Una de las versiones más conocidas (no por ser la primera, siempre está como referencia al plagiado/plagiador Nosferatu de F.W. Murnau) y que la Universal, sin problemas en el curso de la adquisición de los derechos por parte de los descendientes de Bram Stoker lo impidiera, se encargó “ipso facto” gracias a los trámites de su productor ejecutivo Carl Laemmle Jr., hijo del fundador de los Estudios Universal y una eminencia a la hora de conjugar con sus producciones cine y espectáculo convirtiéndose en sus atractivos filmes de horror en una atracción en moviola que todavía aún perdura con títulos tan emblemáticos como “Frankenstein” (1931) de James Whale o b“La Momia” (The Mummy, 1932) de Karl Freund.

En el papel de tan emblemático vampiro se contó con la presencia de un enigmático actor que había pasado la cincuentena de años, de origen rumano y que apenas tenía conocimientos de inglés: Bela Lugosi. El rol del conde vampiro lo dejaría encasillado para siempre y desde entonces relegando su carrera en intervenciones sino secundarias en producciones de dudosa calidad, por mucho que años después Ed Wood lo “resucitara” en su “Plan 9 From Outer Space” (1959). Cabe destacar su intervención en “Ninotchcka” (1939) de Ernst Lubitsch o al lado de Boris Karloff en “El Ladrón de Cadáveres” (1942) de Robert Wise.

La puesta en escna es de los de más destacado por ser un film de su época que no ha envejecido, pese al maltrato al subgénero vampírico, pero cuyo visionado resulta gratificante para constatar el hecho de que éste “Drácula” merece tributos aparte llevada por la firma de dos directores, Tod Browning y Karl Freund, aunque éste último quedó relegado de los créditos.