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España España · bilbao
Voto de ernesto:
5
Drama Amelia Earhart fue una legendaria aviadora estadounidense que desapareció en 1937 mientras sobrevolaba el Océano Pacífico cuando intentaba dar la vuelta al mundo. El gran amor de Amelia fue el padre del escritor Gore Vidal (McGregor). (FILMAFFINITY)
11 de septiembre de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El proceso por el que alguien que empezó dirigiendo Salaam Bombay ha acabado haciendo una película como Amelia, supone un misterio aun mayor que el del triángulo de las Bermudas. Nadie que vea las dos películas seria capaz de decir que están dirigidas por la misma persona. Esta persona se llama Mira Nair y dirige películas desde hace más de veinte años. Y el misterio deja de ser tal cuando uno ve la evolución que la carrera de esta buena mujer ha tenido con el paso de los años. Solo la ligera, pero viva y contagiosa, La Boda del Monzón ha estado a la altura del prestigio alcanzado con su ópera prima. Con la producción de época La feria de las vanidades ya demostró que estaba superdotada para crear espectaculares tarjetas postales con escasa fuerza en su interior. Y con Amelia, biopic de la aviadora Amelia Earhart esta tendencia se lleva al extremo.
Amelia Earhart es conocida por ser la principal impulsora de la presencia de la mujer en el mundo de la aviación. Fue la primera mujer en cruzar el océano Atlántico. Y su intento de dar la vuelta al mundo la convirtió definitivamente en leyenda. Pero viendo este tradicional biopic no hay nada en la vida de esta mujer que resulte especialmente apasionante o significativo más allá de sus experiencias como piloto. El principal impulsor de sus hazañas como piloto se acaba convirtiendo además en su marido y principal amor. Además mantiene una relación extramatrimonial con Gene Vidal, padre del escritor Gore Vidal, que no prospera pero que deja una profunda huella en su vida.
Todo la parte referente a su vida amorosa no tiene la menor profundidad. No se intuye la pasión o el deseo de esta mujer por ninguno de sus dos amores. Todo se reduce a una sucesión de diálogos no aptos para diabéticos que acaban pesando como una losa. Y, desde luego, la presencia de Richard Gere y Ewan McGregor encarnando a estos personajes no puede más anodina. Ninguno de los dos pasa de ser una comparsa de lujo de la que es la verdadera protagonista de la película, que es Hilary Swank.
Con esta película iba la actriz directa a por su tercer Oscar. Desgraciadamente, para ella, aunque su transformación física es notable, consiguiendo un gran parecido con la verdadera Amelia, su trabajo no resulta especialemente brillante, y es que apenas hay conflicto dramático en la película. La carrera profesional de Amelia va sobre ruedas, y en el momento que comete su primer error la película se acaba.
Si en algún momento la historia pretende transmitir algo de la fuerza y la personalidad de esta mujer, la directora se encarga de ocultarlo bajo toneladas de barniz. Y es que lo que más se recuerda de la película es su impecable ambientación de los años treinta, su calida fotografía en tonos dorados, y la deslumbrante colección de estampas paisajísticas de medio mundo, que encajarían mejor en un buen documental, y que aquí solo sirven para ocultar las debilidades de una historia que debiera ser intensa y apasionada y no pasa de plomiza y rancia.
ernesto
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