329/07(09/11/11) Interesante aunque fallido drama dirigido por la polifacética Jodie Foster en el que se hace una radiografía de la depresión, con un comienzo arrollador, pero que a medida que se desarrolla el relato se tienden a trivializar los sucesos y hace que no se profundice en el tema central, dejándolo todo en un entretenido acercamiento superficial a un tema grave que padecen muchas personas. El gran problema es que resulta complicado creerse que Walter Black (Gran Mel Gibson) tenga un motivo para caer deprimido, no creo que sea casualidad su apellido, un tipo casado con una mujer guapa y con un buen trabajo, sin falta de dinero, con una gran empresa a su cargo, unos hijos sanos e inteligentes, pues esto es presentado de modo extraño, no hay raíz, simplemente ha caído en esta enfermedad. Nos muestran a un tipo decaído moralmente que encuentra su medicina en un muñeco castor con el que sale a relucir su lado esquizofrénico, este castor se apodera de su lado enérgico actúa de revitalizador para Walter manteniéndolo a flote cual gurú psicólogo, nos lo intentan presentar como un mecanismo que en un recoveco de la mente humana sale para ayudar al espíritu a levantarse pero que a medida que lo anima se va apoderando de él devorándolo poco a poco. La cinta se mueve bien equilibrando la comedia con el drama, gracias al gran trabajo de un Mel Gibson en estado de gracia, compone de manera muy creíble a este infeliz, su mirada es su espejo, se mueve muy bien por un rol que podría caer en el ridículo, pero su saber hacer lo evita, su lenguaje corporal es tremendo y la química que establece con el Castor es excelente, es posible que la situación personal de de Mel, muy tormentosa últimamente le hayan ayudado. El film intenta ser una crítica a la burguesía americana, les da un rapapolvo, les viene a decir puerilmente que una vida acomodada no da la felicidad, pero este discurso queda difuso pues no se le ve hondura al guión, no se rasca en los motivos, no hay catarsis que de buenas lo haya apesadumbrado, esto hace que entretenga con un hábil desarrollo, pero que no te cala por su poca mala leche, evoluciona de modo fácil y previsible. La historia de amor paralela del hijo mayor, Porter (Inane Anton Yelchin) y Meredith (hermosa Jennifer Lawrence) es un pegote que aporta cero, camina sin rumbo por la pantalla y al final se pierde. Recoemndable a los que guste de una entretenida tragicomedia. Fuerza y honor!!!