22/22(22/01/18) Avalada por un tsunami de críticas positivas, por varias nominaciones a los Globos de Oro, por otras tantas a los Oscar me he sentido en la obligación moral de ver este film realizado por Luca Guadagnino, y mi impresión ha sido de sensaciones encontradas, por un lado un envoltorio bonito y sugestivo, y por otro me queda un relato deja vú sobre la iniciación al amor, con la única particularidad de que es un amor gay, creo que si hubiera sido un romance hetero no hubiera tenido tanto éxito. Y es que es un film que a pesar de estar ambientado a principio de los 80 (no sé porque), no hace ningún análisis de la homofobia, ni de la intolerancia, ni de los prejuicios sociales. Con lo que en mi visión nada políticamente incorrecta pienso que el Lobby gay en USA tiene un enorme poder de movilización, quizás con la excusa de que si no la alabas es que eres anti-gay, prueba de ello son las recientes “Carol” (2015), o “Moonlight” (2016), cintas planas sin más fuste que mostrarnos un amor homosexual, y en este caso aderezado por un metraje desmedido para lo que se cuenta, dando la sensación de mucho subrayado y demasiado relleno pastoril. Film nominado a los Oscar a Mejor Película, Mejor Actor (Chalamet), Mejor Guión Adaptado y Mejor Canción Original ("Mistery of love").

No es que sea mala, es que no es lo buena que muchos la ponen. Posee puntos estimables, como una atmósfera bucólica muy bien estructurada, sacando partido de la idealizada campiña italiana (copas de vino, leyendo libros, escuchando música clásica, nadando en un río o piscina rural, paseando en bici, jugando al vóley, bailando en verbenas, etc), captura la fogosidad de ese primer amor -intenso, carnal, pasajero e inolvidable- que deja una huella indeleble en todo enamorado, un actor que es una revelación notable como Timothée Chalamet, un soliloquio majestuoso de un padre a un hijo que estremece en su ternura y aceptación, y un plano-final epílogo conmovedor que transmite mucho. Ello en un relato que habla con desigual éxito del primer amor, del dolor de la pérdida, el despertar sexual, de la búsqueda de la identidad sexual, de la pasión irrefrenable. Con un guión del californiano James Ivory, que tenía pensando dirigirla, aunque terminó siendo guionista y productor (porque los gays la gran mayoría en sus films suelen hacer girar sus relatos sobre los gays?), y el propio director sobre la novela homónima de André Aciman del 2007. Es la tercera y última entrega de la trilogía temática Desire de Guadagnino, después de “I Am Love” (2009) y “A Bigger Splash” (2015).

La historia se ambienta en un soleado verano de 1983, el chaval de 17 años, Elio Perlman (TimothéeChalamet), disfruta de la belleza rural en el norte de Italia. Vive con sus padres, el señor Perlman (Michael Stuhlbarg) y Annella Perlman (Amira Casar), lo tratan con ligereza y comprensión en su casa familiar de la Riviera italiana. Pasa el tiempo visitando el pueblo, escuchando música clásica, leyendo para cultivar su acervo y nadando en los ríos cercanos. Su vida toma un giro inesperado cuando arriba Oliver (ArmieHammer), un hombre buenmozo, inteligente y viril que ha venido a visitar a su papá. Cuando empiezan a salir juntos, florece una atracción mutua que cobra intensidad durante toda su estadía.

Un cuento sobre el primer amor de la adolescencia, sobre esos picores sexuales de la pubertad siempre latentes, enmarcado en bonitas postales campestres italianas. Nuestros ojos son los de Elio, el joven inquieto que ve en Oliver a la idealización de su amor, lo vemos mirándole con curiosidad, con celos, adorando sus pantalones cortos, los primeros roces, flirteos, coqueteos subliminales, hasta que los sentimientos se destapan como mutuos. Entonces podríamos pensar que se podría convertir en un amor prohibido por la intolerancia a lo gay, pero no es así, no hay dilemas morales, no hay persecución, con lo que deriva en una mor con intenciones universales, pero en esto (a mi muy modesto entender) patina, pues no ofrece algo más que un romance veraniego, emparentándolo con “Brokeback Mountain” (2005) es dejarlo como algo naif e insustancial. Relato donde las mujeres son algo al margen, fuera de foco, la madre de Elio no posee la importancia que el padre, la mujer que se enrolla con Oliver queda difusa, la chica que se enamora de Elio, Marzia (Esther Garrel), es marginada por este cuando estalla su amor “verdadero”, en este sentido algo cercano a lo misógino.

El director se nota bastante influenciado por el francés Eric Rohmer en como mezcla cultura y erudición con el amor, haciendo que se unan en placeres de la vida, vemos mucha historia alrededor del film, diapositivas, libros, disertaciones, música clásica de piano, la intelectualidad como elemento de fascinación cuasi-erótica, como recurso para enamorar, esto algo muy manejado en el cine de Rohmer. Ejemplo de esta miscelánea es la escena que sobre la proyección de una escultura de Praxíteles (el más renombrado escultor clásico ático del siglo IV a. C), el padre de Elio comenta a su alumno Oliver “Su perfección tiene algo de provocadora. Como si te incitara a desearla”, clara alegoría a la trama de la cinta.».

La puesta en escena resulta el bello fondo para este amor vacacional, con diseño de producción idealizado de Samuel Deshors (“Les chansons d'amour”), filmando íntegramente en la campiña de Lombardia (Cremona, se rueda el grueso del metraje; Bergamo; Sirmione; Moscazzano; Pandino; Montodine; Valbondione; Parco Regionale del Serio; Capralba; Corte Palasio-Lodi; Ricengo; Campagnola Cremasca; Pizzighettone). La ubicación principal de la residencia de los Perlman es una mansión deshabitada del siglo XVII en Moscazzano,… (sigue en spoiler)