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España España · Vitoria
Voto de Aisha:
7
Drama. Comedia. Intriga Estado de Nueva York, años setenta. Irving Rosenfeld (Christian Bale), un brillante estafador, y su inteligente y seductora compañera Sydney Prosser (Amy Adams) se ven obligados a trabajar para un tempestuoso agente del FBI, Richie DiMaso (Bradley Cooper), que sin querer los arrastra al peligroso mundo de la política y la mafia de Nueva Jersey. (FILMAFFINITY)
2 de febrero de 2014
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
David O. Rusell tiene un patrón claro de películas a dirigir. Basta con ver su anterior éxito, El lado bueno de las cosas, y después La gran Estafa Americana para darse cuenta de lo que hablo. Todos son tipos fracasados, con sus neuras maniáticas particulares llevadas al extremo debido a pasados traumáticos o a situaciones vitales duras que han curtido su carácter hasta convertirlos en lo que vemos en pantalla. En este caso, no hay un solo personaje que no esté completamente salido del marco o, como se diría comúnmente, mal de la cabeza. Los actores hacen muy bien su papel, aunque Cooper está extralimitado, demasiado, en mi opinión. Lawrence y Adams brillan con luz propia, especialmente la primera, que con 23 años está más metida en su papel y lo transmite con más naturalidad que cualquiera de los otros tres principales. Eso se agradece como espectador cuando hablamos de personajes tan "histéricos", por así llamarlo.
La música es una parte integrante de la película con canciones que vienen como anillo a dedo a la producción. Fotografía, vestuario, maquillaje, guión, todo estupendo. Entonces, ¿qué me falla?
Seré sincera, es un problema de dirección. El hombre lo tiene todo para hacer un peliculón, en especial actores en estado de gracia, que se creen firmemente el proyecto, lo cual hoy en día es mucho decir. También tiene un guión con buenos giros argumentales, narradores variopintos poco habituales, algún cameo que no podía faltar y que provocó la risa del cine, buenos golpes sorprendentes y de humor... Pero O. Russell no sabe cómo llevar el ritmo. No se cree su suerte y termina realizando una película que, en ocasiones, es excesivamente surrealista y consigue que en los títulos de crédito lo primero que pienses sea "A esto le sobraban 45 minutos". El metraje es una sucesión constante de acelerones y frenazos, como los que hace quien aprende a conducir.
Se preguntarán por qué le pongo un 7. Por los actores, en especial por Lawrence. Por el vestuario, el ambiente oscilante entre cutre y glamouroso que tan bien saben describir. Por la moraleja de que la vida al completo es una gran mentira de la que no te quieres desprender por miedo a caer al vacío. Por los últimos 20 minutos. Porque es una película que hay que ver, aunque solo sea para poderla juzgar. Causa muchas interpretaciones diferentes en cada individuo que la ve. Eso ya de por sí, es un mérito. Pero no de 10 Oscar, eso se lo aseguro.
Aisha
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