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Voto de TOM REGAN:
9
7,5
2.316
Western
Jimmie Ringo, un legendario pistolero, se siente tan viejo y cansado que está decidido a retirarse y llevar una vida más tranquila como granjero. Sin embargo, sus propósitos tropiezan con la incomprensión y la intolerancia de la sociedad. Aunque ya no será perseguido por la ley, la región está llena de jóvenes pistoleros que desean demostrar que son más rápidos que él para ocupar su lugar y heredar su fama. (FILMAFFINITY)
18 de marzo de 2014
15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
29/12(16/02/14) Este es un western de profundidad injustamente poco conocido, film de una tremenda intensidad, con un halo trágico que la engrandece a niveles homéricos, una cinta del oeste con apenas disparos, el foco está en la construcción de un antihéroe que intenta escapar de sus estela de mito, un pistolero al que persigue su infame sombra de leyenda del revólver, acosándole y sumiéndolo en un espiral sin salida. El buen artesano Henry King realiza con temple y pulso esta obra de culto, potenciando los diálogos y la actuaciones, siendo su gran pilar la magnífica interpretación de un fascinante Gregory Peck.
El protagonista es Jimmy Ringo (gran Gregory Peck), un reputado pistolero, se dice que el más rápido en desenfundar, lleva 12 muertes a sus espaldas, está cansado de que su fama le preceda y que cualquier advenedizo quiera hacerse famoso matándolo. A sus 35 años solo aspira a que la gente le deje vivir tranquilo, va de un lado al otro del Oeste sin residencia fija. Un día entra en un bar y un pistolero fanfarrón, Eddie (buen Richard Jaeckel), le reta insultándolo, Ringo es reticente a entrar al trapo, pero al final se ve obligado a dispararle en duelo, matándolo. El camarero le exhorta a huir pues el difunto tiene 3 hermanos que clamaran venganza. Ringo pone rumbo a Cayenne, allí tiene planeado convencer a su abandonada esposa, Peggy (correcta Helen Wescott), para empezar una nueva vida juntos, con su hijo Jimmy (correcto B. G. Norman) al que hace 8 años que no ve, cuando llega entra en el salón, allí el barman, Mac (buen Karl Malden), le reconoce y avisa a al sheriff local, Mark Street (buen Millard Mitchell), resulta que es un viejo socio de fechorías de la banda de Ringo que se ha cambiado el nombre y se ha reformado, a tal punto que no lleva revólver, intentará ayudarle para ver a Peggy, a la vez que desea se vaya lo antes posible de Cayenne, su fama le precede y la villa está alterada por tan insigne visitante, al extremo que la escuela ha dado fiesta para que puedan contemplar al Pistolero. Su visita es contrarreloj pues Ringo espera que en 3 horas estén allí los 3 hermanos.
La historia nace de una conversación en una cena entre el guionista William Bowers (“Noche Y Día”) y el afamado boxeador peso pesado Jack Dempsey, el púgil le comentó que mucha gente le quería dar un puñetazo, por ser un campeón, de esta idea deriva en el film, variando el boxeador por un pistolero cansado de su maldita fama. Bowers con André De Toth (“Los Crímenes Del Museo de Cera”), crean la historia, guioniza el primero con William Sellers, siendo supervisada la escritura por los no acreditados Nunnally Johnson (“Las Uvas de La Ira”) y Roger Corman (“La Caída de La Casa Usher”). El director se extiende sobre la cinta un tono elegiaco turbador, en lo que es una desgarradora radiografía de un tipo ajado por algo de lo que una vez disfrutó pero ahora es una losa que no le deja vivir. El relato discurre con un aire melancólico de calado, en una estremecedora introspección de los recuerdos, las ilusiones, las frustraciones, las ambiciones, las envidias, el intento de redención, el amor o la esperanza. Un western con patinado psicológico, enmarcando casi toda la acción en un entorno cerrado, un salón-bar, ello para emitirnos ingeniosamente sensación claustrofóbica, que es como se siente Ringo, encerrado dentro de alguien que ya no quiere ser. Con el añadido de edificarla en un solo día en la vida del protagonista, una contrarreloj que asemeja a la obra posterior “Solo ante El Peligro”, trasladándonos sugestivamente esta cuenta atrás con continuos visionados de reloj, haciéndonos llegar la tensión vital por la que pasa Ringo. (continua en spoiler sin)
Henry King realiza con expone mano firme, maximizando el estudio del entorno en que se mueve Ringo, jóvenes fanfarrones en busca de fama, camareros amistosos con aquellos que le darán dividendos, un pueblo revolucionado por la llegada de una Leyenda, los niños embrujados por el encanto del Pistolero, son los que de mayores querrán ser él, son los que ansiaran matarlo para absorber su Leyenda, las mujeres guardianas de la moral exigiendo al sheriff que “linche” al pistolero, o un padre que perdió a su hijo en un tiroteo y ahora busca un chivo expiatorio, o un antiguo compañero de fechorías reformado en sheriff, espejo en el que se mira Ringo, o la meretriz simpática amiga del Pistolero, o la mujer del Pistolero que sabe que por mucho que Ringo lo desee nada cambiará.
