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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
7
Drama. Bélico En 1990, estalla la guerra en una provincia georgiana que busca la independencia. Ivo, un estonio, decide quedarse, a diferencia del resto de sus compatriotas, para ayudar a su amigo Margus con la cosecha de mandarinas. Al comenzar el conflicto, dos soldados resultan heridos delante de su casa, e Ivo se ve obligado a cuidar de ellos. (FILMAFFINITY)
2 de marzo de 2015
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
37/13(20/02/15) Buen film antibélico de acentuados tientes humanistas proveniente de la ultradesconocida filmografía de Georgia, fruto a su nominación al Oscar me he decidido a verla y me he encontrado con una intimista propuesta pacifista, una obra cuasi-teatral con cuatro únicos actores, solo interrumpido este tono por algún ramalazo de violencia impactante. Es el quinto largometraje del cineasta de georgiano Zaza Urshedeque nos propone una moralista fábula con cuatro personajes, hace de lo macro, una sangrienta guerra, lo micro, coge a variuos personajes representativos de una contienda bélica, dos oponentes militares y en medio la población civil, en este inteligente caso un par de apolíticos, que solo quieren poder vivir en paz y coger sus mandarinas, los mete bajo un mismo techo y hay quiere radiografiar el sin sentido de las deshumanizadoras Guerras.

El escenario es la región de Abjasia, lugar en Guerra en 1992, tras la caída de la URSS y el desmembramiento de sus estados esta región es considerado por Georgia parte de su nación, otros pobladores del lugar quieren su independencia, mientras Rusia aboga por estos últimos, para más lio es una región con mayoría de población de Estonia. En una zona rural residen dos estonios, Ivo (Lembit Ulfsak) un carpintero, y Markus (Elmo Nueganen), un agricultor que cría mandarinas, las familias de ambos han huido a Estonia por el conflicto bélico, ellos permanecen en el lugar con la intención de coger las mandarinas, Ivo será el que fabrique las cajas de madera para que Markus pueda echar la fruta recolectada, para después venderla. Un día se produce cerca de sus casas un tiroteo entre georgianos y mercenarios chechenos (luchan con los independentistas), Ivo recoge a los dos únicos supervivientes heridos, son uno de cada bando, Ahmed (Giorgi Nakasidze), un musulmán checheno ansioso de vengarse matando al otro, Nika (Mikheil Meskhi), un cristiano georgiano que odia a los chechenos, mientras están convalecientes prometen a su samaritano Ivo no matarse.

El realizador expone como campo de tregua una casa y en ella pone el microscopio sobre unos seres unos contendientes que se odian porque no se conocen, plasma la tensión reinante entre los enemigos y como árbitro Ivo, la cinta se siente como una alegoría del sin sentido del belicismo, lo aborda en tono intimista, se siente una obra Universal y Atemporal, recordando en su relato a la también pacifista “En tierra de nadie” de Danis Tanovic, o al film de John Boorman “Infierno en el Pacífico”. Contiene un ritmo sereno pero fluido, gracias a diálogos frescos y que se sienten naturales, rebosando humanidad, sin caer en la sensiblería lacrimógena, sabe sortear esta almibarada tara, se analiza con inteligencia la retorcida y primaria Condición Humana, embistiéndola de melancolía y tono crepuscular, poniendo el foco en la evolución de la relación entre los dos rivales y su interrelación con el Pacifista Ivo. El director sabe jugar con el tono poético de algunas imágenes y secuencias, aportando mordacidad y ternura con gradualidad, la casa de Ivo es un laboratorio donde se experimenta como dos personas por muy enemigas que sean en una Guerra si se conocen sabrán que entre ellas no hay tantas diferencias como los mandamases quieren que vean. Urshedeque tiene la sabiduría de no posicionarse ni política ni religiosamente, expone una situación con crudeza, lo cual eleva el aire conciliador y humanista de la obra. Es una mirada cargada de optimismo en el ser humano, le viene a decir que no es tan difícil entenderse, se saben conjugar los momentos íntimos con ramalazos explosivos de salvajismo, incorporando dosis de humor conmovedor.

Sus defectos estarían en la idea de que parece demasiado simple que pongas a dos enemigos a tomar té en una mesa unas cuantas veces y ya sean amigos, la gradualidad de la relación entre el checheno y el georgiano resulta un tanto abrupta, no hay catarsis para pasen de un lado a otro, sintiéndose todo muy previsible, no hay lugar para la sorpresa, todo se ve venir de lejos. Asimismo me falta introspección de los enemigos, no sabemos nada de ellos, simplemente que luchan por cada uno de los bandos, me falta información para conectar con ellos.

Lembit Ulfsak como Ivo realiza una actuación soberbia, irradia majestuosidad, sabiduría, liderazgo, carisma, valentía, fe, sublime. Giorgi Nakhashidze es el checheno, interpretación con un tremendo poderío, enérgico, vibrante. Elmo Nueganen es el amigo que tiene el campo de mandarinas, lo encarna con sobriedad, con gran química con Ulfsak, su amistad se le llega al espectador. Michael Meshki es el georgiano, le dota de rabia, ira, combinándolo con aristas.

La puesta en escena es bastante sobria, teniendo lo destacable en la bella fotografía de Rein Kotov que retrata con los árbloes de mandarinas, así como los hermosos bosques de Abjasia, o en el intimismo con el uso de luz natural de velas, o en la impactante explosión, que inunda de la noche de luz. (continua en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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