185/09(21/08/12) Continuo mi ciclo dedicado al recién fallecido Tony Scott, un infravalorado magnífico artesano de la acción, y lo hago con la que es probablemente su mejor trabajo, un espectacular thriller, donde no nos cuentan nada nuevo, una clásica historia de venganza, pero lo impactante es como lo hace. Se basa en un libro homónimo de A. J. Quinnell de 1981, aquí el guionista Brian Helgelland (‘L. A. Confidential’ o ‘Mystic River’) ha cambiado acertadamente el escenario de la novela, Nápoles por México D. C., esta es una ciudad con una muy alta tasa de secuestros, el empresario Samuel Ramos (correcto Marc Anthony) contrata por medio de su abogado, Jordan Kalfus (gran Mickey Rourke) a un ex marine y ex agente de la CIA, John Creasy (gran Denzel Washington), que a su vez es recomendado por un viejo compañero, Paul Rayburn (gran Christopher Walken) para proteger a su hija de nueve años, ‘Pita’ (excelente Dakota Fanning), Creasy es un tipo atormentado por los muertos en su armario, tiene tendencias suicidas, esto le ha llevado a la bebida, pero su fría relación con ‘Pita’ se irá tornando en calidez y dará un sentido a su misántropa existencia, hasta que un día ‘Pita’ es secuestrada. La cinta es el paradigma para lo bueno (muchísimo) y para lo malo (supongo que muchos para su legión de detractores) de lo que es el personal cine de Tony Scott, fotografía nerviosa de Paul Cameron (‘Collateral’ o ’60 segundos’), movimientos hiperbólicos de cámara, colores saturados, efectos estroboscópicos, angustiosos desenfoques, tomas anguladas, cámara tiovivo, ralentizaciones, objetivos con filtros degradantes, montaje frenético, todo con la alcanzada misión de involucrarte en esta bajada al Averno, constante música del gran Harry Gregson-Williams (‘El Reino de los Cielos’) canalizadora de emociones, así como temas hispanos deliciosos, enorme ‘Una Palabra’, hay un héroe ambiguo, grandes dosis de violencia, pues aquí estos elementos son el sumun y lo mejor todos bien encajados. El relato está claramente partido en dos la primera mitad es la presentación de personajes, donde se nos muestra la fragilidad de espíritu de Creasy, un autodestructivo tipo sin metas en la vida, asistimos a sus deprimentes noches bañadas en alcohol y en juegos con su arma, hasta que lo que él cree una revelación divina, y es que la cinta esta regada de simbología católica, entonces cree que ha sido elegido para cuidar a la niña, y entre ´Pita’ y él se establece una relación que traspasa la pantalla, ello gracias a una hermosa química que mana entre una enternecedora Dakota y un hastiado Denzel, esto si maniqueísmos sensibleros, con sutilidad y serenidad, tan excelente es el tramo que es el motor que hace entendible toda la segunda parte, parte donde la violencia se desata de un modo desaforado, la fotografía se torna sombría en una espiral increscente apoteósica, donde la hierática figura de Creasy-Washington se impone con un carisma colosal, ... (continua en spoiler sin)