08/08(08/01/21) Grácil y estimulante miniserie de dos episodios, un western dirigido por Walter Hill, adaptando un guión del novel en la materia Alan Geoffrion, quien también escribió la novela, en lo que fue la primera película original de American Movie Classics (AMC). Teniendo entre sus alicientes que la protagoniza un carismático Robert Duvall, junto a él un gran registro de secundarios que dan lustre en sus composiciones al metraje, como Thomas Haden Church, Greta Scacchi, James Russo o Chris Mulkey. La historia se estructura en una típica odisea de estilo road-movie que tanto se han dado en el género con un grupo de vaqueros trasladando ganado (en est4e caso caballos Mustang para venderlos al ejército británico para su guerra contra los boer en Sudáfrica) por las praderas norteamericanas, como “Rio Rojo”, o las más recientes “Lonesome Dove” (1989) u “Open Range” (2003, estas dos últimas también con protagonismo de Duvall. Una travesía de miles de millas donde les ocurrirán multitud de acontecimientos, desde un pseudo-esclavista proxeneta, unas jóvenes chinas, malvados que propagan virus con sus mantas, indios que quieren cobrar peaje y terminan regateando, un barbero chino, una ajada prostituta, o un villano cruento. Como todo buen western bajo su premisa esconde sub lecturas, en este caso habla de las heridas de familia, el sentido del deber, la moralidad frente a la perversión, los amores otoñales (maravilloso el sutil que se da entre los roles encarnados por Duvall y Scacchi), sobre el paso lapidario del tiempo, o sobre cumplir los sueños. Posee un gran encanto el metraje en el modo en que los personajes destilan humanidad en sus falencias, en su modus vivendi al raso, en ese café a la luz de una fogata, en esa charla tras un duro día de trabajo, haciendo que el espectador sienta gran empatía por los protagonistas y les importe lo que les pase. Además detenta una notable ambientación, siendo coprotagonistas las infinitas praderas (se filmó en los alrededores de Calgary-Canadá), rodadas por el DP Lloyd Ahern II (“Wild Bill” o “El último hombre”), con gran sentido épico. Producción que ganó 4 premios Emmy por Mejor Miniserie, Mejor casting para una miniserie, película, o una especial , Mejor Actor en una Miniserie o Película (Robert Duvall), y Mejor actor de reparto en una miniserie o una película (Thomas Haden Church).

Ambientada en 1898, cuando el estilo de los vaqueros está desapareciendo lentamente, Duvall interpreta a Print Ritter, un oregoniano que lleva 500 caballos a Wyoming con su sobrino Tom (Thomas Haden Church). En el camino, fichan como empleado a Heck Gilpin (Scott Cooper), luego se cruzan con el capitán Billy Fender (James Russo) que transporta a cinco jóvenes chinas (Gwendoline Yeo, Caroline Chan, Olivia Cheng, Valerie Tian y Jadyn Wong), vendidas como esclavas por sus familias, destinadas a convertirse en prostitutas en un campamento minero local, donde deben llegar al burdel de la señora que los compró, Big Rump Kate (Rusty Schwimmer). Tendrá importancia en la trama el ex convicto (Chris Mulkey), y la veterana prostituta Nola (Greta Scacchi).

El desarrollo acontece con buen ritmo, pero dejando que los personajes tengan alma para el espectador, creando sensación de aventura, de especie de éxodo al que se van uniendo desheredados del mundo, me recuerda en este sentido a la cinta también del oeste de Clint Eastwood “El fuera de la ley” (1976), donde un fugitivo mientras huía de sus perseguidores s ele van adhiriendo marginados. Tenemos el aliento de los pioneros, esos que colonizaron y agrandaron la nación, y en los márgenes nos muestran hechos de estos duros tiempos, como los cowboys que vivían de trasladar animales por las llanuras durante meses, como fue el tráfico de mujeres (en este caso de jóvenes chinas) para los poblados mineros, como los que ‘comerciaban’ y se aprovechaban de los indios, como fue el tener que tratar con indios que creían suyas las tierras que ‘mancillaban’ su tierra sagrada, y sobre todo tenemos ese hálito de la gente que era feliz con el cielo como techo, gente que destilaba romanticismo en su forma de vivir. Teniendo una buena mezcla de escena de acción secas y realistas (buenos tiroteos que emiten crudeza), con otras de gran lirismo, los diálogos rezuman veracidad, y donde los silencios y las miradas están cargadas de mundo interior. Todo para desembocar en un clímax a la altura del buen metraje visto, y con un epílogo que emociona.

Tiene actuaciones estupendas, sobre todo de un majestuoso Robert Duvall que se desborda la pantalla con su potencia expresiva y su empatía, ves a la nobleza con sombrero, sensacional, y teniendo una gran química tanto con Thomas Haden Church, que también borda su rol de vaquero rudo y lacónico, y con Greta Scacchi, con la que mantiene momentos de sibarita delicadeza, actriz que por cierto también borda su personaje; Rusty Schwimmer como la ‘madame’ del poblado imprime una gran personalidad en un rol de mala que no caer en la caricatura, tiene sus motivaciones (por execrables que sean); Chris Mulkey como el sádico Big Ears Ed Bywater sabe exhibir rostro de malísimo; James Russo está brillante en su poco tiempo en pantalla; Resto son cumplidores, como el grupo de chinas.