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Andorra Andorra · Escaldes-Engordany
Voto de Gecko:
8
Drama Adonis Johnson no llegó a conocer a su padre, el campeón del mundo de los pesos pesados Apollo Creed, que falleció antes de que él naciera. Sin embargo, nadie puede negar que lleva el boxeo en la sangre, por lo que pone rumbo a Philadelphia, el lugar en el que se celebró el legendario combate entre su padre y Rocky Balboa. Una vez allí, Adonis busca a Rocky y le pide que sea su entrenador. A pesar de que este insiste en que ya ha dejado ... [+]
13 de febrero de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entretenimiento emocional puro y duro.

Disfrute máximo es lo que he sentido viendo Creed, dirigida por Ryan Coger, y es que la película es una más que digna sucesora de Rocky, la cual se estrenó ni más ni menos que en 1976, es decir hace 40 años. La edad no perdona, si no que se lo digan a Silvestre Stallone, que a pesar de luchar contra el paso del tiempo a base de botox, esteroides y vete tú a saber que más, ya no puede esconder que es un veterano actor de rostro deformado. Pero ya quisieran muchos tener su físico, más aún a su edad, y es que aunque tenga la cara hinchada, sin camiseta logra infundar respeto unánime, ya que los músculos no se mantienen solamente pinchándote, hay que machacarlos. Por otro lado, estamos ante uno de sus mejores papeles, más maduro, más reflexivo, más íntimo y personal, consciente de que la vida tiene un final, y que hay que existir haciendo aquello que a uno más le gusta. Dicho esto no sé hasta que punto la actuación es meritoria de un premio de la categoría de un Globo de Oro pero qué coño, se lo merece por todo lo que nos ha hecho disfrutar durante toda su vida, aún habiendo dado pena en algunas ocasiones.

Pero Rocky aquí no es el protagonista, no, lo es Adonis Creed, hijo del fallecido y gran Apolo Creed, el cual quiere seguir los pasos de su padre. El problema es que nadie le quiere entrenar y quien mejor que Balboa para hacerlo. Todo indicaba que las negociaciones serían muy duras y que Rocky se haría de rogar con la historia esa de que ya está retirado y tal y cual pero no, le cuesta más bien poco, y se agradece ya que de esta manera la película avanza a un ritmo apropiado. No nos interesan las alabanzas si no los guantazos. El actor que encarna el personaje es Michael B. Jordan que apareció en 2014 en Los Cuatro Fantásticos, pero que es más conocido en la pequeña pantalla gracias sobretodo por su papel en The Wire cuando era un pequeño traficante de drogas.

Los demás personajes están también a un gran nivel pero, siempre suele haber un pero, el malo de la película, el antagonista, Ricky “el guapo” Conlan (menudo apodo de pardillo), aquel que desearías que besase la lona como el que más, es un absoluto fiasco. Primero por tener muy poca presencia en el film, y es que únicamente toma cierto protagonismo en el último tercio de la película, y es mucho decir. Y segundo por tener el físico más flácido de toda la historia cinematográfica del boxeo. Creo que no hace falta recordar los cuerpos atléticos y estilizados de los citados Rocky y Apolo, pero no digamos también Clubber Lang, interpretado por Mr. T o lo que es lo mismo, el M.A. del Equipo A, o incluso el terrible ruso Iván Drago (Dolph Lundgren). La fuerte personalidad de estos contrincantes de Rocky, sus aires de superioridad y su mezquindad hacían que los odiases, y te enfurecías con ellos como el propio Balboa. Cuando ves al guapito de Conlan la sensación que tienes es que tú mismo puedes subir al cuadrilátero y hostiarlo sin problemas. Con los rivales anteriormente citados sabías que o subía Rocky al ring o poco o nada se podía hacer. Así que Conlan deja de comer morcilla y dale duro a la comba o sube las famosas escaleras de Filadelfia que tantas veces se pateó Rocky Balboa.

Dicho esto la película me pareció una exaltación de jolgorio y diversión. Cierto es que la trama juega al sentimentalismo simple y elemental, siempre eficaz a los ojos del espectador. El film es lo que es y no pretende ser la historia más profunda del cine, únicamente hacernos pasar un buen rato ante la pantalla, y lo consigue. La motivación siempre ha sido el rasgo característico de la saga de Rocky, una motivación que te recorría todo el cuerpo y que incitaba a ponerte el chándal, coger el walkman con su banda sonora y patearte las calles de tu ciudad con la mirada del tigre. En esta entrega se echan en falta esas melodías tan inspiradoras aunque consigue, a bastante más distancia, estimular tu vena más deportiva pero enfocada más a dar mamporros a diestro y siniestro antes que darle al running. Esto se debe sobretodo al espectacular plano secuencia de uno de los combates, una jodida obra maestra fotográfica, y que no se utiliza para vacilar de la gran capacidad del director de fotografía, si no que tiene un sentido para dotar la escena de una tensión extraordinaria, persistente y que te pone en la piel del luchador, de su soledad ante el contrincante, de su afán por acabar con él. No será el único plano secuencia, pero sí el mejor, aunque la película goza de un nivel técnico altísimo. Los combates son sencillamente espectaculares, un toma y daca al límite que realza un deporte legendario y que se ve muy perjudicado, si lo comparamos con la puesta en escena cinematográfica, cuando lo que vemos es un combate real, dónde los golpes brillan por su ausencia. Tendríamos que remontarnos a tiempos del brutal e irrepetible Mike Tyson para ver algo similar. Así que si lo que quieren es verdadero espectáculo vean Creed, la Leyenda de Rocky, y como diría el propio Balboa, “si sabes lo que vales, ve y consigue lo que mereces, pero tendrás que aguantar los golpes”.

https://afidavit.wordpress.com/2016/02/05/creed-la-leyenda-de-rocky/
Gecko
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