Richard Kelly se reveló hace ocho años con la extraña película de culto Donnie Darko. Con una historia tan rebuscada como original y atractiva, Richard Kelly cautivó a buena parte del público que mantiene hoy en día a Donnie Darko como una de sus películas de cabecera. Con su segunda película Southland Tales, en cambio, el fiasco fue considerable y creo que ni siquiera se llegó a estrenar en España.
Sin alejarse de sus extrañas inquietudes con su tercera película, The Box, ha intentado llegar a un público más masivo. Pero la presencia de Cameron Diaz y un estreno simultáneo en todo el mundo no han servido para relanzar la carrera del que se pensaba que podría ser uno de los directores más importantes de su generación. Y es que la historia de The Box no hay por donde cogerla. Aun así la cosa empieza con cierto interés.
Años 70. Típica urbanización americana de familias más o menos acomodadas. Ahí vive un joven matrimonio que, aunque con algún problema económico, consiguen llevar una vida agradable. Hasta que un día alguien llama a su puerta. Un hombre trajeado y con una escalofriante deformidad en la cara les ofrece una caja, y con ella la posibilidad de hacerse ricos. ¿Cómo?. Muy fácil, pulsando el botón que contiene la caja ellos ganaran un millón de dólares. Pero a su vez una persona desconocida morirá en algún lugar. Hasta aquí lo mejor de la película. Esto y las dudas que surgen en la pareja a la hora de tomar una decisión. Una vez tomada la decisión de pulsar el botón (no es ningún secreto ya que sino no habría película) sus vidas entran en un demencial caos del que les resulta imposible salir. Y nosotros, los espectadores, asistimos a una demencial sucesión de sin sentidos en la que resulta imposible encontrar algo de coherencia. La historia desarrollada por Richard Kelly (ya que de la historia de Richard Matheson en la que se basa solo toma el punto de partida) propone un misterio tras otro, y durante un rato consigue embaucar pensando que todo tendrá una razón de ser al final. Pero cuando ese final llega nada tiene sentido, y no solo eso, sino que además es profundamente aburrido. Ni siquiera consigue dar empaque a la historia con una puesta en escena que nos ofrece imágenes más ridículas que magnéticas. Solo los últimos minutos de la película, que enlazan directamente con los primeros, consiguen hacernos ver lo que la película podía haber sido y no es.
Que la esforzada pero discreta Cameron Diaz haya elegido este guión como su principal baza para este año solo habla de su poca vista a la hora de elegir proyectos. Y es que la pobre ha tenido una década bastante mediocre con solo dos o tres películas mas o menos dignas.