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Voto de TOM REGAN:
6
7 de abril de 2016
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
59/22(31/03/16) Irregular comedia negra de Mike Nichols, sátira con tintes surrealistas con momentos delirantes de humor, con una punzante crítica al ejército y a las guerras, pero se siente desequilibrada y con poca profundidad, con lo que su mensaje antibélico queda deslucido por su superficialidad. El guión de Buck Henry (“El graduado”), aparece en el film como el Tte. Col. Korn, adapta libremente la novela homónima de Joseph Heller de 1961, que a su se basa en su experiencia personal durante la Segunda Guerra Mundial como piloto, donde realizó sesenta misiones aéreas en Europa, volando en bombarderos B-25. Un film con una ambientación espléndida, y con una galería de actores importantes fabulosa, desde Orson Welles, Anthony Perkins, Martin Sheen, Jon Voight, o por supuesto este kafkiano protagonista que llega sentirse como K en “El proceso”. El guión altera la historia quedándose fuera varios personajes del libro. Este tiene un ritmo trepidante, con un tono absurdo, no siguiendo una progresión cronológica normal, con salpicado de set-pieces no relacionados (en principio), todo desde el punto de vista del protagonista Youssarian, el film simplifica y desarrolla el relato en (más o menso) orden cronológico. El libro se convirtió en su momento entre intelectuales estadounidenses en un alegato antibelicista en contra de la Guerra del Vietnam. Esta cinta está hermanada en cierta medida a otra de este año que tuvo mayor éxito, “MASH”, las dos tratan con humor delirante un tema tan serio como la guerra.
Estamos en una isla, Pianosa, del Mediterráneo en las postrimerías de la WWII, en esta hay un aeropuerto militar USA. El protagonista es el Capitán Youssarian (Alan Arkin), un integrante de Fuerza Aérea del Ejército que se encarga de tirar las bombas en un B-25, este busca desesperadamente que lo licencien y poder volver a casa después de vivir muchas experiencias traumáticas en sus decenas de misiones. Inútilmente apela a su comandante, el coronel Cathcart (Martin Balsam), que continuamente aumenta el número de misiones requeridas para poder volver a casa antes que nadie puede llegar a ellas, intenta lo licencien por loco, pero Doc Daneeka (Jack Gilford) le explica la paradoja llamada “Trampa 22” (real), si un piloto está demente puede solicitar su licenciatura, pero si lo solicita es que no está tan loco, callejón sin salida. En la historia tendrán importancia personajes como el teniente Milo Minderbinder (Jon Voight), ha creado una empresa privada para aprovecharse del material del ejército, el capitán "Aarfy" Aardvark (Charles Grodin), un tipo demente, el teniente Nately (Art Garfunkel, en su debut en cine), niño rico de Boston que se enamora de una prostituta romana, el capitán Orr (Bob Balaban), experto en accidentes en el mar, la enfermera Duckett (Paula Prentiss), amante de Youssarian, Coronel (Bob Newhart), el tímido comandante, el despiadado General Dreedle (Orson Welles), gusta de mandar ejecutar a la mínima, el capellán Capitán Tappman (Anthony Perkins), el Major Danby (Richard Benjamin), o el Tte. Dobbs (Martin Sheen).
Una comedia de tintes kafkianos, enmarcada en un microcosmos poblado de personajes disfuncionales, esperpénticos, donde el único sano mentalmente es el protagonista, que paradójicamente quiere lo declaren loco. Una sátira envuelta en un desopilante cinismo que arremete con contra la sinrazón de las guerras, contra el despotismo, contra un sistema corrupto, contra el capitalismo despiadado, contra el modo en que el pode se aprovecha cual peones en un ajedrez de los soldados, como instaura bizarras normas, arremete contra USA y su afán mercantil, contra su Sueño Americano. Una visión deprimente de la institución militar, con mandos caprichosos, ineptos, corruptos, despóticos, oportunistas, “pelotas” aduladores, y unos subordinados con ansias de sobrevivir al absurdo de la guerra, pero a la vez dañados por la locura de la contienda. La isla se refleja como una especia de conjura de los necios, un cuasi-limbo antesala de la muerte, regida por una leonina burocracia, podría ser incluso el primero de los círculos del Infierno de Dante.
La cinta se desarrolla con un gran ritmo, pero a base de múltiples viñetas, unas mejores que otras, pero entre ellas las costuras son evidentes, no hay buena ligazón, se llega uno a perder entre tanta redundancia, llega a tanto absurdo que se pierde toda conexión con su mensaje, hay situaciones de muy buen humor, ingeniosas, pero en otras se pasan de rosca, pero el conjunto adolece de solidez. Por separado hay gags descacharrantes, muy en la línea del posterior humor de los Zucker de “Aterriza como puedas”, pero el error es al querer cambiar de tono, se siente brusco, y es que en la última fase del film esto se acentúa, el dramatismo te lo quieren meter a empujones, manipularte, con incluso desparramarte tripas por la pantalla, y esto no funciona, los picos de sierra son muy toscos y repercute en el resultado final. Tampoco suma el que haya tantísimos personajes, con lo que no hay tiempo para desarrollar mínimamente ningún secundario, presencias fugaces con las que no se conecta. Su moraleja sobre la inutilidad de las guerras es nítida, pero apenas consigue rozarnos, no nos emociona ni conmueve, pero al menos si deja unas cuantas escenas apreciables que hacen degustable el film, sin llegar a aburrirte.
