Años antes de encontrarse con Jack el Destripador, el detective creado por Conan Doyle vivió una aventura vienesa con Freud. Los terceros en discordia en la pareja canónica de Holmes-Watson fueron añadidos por el mismo guionista, Nicholas Meyer, más acertado en "Los pasajeros del tiempo" (1979) que en esta.

Ambas aproximaciones se encuadran en la moda de los 70 de dar visiones más cercanas y con sentido del humor del personaje. Ya Holmes no es la impoluta figura de Rathbone sino la histriónica drogodependiente de Nicol Williamson. Apunta el guion interesantes paralelismos entre la investigación criminal y la psicología forense con la forma de aventura desprejuiciada pero no se traslada a la poco comedida dirección de Ross. Su trabajo es tan desigual como la de algunos actores, que parecen más una mala elección de casting.