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España España · bilbao
Voto de ernesto:
8
Comedia En una casa aislada y próxima a las vías del tren vive la señora Wilberforce, una venerable anciana que alquila dos habitaciones al misterioso profesor Marcus y a los cuatro miembros de su siniestra banda de música. (FILMAFFINITY)
14 de junio de 2014
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Conseguir que una comedia funcione a la perfección, y que el mecanismo por el que eso sucede no se note en pantalla, es algo a lo que cualquier director debe aspirar. Puede haber muchos gags y situaciones brillantes, pero que esa suma de momentos aislados den como resultado una obra redonda, en la que todo fluye sin aparente esfuerzo, es algo que muy pocas veces se consigue. Es por eso que es más difícil encontrar grandes comedias que dramas notables, básicamente porque los mecanismos de la comedia son menos obvios y requieren de mayor habilidad tanto en la escritura del guion, como en una puesta en escena donde el ritmo no decaiga en ningún momento.
Todo esto que comento en el párrafo anterior se cumple a la perfección en El quinteto de muerte, deliciosa comedia, con toques muy negros, que funciona de manera precisa y brillante, ofreciendo elevadas dosis de originalidad y un acabado visual impecable.
El quinteto de la muerte es una de las muchas comedias surgidas de la productora británica Ealing, que durante los años 40 y 50, y que gracias, sobre todo, a directores como Charles Crichton y Alexander Mackendrick, y al actor Alec Guinnes, dejó para el recuerdo numerosas películas que desgraciadamente todavía me quedan por ver. El quinteto de la muerte es mi primer contacto con ellas y, desde luego, no será el último.
La historia de El quinteto de la muerte tiene como protagonista a una entrañable anciana, de modélicos modales, que vive en una peculiar casa con vistas a las vías del tren. Allí recibe la visita de un extraño caballero que busca alquilar una habitación donde vivir y, además, poder ensayar con sus quinteto de música. La anciana le acoge en su casa, encantada con la posibilidad de escuchar los ensayos. La intención de este hombre y su quinteto de música es bien distinta, ya que su idea es cometer un robo por todo lo alto, en el que la ancianita tendrá un papel importante sin ella saberlo. A partir de ese momento la sucesión de equívocos provocarán un desarrollo de los acontecimientos realmente desternillante, donde la anciana sorprenderá a los cinco delincuentes con una cabezonería a prueba de balas.
Ya desde su guion, absolutamente modélico, el mecanismo cómico de la película es casi perfecto, desde la misma presentación de los personajes hasta la sucesión de enredos que desembocan en un final más negro que el carbón que se transporta en esos vagones que tanto protagonismo adquieren al final de la película.
Pero la, para mi, principal virtud de la película es la traslación a imágenes que Alexander Makendrick hace de este guion escrito por William Rose. Todas las virtudes del texto se ven acentuadas por un puesta en escena absolutamente milimétrica. Con una dirección artística y fotografía impecables, Makendrick capta de la mejor manera posible la esencia de la historia y la comunión entre los dos principales pilares de la película es inmejorable.
Para redondear la historia la presencia del genial Alec Guinnes y de la, adorable e irritante, anciana Kate Johnson, secundados por cuatro estupendos actores entre los que está Peter Sellers, elevan el nivel de la película al puro gozo. Quien busque intensidad, trascendencia, simbolismos, etc, que se busque otra película. Esta solo ofrece diversión. Bendita diversión.
ernesto
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