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Voto de Guillermo Rico:
10
Drama. Romance "Había una vez un joven príncipe cuyo padre, el rey de Oriente, lo envia a Egipto para encontrar una perla. Pero cuando llega, el pueblo le sirve una taza. Al beberla, se olvida de que era el hijo de un rey, se olvida de la perla y cae en un profundo sueño." El padre de Rick (Christian Bale) solía leerle esta historia cuando era un niño. En la actualidad, siendo Rick ya adulto, el camino hacia Oriente se extiende ante él. (FILMAFFINITY)
7 de septiembre de 2016
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hay truco, la belleza de cada plano podría dejarnos hasta sin voz en off. De nuevo, Terrence Malick, curiosamente, a sus 72 años, en la etapa más prolífica de su carrera. Como si ahora que empieza a oscurecer, algo le pidiera contar todo eso que tenía guardado en algún sitio de su memoria.

Y en esas historias aparece toda una galaxia en la mirada de Christian Bale. Sus ojos observan el circo del tiempo pasar, los actores y actrices dentro del plato, las emociones como algo efímero, el amor como lo más puro que se puede sentir aquí. La experiencia de la vida.

Malick ya no necesita explicaciones (el gran lastre de “El árbol de la vida”) ni excusas para reinventar su cine. Se ha vuelto a entregar libre a lo que mejor sabe hacer: mostrar la magia, no siempre luminosa, del mundo con una cámara en su mano y la belleza de sus actores y actrices por otro. Christian Bale, Cate Blanchett, Natalia Portman e Imogen Poots se confinan a ese monstruo llamado Emmanuel Lubezki para convertir su fotografía en eternidad.

No voy a engañar a nadie. No es fácil ni tampoco accesible y, quizás, sin el impulso de su enorme reparto pocos se habrían acercado a ella. A todo aquel que consiga sumergirse, le quedará el viaje, la sensación de haber estado durante dos horas leyendo dentro de uno mismo mientras los aviones sobrevuelan el cielo.

Obra maestra.
Guillermo Rico
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