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España España · bilbao
Voto de ernesto:
8
Drama Luis (Luis Bermejo), profesor de literatura en paro, trata de hacer realidad el último deseo de su hija Alicia (Lucía Pollán), una niña de 12 años enferma de cáncer terminal: tener el vestido oficial de la serie japonesa de dibujos animados "Mágical Girl Yukiko". El elevado precio del vestido llevará a Luis a intentar encontrar el dinero de forma desesperada cuando conoce a Bárbara (Bárbara Lennie), una atractiva joven casada que sufre ... [+]
28 de septiembre de 2014
53 de 71 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi Magical Girl solo tres días después de haber visto por primera vez la ópera prima de su director, Carlos Vermut. Por eso el salto cualitativo entre lo que se apuntaba e intuía en ella, y lo que ha conseguido en esta segunda película, me parece más llamativo si cabe.
En realidad han pasado tres años entre estas dos películas, tiempo más que suficiente para que Vermut, tras la inesperada revolución que supuso Diamond Flash, haya trabajado de manera más profunda y reflexiva en la creación de su nueva obra, algo que sumado a un presupuesto mucho mayor, le sirve para conseguir con Magical Girl una inesperada obra de madurez tan extraña como elegante, tan inquietante como luminosa.
Respecto al presupuesto, aclarar que, aunque es veinte veces mayor que el de su ópera prima (según los datos publicados), no deja de ser mucho menor que el de la mayoría de películas españolas que se estrenan. Algo que queda oculto tras un acabado visual sencillamente impecable.
En Magical Girl se cruzan las historias de dos personajes. Un hecho fortuito pone en contacto a dos personas. Un hombre derrotado en vida, parado y padre de una niña mortalmente enferma, que vive un presente aterrador, y una mujer casada, con notables problemas psíquicos, que arrastra las secuelas de un pasado tan extraño como, también, aterrador. Entrar a dar más detalles del argumento de Magical Girl es hacer un flaco favor a quien todavía no la ha visto, ya que uno de los mayores placeres de ver esta película es precisamente ese, dejarse envolver por su narración pausada y elegante para ir descubriendo los continuos recovecos de un relato sugerente e inquietante a partes iguales.
Ya desde el guion, del propio director, se aprecia una notable evolución con respecto a su primera película. La cantidad de ideas que se atropellaban en el guion de Diamond Flash se encuentran aquí perfectamente canalizadas, empujando siempre en una misma dirección, algo imprescindible para que el relato atrape con auténtica fuerza al espectador. Carlos Vermut, así lo ha dicho en las entrevistas, ha optado por no contar detalles del pasado de la historia, algo que lejos de crear confusión, solo contribuye a acrecentar la intriga y el misterio. Y aunque hable de intriga y misterio, incluso se ha hablado de cine negro, la agradecible sensación de estar ante un cuento/pesadilla, más onírico que real, no se me va en ningún momento. Y todo ello pese a estar la historia ambientada en un presente perfectamente reconocible.
Mejora sustancial también en la labor como director de Carlos Vermut. Las imágenes que ilustran este relato de trasfondo muy oscuro son, en cambio, luminosas, estilizadas, cristalinas. La puesta en escena, de una perfección casi milimétrica, aporta una contundencia a la película prácticamente incontestable. Deliciosos los detalles musicales que van del manga japonés al mismísimo Manolo Caracol, que con Niña de fuego se apunta uno de los grandes momentos de la película.
Los dos personajes principales están interpretados por un correctísimo Luis Bermejo, y por la fascinante Bárbara Lennie, diosa en el teatro, y que en cine consigue aquí su personaje más inolvidable. Junto a ellos un tercer, y decisivo, personaje. En sus manos está la resolución de la historia, y en su cabeza, seguramente, estarán guardados todos esos misterios que nosotros nunca conoceremos. José Sacristán consigue oro puro con este Damián que nos roba el corazón.
Tengo que confesar que acudí a la proyección de Magical Girl con ciertas reservas, y que el transcurso de la proyección (en su estreno en el pase oficial del Festival de San Sebastian) resulto un tanto accidentado, y que aun así estuve dos horas absorto ante lo que sucedía en la pantalla. Y si durante esas dos horas encontré alguna pequeña pega que poner a la película, a día de hoy ya no me acuerdo de cual era.
Así que desde este momento, y mientras no se demuestre lo contrario, toca seguir la pista a Carlos Vermut, una auténtica, y novedosa, personalidad en esto del cine.
ernesto
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