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España España · bilbao
Voto de ernesto:
5
Ciencia ficción. Fantástico. Intriga Año 2035. Tras la epidemia provocada por un virus asesino que ha matado a millones de personas, los supervivientes se refugian en comunidades subterráneas, húmedas y frías. El prisionero James Cole se ofrece como voluntario para viajar al pasado y conseguir una muestra del virus, gracias a la cual los científicos podrán elaborar un antídoto. Durante el viaje conoce a una bella psiquiatra y a Jeffrey Goines, un excepcional enfermo ... [+]
22 de febrero de 2012
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me gustan especialmente las películas que he visto de Terry Gilliam. El Doctor Parnassus, los hermanos Grimm, el baron Munchausen o el mismísimo, y alabado, Brazil, me parecen tan originales como agotadores. Películas llenas de ideas visuales y argumentales recargadas y apasionantes con las que, en cambio, nunca termino de conectar. Pero aun así sigo esperando con curiosidad cada una de sus nuevas películas ya que, por imprevisible, en cualquier momento puede saltar la sorpresa. Tal vez sea con El rey pescador, la, aparentemente, más clásica de sus historias con la que más he llegado a disfrutar. Ahora he recuperado Doce Monos, más de quince años después de su estreno, y las sensaciones han sido las mismas que entonces, y las mismas que me acompañan con cada nueva película de Terry Gilliam que veo.
Estamos en el año 2035, y los pocos humanos que quedan vivos viven hacinados en complejos pasadizos subterraneos, después de que la mayor parte de la humanidad haya fallecido por un virus desconocido. Las estrictas autoridades eligen a un prisionero, James Cole, para que viaje al pasado y consiga una muestra del origen de un virus que ha convertido a los animales en los reyes de la superficie terrestre. En uno de esos viajes llega a mediados de la década de los noventa, y por circunstancias diversas entra en contacto con una psiquiatra que intenta ayudarle, y un enfermo mental que sabe mucho más lo dice. A partir de ese momento la película empieza a dar vueltas sobre si misma hasta el punto de dejar al espectador indefenso ante la avalancha de información y posibilidades de una historia que siente la necesidad de moverse por terrenos pantanosos constantemente.
La increible inventiva visual de Terry Gilliam para crear mundo futuros, pasados o presentes, imaginarios o reales, oscuros o luminosos, no tiene límite. Y aunque aquí haya tomado prestadas muchas cosas de la que para muchos es su obra maestra, Brazil, vuelve a generar espectativas con un comienzo fantástico, que nos presenta nuevamente un universo oscuro y fascinante. El laberinto subterráneo en el que sobreviven los pocos humanos que quedan vivos, y el gigantesco zoológico en el que se han convertido las calles de la ciudad, mantienen la capacidad de generar ilusión por lo que está por llegar. El problema es que lo que está por llegar no cumple con las expectativas.
Al contrario de lo que sucede en la mas reciente El imaginario del doctor Parnassus, que era una historia desperdiciada desde el principio, aquí mantiene el interés durante una parte del relato. La historia está salpicada de ingeniosos detalles que generan curiosidad. Pero esa curiosidad acaba anestesiada, ya que al final la película acaba recurriendo a la argucia de siempre, la de confundir y atosigar al espectador a cualquier precio, por encima de una mínima cohesión dramática.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
ernesto
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