Aunque ya había trabajado en tierras americanas con el franco-belga Jean-Claude Van Damme en “Blanco Humano” (Hard Target, 1993), John Woo no empezaba con bien pie fuera de su país, China, dejándose arrastrar por las productoras estadounidenses que, a sus órdenes, les reportó posteriormente estrepitosos éxitos como la blockbusteriana “Cara a Cara” (Face/Off, 1997) o la bélica “Windtalkers” (2002) , antes de regresar al lejano Oriente para reorientar, nunca mejor dicho, su carrera profesional. Porque se ganó su público, tanto en América como en el resto del mundo, pero su bajo nivel en un continente y otro se aprecia a quilómetros. Y más cuando se está fuera del hogar en que realizó películas tan interesantes como “Una Mañana Mejor” (Ying hung boon sik, 1986), “El Asesino” (Dip huet seung hun, 1989), “Una Bala en la Cabeza” (Die xue jue tou, 1990), o “Hard Boiled” (Lashou shentan, 1992).

Su segunda película yanqui, “Broken Arrow” empezaba a experimentar una mejora, dentro de lo poco mejorable, que le repercutía el futuro del director chino en la prometedora Tierra de las Oportunidades. Un argumento tópico, mucha acción y adrenalina no desprovista de efectos técnicos se desenvuelve a mayor gloria de los aficionados a las fallas y a los puñetazos, y pocas concesiones para uno de los mejores profesionales del cine de acción. La rivalidad entre dos oficiales del Ejército del Aire, el Mayor Vic Deakins (John Travolta) y el Capitán Riley Hale (Christian Slater) queda en evidencia cuando en unas peligrosas maniobras donde a través de un transporte invisible a los radares llevan dos misiles nucleares, el primero traiciona su compañero, aunque éste consigue huir en paracaídas y perderse por el Parque Nacional de Utah. En un punto en concreto del desierto, Vic ha reorganizado a un grupo de hombre fieles para custodiar los potentes cabezales capaces de aniquilar millones de vidas. El heroico Riley contará con la ayuda de la vigilante del Parque Terry Carmichael (Samantha Matis como “chica storbo” de la función) para evitar las intenciones de un recuperado Travolta que queda poco creíble en su papel de villano, antes de codearse con Nicolas Cage en las más entretenida “Cara a Cara” (Face/Off, 1997).