reside, y que sus decisiones nunca “chocarán” contra un sinvergüenza montado en moto, mostrando pecho y jugándose la vida participando en carreras ilegales con sus amiguetes, igual de fibrados de músculo pero negados de cerebro.

Pero el Amor (aaaaaayyy) puede con todo. Así empieza ésta historia de pasiones prohibidas entre jovencitos rociados por el deseo de dejarlo todo y encariñarse en la idílica playa, alejada del mundanal ruido… Fuera las hostias, la pijería, los suspiros oprimidos por la carpeta a la salida de la escuela de niñas… Y a por Mario Casas (un actor de quién no se le niega su talento, lo mismo con la Valverde, pero aquí se lucen por mostrar unos estereotipos más que vistos y distanciados de la dura realidad).

La culpa es de, quien sino, Federico Moccia, un escritor italiano (cuya novela ya fue adaptada al cine por su compatriota Luca Lucini en 2004) y que se forró con otro libro, “Perdona si te llamo Amor” (llevado también con éxito a las pantallas). Moccia es un especialista en contar historias de amor inusuales como edulcoradas. Y con esa fórmula coló y vaya si se forró.

Respecto a su director, Fernando González Molina, no goza precisamente de una filmografía respetable (bueno, sí, si es bueno para la taquilla) y que ya había contado con Mario Casas en la comedia “Fuga de Cerebros” (2009) en que el rompecorazones de las jovencitas de hoy interpretaba a un “borderline”. Un papel no muy diferente a aquí, solo que en éste caso reparte leña y ruge más mal genio que la moto que lleva.
Natxo Borràs
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