Neil Marshall vuelve a la gran pantalla tras el estreno de “The Descent” para presentarnos su particular visión apocalíptica del fin de los tiempos de la mano de un virus letal llamado "Segador" y repitiendo fórmulas pasadas con éxito moderado.

Año 2007, la ciudad de Glasgow está siendo atacada por un virus mortal que no deja títere con cabeza, es entonces cuando el gobierno cree apropiado aislar la zona dejando a los pocos supervivientes a su suerte. Pero con el paso de los años y el rebrote del virus en el exterior, vuelve el interés por la desolada ciudad y sus posibles supervivientes, mandando a un grupo de soldados al interior con la intención de dar con la cura antes de que la enfermedad siga extendiéndose por todo el país y la situación se vuelva irreversible.

Cuando visionaba la película tuve la constante sensación de estar presenciando una mezcla de "28 días después" con la famosa "Mad Max". Y es que ambas películas son mezcladas con descaro y en ocasiones exceso, pecando de mostrar algunas situaciones totalmente incoherentes que quitan credibilidad a la historia y hace perder interés al espectador en determinados momentos. Quizás lo único que salve de las brasas a Doomsday sea la constante y divertida acción que irá desarrollándose de forma continua sin dar un respiro al espectador antes de que comiencen a volar cabezas y salpicar sangre a los objetivos de las cámaras de nuevo.

La película podría haber estado mucho mejor pero al menos cumple con lo que uno se espera del film si conoce la filmografía del director y sabe mirar con los ojos adecuados. Recomendada solo para los fans de Marshall, del humor negro y del ketchup en altas dosis.