Cuando creías que el género del thriller policiaco no podía sorprenderte con nada nuevo aparece Rust Cohle con sus discursos existencialistas y la apabullante serie True Detective y desmontan al instante tu escepticismo.

Heredera espiritual de Seven, True Detective, a lo largo de ocho magistrales capítulos, te sumerge en una Louisiana como jamás habrías la habrías soñado: Tétrica, ominosa, hipnótica, mística, inquietante, fascinante… De la mano de los detectives Rust Cohle y Marti Hart y a lo largo de 17 años de investigación narrados en distintos hilos temporales, seguiremos la pista a una serie de asesinatos relacionados con un culto vudú/satánico perpetrado por una siniestra secta profundamente enraizada en la idiosincrasia de aquellas tierras.

El nivel de actoral en general es extraordinario, como es habitual en la HBO, pero el trabajo desempeñado por Matthew Mcconaughey es de otra galaxia. La recreación de su personaje, Rust Cohle, sobrepasa con mucho a la media de personajes que uno puede encontrar en series de ficción. Dicho personaje goza de una complejidad que sólo un actor de primer orden sabría explotar.
No obstante sería injusto si no alabara también la enorme profesionalidad de Woody Harrelson como su contrapeso en la escena, el cual aguanta en todo momento, y muy dignamente, el tipo ante el increíble despliegue de talento de su compañero.
Ambos componen una pareja mítica a la cual empiezas a echar de menos desde el primer segundo que se termina la serie.

Pero como en toda buena historia detrás hay siempre un gran escritor. Me estoy refiriendo al genio Nic Pizzolatto, capaz de concebir y dar forma a personajes con una complejidad psicológica y un grado de detalle pocas veces visto. Alguien capaz de elaborar un esquema de 450 páginas tan sólo para explicar la evolución de su personaje maestro, Rust Cohle.
Algunos de los discursos insertados en el guión son de una inteligencia tan afilada y una fuerza emocional tal que bien merecerían ser publicados en una antología para ser leídos, estudiados, y debatidos una y mil veces.

Si a todo esto le sumamos la exquisita narración visual y puesta en escena de Cary Joji Fukunaga en la dirección con este material de calidad insuperable, el resultado no puede ser otro que el de una serie (o al menos una temporada) inmortal y de obligado visionado para todo aquel que quiera perderse en la oscuridad de los pantanos buscando Carcosa y el Rey Amarillo.

Por cierto respecto al final, creo que el cerebro maestro de la secta es…. (spoiler)