El apartado de interpretaciones queda acaparado por Alan Arkin, el único personaje abierto, los secundarios son esbozos sin fuerza alguna, más allá de servir de una presencia plana. Arkin lo hace muy bien, transmite estar en medio de un Averno, rodeado de incompetentes, emite inquietud, en un arco de desarrollo estupendamente llevado hacia su locura desatada final. De los mencionados secundario solo sobresaltaría a Anthony Perkins, le imprime algo de alma a su capellán. Bueno, quizás mencionar también a Jon Voight en un rol muy jocoso, como personificación del capitalismo más desgarrador y especulativo. (sigue en spoiler)
Estamos en una isla, Pianosa, del Mediterráneo en las postrimerías de la WWII, en esta hay un aeropuerto militar USA. El protagonista es el Capitán Youssarian (Alan Arkin), un integrante de Fuerza Aérea del Ejército que se encarga de tirar las bombas en un B-25, este busca desesperadamente que lo licencien y poder volver a casa después de vivir muchas experiencias traumáticas en sus decenas de misiones. Inútilmente apela a su comandante, el coronel Cathcart (Martin Balsam), que continuamente aumenta el número de misiones requeridas para poder volver a casa antes que nadie puede llegar a ellas, intenta lo licencien por loco, pero Doc Daneeka (Jack Gilford) le explica la paradoja llamada “Trampa 22” (real), si un piloto está demente puede solicitar su licenciatura, pero si lo solicita es que no está tan loco, callejón sin salida. En la historia tendrán importancia personajes como el teniente Milo Minderbinder (Jon Voight), ha creado una empresa privada para aprovecharse del material del ejército, el capitán "Aarfy" Aardvark (Charles Grodin), un tipo demente, el teniente Nately (Art Garfunkel, en su debut en cine), niño rico de Boston que se enamora de una prostituta romana, el capitán Orr (Bob Balaban), experto en accidentes en el mar, la enfermera Duckett (Paula Prentiss), amante de Youssarian, Coronel (Bob Newhart), el tímido comandante, el despiadado General Dreedle (Orson Welles), gusta de mandar ejecutar a la mínima, el capellán Capitán Tappman (Anthony Perkins), el Major Danby (Richard Benjamin), o el Tte. Dobbs (Martin Sheen).
Una comedia de tintes kafkianos, enmarcada en un microcosmos poblado de personajes disfuncionales, esperpénticos, donde el único sano mentalmente es el protagonista, que paradójicamente quiere lo declaren loco. Una sátira envuelta en un desopilante cinismo que arremete con contra la sinrazón de las guerras, contra el despotismo, contra un sistema corrupto, contra el capitalismo despiadado, contra el modo en que el pode se aprovecha cual peones en un ajedrez de los soldados, como instaura bizarras normas, arremete contra USA y su afán mercantil, contra su Sueño Americano. Una visión deprimente de la institución militar, con mandos caprichosos, ineptos, corruptos, despóticos, oportunistas, “pelotas” aduladores, y unos subordinados con ansias de sobrevivir al absurdo de la guerra, pero a la vez dañados por la locura de la contienda. La isla se refleja como una especia de conjura de los necios, un cuasi-limbo antesala de la muerte, regida por una leonina burocracia, podría ser incluso el primero de los círculos del Infierno de Dante.
La cinta se desarrolla con un gran ritmo, pero a base de múltiples viñetas, unas mejores que otras, pero entre ellas las costuras son evidentes, no hay buena ligazón, se llega uno a perder entre tanta redundancia, llega a tanto absurdo que se pierde toda conexión con su mensaje, hay situaciones de muy buen humor, ingeniosas, pero en otras se pasan de rosca, pero el conjunto adolece de solidez. Por separado hay gags descacharrantes, muy en la línea del posterior humor de los Zucker de “Aterriza como puedas”, pero el error es al querer cambiar de tono, se siente brusco, y es que en la última fase del film esto se acentúa, el dramatismo te lo quieren meter a empujones, manipularte, con incluso desparramarte tripas por la pantalla, y esto no funciona, los picos de sierra son muy toscos y repercute en el resultado final. Tampoco suma el que haya tantísimos personajes, con lo que no hay tiempo para desarrollar mínimamente ningún secundario, presencias fugaces con las que no se conecta. Su moraleja sobre la inutilidad de las guerras es nítida, pero apenas consigue rozarnos, no nos emociona ni conmueve, pero al menos si deja unas cuantas escenas apreciables que hacen degustable el film, sin llegar a aburrirte.
