El locutor es casi un personaje más que nos recuerda que nuestros protagonistas son los menos válidos del fascismo. Los mensajes enviados son de fuerza y virilidad del sistema. La mujer sin voz que sirve para procrear y cuidar a la familia y el homosexual que es un depravado al que hay que desterrar. La escena en la que Mastroianni se confiesa y estalla en la escalera me parece una hermosa reivindicación del orgullo. Este día especial lleno de ternura y sentimientos concluye sin esperanzas: vuelta al lecho matrimonial para Antonietta y traslado a una isla para cumplir con una medida de seguridad para Gabriele.