Una de las diez peores películas de la Historia del Cine. Y con ganas. Pero con muchas ganas. Lo único que está conseguido por original, son los aparatos que se colocan para respirar en la atmósfera terrestre. Supongo que tras la genial idea, los productores, el director y el guionista tiraron su cerebro al WC y después cobraron el cheque. Lamentable esperpento.

Parafraseando a un amigo mío, os dejo unas utiles señas para aquel al que le guste la cinta:

Dr. Sigmund Freud
Karlsplatz, 16
Viena (Austria)