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Voto de Natxo Borràs:
9
Cine negro. Thriller Tony Camonte (Paul Muni), un pistolero de origen italiano, ignorante y sin escrúpulos, es el lugarteniente de Johnny Lovo (Osgood Perkins), el hampón más poderoso del South End de Chicago. Ambicioso y cruel, Camonte, que por una cicatriz que le cruza el rostro recibe el apelativo de Cara cortada, elimina poco a poco a los rivales de su jefe hasta que, con la ayuda de su amigo Gino Rinaldo (George Raft), le arrebata el poder también a él ... [+]
10 de junio de 2009
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Universal de los años treinta no se limitó a manufacturar películas de terror horneadas de los clásicos "Frankenstein", "Drácula", o "La Momia". También la lidió con el cine negro y en buena época; estamos en 1931, en plena Gran Depresión provocada por la crisis financiera del 29, con unas leyes sobre restricción del alcohol que no finalizarían hasta bien entrada la intervención de Estados Unidos en la II Guerra Mundial. Si Al Capone era amo y señor de Chicago, su alter ego Tony Camonte lo era en la ficción. Y como un monstruo más de la galeria que la Universal se embolsilló para entretener a millones de espectadores.

"Scarface" da título al apelativo "Cara Cortada" singular, y en forma de cruz, en el pómulo izquierdo de Tony Camonte (Paul Muni) un hombre de la calle que asciende meteóricamente hacia las altas esferas del Crimen Organizado, dispuesto a controlar los sectores Norte y Sur de un ciudad como Chicago. Y por eso cuenta con el apoyo de sus inseparables Guino Rinaldo (George Raft) que se siente atraído por la protegida hermana de Tony, Cesca (Ann Dvorak) y su secretario, el payasesco y algo corto de mollea Angelo (Vince Barnett) que nunca atiende las llamadas telefónicas y que juntos emprenderán una cruzada para hacerse con el control de alcohol ilegal, acabando incluso con la supremacia de sus superiores. Tony seduce a Poppy (Karen Moley) la novia de su jefe Johnny Lovo (Osgood Perkins) en su camino para hacerse suyo el mundo. Pero también tendrá que vérselas con Gaffney (Boris Karloff) que ha intentado matarle enviando a sus hombres, metralleta en mano, para acribillarle.

El argumento fue idea de Ben Hecht, todo un cronista de la época que ya se había hecho con un Óscar por dicha tarea en "La Ley del Hampa" (1927) y que su nombre figuraría en obras maestras como "Lo que el Viento se Llevó" (1939) y "Recuerda" (1944) de Alfred Hitchcock. La aparición de Boris Karloff como actor secundario en este festival en blanco y negro de fuego y balas puede resultar algo anécdotico porque el actor ya había triunfado en su papel de la criatura de Frankenstein en el film de James Whale un año antes.

Howard Hawks (El Dorado) no se dejó detalle alguno en recrear las escenas a base de luces y sombras; los siniestros silbidos de Tony antes de cometer sus crimenes; los malabarismos con con las monedas aludiendo la paciente actitud de Guino; la presencia fantasmal de Cesca en el desenlace; la persecución automovilística de Tony por sus enemigos en las calles de la ciudad; las secuencias en las que el mismo protagonista extorsiona por los bares vaciando sin parar los barriles de cerveza o la recreación de la masacre del Día de San Valentín, puntal de la crónica negra gangsteril de esos años. Otros directores como Roger Corman se rendirían más tarde con sus particulares versiones. Especialmente Brian de Palma con la célebre y ochentera "El Precio del Poder".
Natxo Borràs
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