Se hace difícil no contener el sueño mientras transita por la pantalla esta serie, de hecho, debo admitir que alguna cabezada placentera se apoderó de mí, aunque tampoco es que me perdiera mucho porque se hace repetitivo claramente queriendo alargar los capítulos. La parsimonia por la que avanza la investigación con la ineptitud de los equipos de policía británicos de miras estrechas a cargo del caso, mientras el asesino campa a sus anchas es como mínimo, descorazonador. Dice que se basa en hechos reales y lo cierto es que me creo que puede que este caso del destripador sucediera más o menos así, dada la burocracia que reina en todas partes del mundo y que los ineptos copen los puestos más altos de la dirección.

Creo que no es necesario meter tantos minutos para llegar hasta el capítulo final que resuelve el caso gracias, que por fortuna, el criminal es atrapado por unos agentes que si saben hacer bien su trabajo.

Muchas buenas interpretaciones, pero salvo poco más que el capítulo primero, es una miniserie bastante plana, que si no se tira la toalla en su visionado es por el interés que despierta descubrir la identidad del asesino o asesina.