Armstrong, una asentada comunidad de raza negra en New Jersey se convierte en el centro de atención de la policía, cuando Brenda Jackson (Julianne Moore) una mujer blanca asegura que su hijo ha sido secuestrado por un hombre de color. Los disturbios en la zona se acentúan cuando uno de sus vecinos más respetados, el detective Lorenzo (Samuel L. Jackson) se implica en la investigación que a su vez le será requerida la cooperación de Karen (Edie Falco) una activista en pro de organizar búsquedas de personas desaparecidas.

Es cierto que su conocido reparto salva la película de su limitación en circuitos televisivos. Pero el sentido del ritmo, el montaje, también convierten éste “Freedom Land” en un adrenalítico ejercicio actoral juega sus principales cartas. Una Julianne Moore sufridora y un Samuel L. Jackson a la altura de sus habituales interpretaciones ganan en intensidad para una historia que no se le puede pedir nada más y, más, si se inspira en el caso real de Susan Smith, una mujer que en la década de los noventa tuvo la suficiente imaginación y sangre fría como para demostrar a la voraz prensa amarilla que una madre podía hacerse hueco en los anales de la Crónica Negra Americana de finales de siglo.