El apartado de interpretaciones queda acaparado por Alan Arkin, el único personaje abierto, los secundarios son esbozos sin fuerza alguna, más allá de servir de una presencia plana. Arkin lo hace muy bien, transmite estar en medio de un Averno, rodeado de incompetentes, emite inquietud, en un arco de desarrollo estupendamente llevado hacia su locura desatada final. De los mencionados secundario solo sobresaltaría a Anthony Perkins, le imprime algo de alma a su capellán. Bueno, quizás mencionar también a Jon Voight en un rol muy jocoso, como personificación del capitalismo más desgarrador y especulativo. (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La puesta en escena resulta de lujo, una excelente recreación del cuartel aéreo, con gran exhibición de bombarderos de la WWII, de sus interiores, o de Roma, gracias a una magnífica dirección artística de Richard Sylbert (“El graduado”, “Chinatown” o “La semilla del diablo”) , rodando en San Carlos y Guaymas (Sonora-México), y en Roma, con un gran despliegue de medios, meritoriamente fotografiado por David Watkin (“Carros de fuego”, “Memorias de África” o “Hechizo de luna”), con bellas tomas, con hermosas panorámicas, con buenos travellings, sabiendo adaptarse al humor del film, como cuando sucede en segundo plano, o con notables planos de los vuelos. De la puntuación destaco el uso de la música de Richard Strauss "Así habló Zaratustra", solo se había oído en cine una vez antes, en la monumental “2001”.
Spoiler:
Momentos recordables: Los créditos de apertura, sobre el advenimiento de un nuevo día, plano del sol sobre el mar, de la noche al día, muy bello; Los divertidos tramos con el General Dreedle queriendo hacer fusilar a todo el que se le acerca, y advirtiéndole su ayudante que eso no es mu legal; El bombardeo provocado intencionadamente por Youssarian para no destrozar un pueblo sin valor estratégico, y esta “hazaña” es premiada con una medalla militar; El absurdo de la burocracia cuando hacen un funeral a un soldado vivo; El absurdo de los ascensos, un militar es promovido por llamarse Major Major, pasándose a denominarse Major Major Major, cuando esto ocurre, en la oficina se produce un expediente x, el retrato del presidente Roosevelt, pasa de pronto al del primer ministro Churchill, y acaba en la imagen de Stalin; Cuando Youssarian se hace pasar por un moribundo soldado, que ya ha muerto, para que sus familiares venidos de USA pueden verlo antes de morir; La surrealista charla que tiene un soldado estadounidense en un burdel con un anciano (Marcel Dalio) italiano de 107 años, este le espeta al militar que Italia es una nación fortísima, el soldado le dice que todas las potencias la conquistan una y otra vez, pero el anciano le dice que en la debilidad de los transalpinos está su dureza, pues todos los conquistadores se van y ellos quedan; Cuando Milo organiza un bombardeo nocturno a su base para poder venderle un excedente de productos a los alemanes; Y más...
El director de segunda unidad John Jordan se negó a usar arnés durante una escena en el bombardero y se cayó de la cola abierta torreta desde 1200 m de altura, falleciendo en el acto.
En conjunto, sumado lo bueno y malo me queda una comedia oscura con salpiqueo de momentos divertidos, pero orgánicamente se resiente en su o irregularidad e indefinición. Fuerza y honor!!!
Spoiler:
Momentos recordables: Los créditos de apertura, sobre el advenimiento de un nuevo día, plano del sol sobre el mar, de la noche al día, muy bello; Los divertidos tramos con el General Dreedle queriendo hacer fusilar a todo el que se le acerca, y advirtiéndole su ayudante que eso no es mu legal; El bombardeo provocado intencionadamente por Youssarian para no destrozar un pueblo sin valor estratégico, y esta “hazaña” es premiada con una medalla militar; El absurdo de la burocracia cuando hacen un funeral a un soldado vivo; El absurdo de los ascensos, un militar es promovido por llamarse Major Major, pasándose a denominarse Major Major Major, cuando esto ocurre, en la oficina se produce un expediente x, el retrato del presidente Roosevelt, pasa de pronto al del primer ministro Churchill, y acaba en la imagen de Stalin; Cuando Youssarian se hace pasar por un moribundo soldado, que ya ha muerto, para que sus familiares venidos de USA pueden verlo antes de morir; La surrealista charla que tiene un soldado estadounidense en un burdel con un anciano (Marcel Dalio) italiano de 107 años, este le espeta al militar que Italia es una nación fortísima, el soldado le dice que todas las potencias la conquistan una y otra vez, pero el anciano le dice que en la debilidad de los transalpinos está su dureza, pues todos los conquistadores se van y ellos quedan; Cuando Milo organiza un bombardeo nocturno a su base para poder venderle un excedente de productos a los alemanes; Y más...
El director de segunda unidad John Jordan se negó a usar arnés durante una escena en el bombardero y se cayó de la cola abierta torreta desde 1200 m de altura, falleciendo en el acto.
En conjunto, sumado lo bueno y malo me queda una comedia oscura con salpiqueo de momentos divertidos, pero orgánicamente se resiente en su o irregularidad e indefinición. Fuerza y honor!!!