La cinta ya engancha desde su enigmático inicio, bajo los vibrantes acordes de Alfred Newman se suceden los títulos de crédito, un jinete surca al galope dunas de desierto, parajes inhóspitos y desfiladeros, llega a un bar, entra y pide una copa en la barra, el camarero lo reconoce (algo que se repetirá en Cayene, en símbolo de cómo los camareros fueron e parte guardianes de las leyendas del Oeste), en una mesa varios hombres describen a la Leyenda que ha entrado, lo dibujan como un despiadado Pistolero que nos e sabe bien cuantos ha matado, depende de quién lo cuente, uno de los de la mesa es un muchacho fanfarrón que cree que no es para tanto, se viene arriba pensando en el reto de enfrentarse a la Leyenda, los demás le alertan sobre el peligro, el fanfarrón no se amilana, y comienza en la barra a picar a Ringo, este al principio no se da por aludido, pero al final ante la insistencia del fanfarrón le dice <Porque he de tropezarme con un fanfarrón como usted por donde quiera que voy a pedir?>, el fanfarrón encolerizado saca el revólver, la cámara está sobre él, pero un disparo le da en el estómago, cayendo fulminado, la cámara vuelve a Ringo, al que vemos con un vaso en la mano derecha y en la otra la pistola humeante, King demuestra gran elegancia con esta sutil secuencia, donde queda reflejada la personalidad del protagonista.
El protagonista es Jimmy Ringo (gran Gregory Peck), un reputado pistolero, se dice que el más rápido en desenfundar, lleva 12 muertes a sus espaldas, está cansado de que su fama le preceda y que cualquier advenedizo quiera hacerse famoso matándolo. A sus 35 años solo aspira a que la gente le deje vivir tranquilo, va de un lado al otro del Oeste sin residencia fija. Un día entra en un bar y un pistolero fanfarrón, Eddie (buen Richard Jaeckel), le reta insultándolo, Ringo es reticente a entrar al trapo, pero al final se ve obligado a dispararle en duelo, matándolo. El camarero le exhorta a huir pues el difunto tiene 3 hermanos que clamaran venganza. Ringo pone rumbo a Cayenne, allí tiene planeado convencer a su abandonada esposa, Peggy (correcta Helen Wescott), para empezar una nueva vida juntos, con su hijo Jimmy (correcto B. G. Norman) al que hace 8 años que no ve, cuando llega entra en el salón, allí el barman, Mac (buen Karl Malden), le reconoce y avisa a al sheriff local, Mark Street (buen Millard Mitchell), resulta que es un viejo socio de fechorías de la banda de Ringo que se ha cambiado el nombre y se ha reformado, a tal punto que no lleva revólver, intentará ayudarle para ver a Peggy, a la vez que desea se vaya lo antes posible de Cayenne, su fama le precede y la villa está alterada por tan insigne visitante, al extremo que la escuela ha dado fiesta para que puedan contemplar al Pistolero. Su visita es contrarreloj pues Ringo espera que en 3 horas estén allí los 3 hermanos.
La historia nace de una conversación en una cena entre el guionista William Bowers (“Noche Y Día”) y el afamado boxeador peso pesado Jack Dempsey, el púgil le comentó que mucha gente le quería dar un puñetazo, por ser un campeón, de esta idea deriva en el film, variando el boxeador por un pistolero cansado de su maldita fama. Bowers con André De Toth (“Los Crímenes Del Museo de Cera”), crean la historia, guioniza el primero con William Sellers, siendo supervisada la escritura por los no acreditados Nunnally Johnson (“Las Uvas de La Ira”) y Roger Corman (“La Caída de La Casa Usher”). El director se extiende sobre la cinta un tono elegiaco turbador, en lo que es una desgarradora radiografía de un tipo ajado por algo de lo que una vez disfrutó pero ahora es una losa que no le deja vivir. El relato discurre con un aire melancólico de calado, en una estremecedora introspección de los recuerdos, las ilusiones, las frustraciones, las ambiciones, las envidias, el intento de redención, el amor o la esperanza. Un western con patinado psicológico, enmarcando casi toda la acción en un entorno cerrado, un salón-bar, ello para emitirnos ingeniosamente sensación claustrofóbica, que es como se siente Ringo, encerrado dentro de alguien que ya no quiere ser. Con el añadido de edificarla en un solo día en la vida del protagonista, una contrarreloj que asemeja a la obra posterior “Solo ante El Peligro”, trasladándonos sugestivamente esta cuenta atrás con continuos visionados de reloj, haciéndonos llegar la tensión vital por la que pasa Ringo. (continua en spoiler sin)
Henry King realiza con expone mano firme, maximizando el estudio del entorno en que se mueve Ringo, jóvenes fanfarrones en busca de fama, camareros amistosos con aquellos que le darán dividendos, un pueblo revolucionado por la llegada de una Leyenda, los niños embrujados por el encanto del Pistolero, son los que de mayores querrán ser él, son los que ansiaran matarlo para absorber su Leyenda, las mujeres guardianas de la moral exigiendo al sheriff que “linche” al pistolero, o un padre que perdió a su hijo en un tiroteo y ahora busca un chivo expiatorio, o un antiguo compañero de fechorías reformado en sheriff, espejo en el que se mira Ringo, o la meretriz simpática amiga del Pistolero, o la mujer del Pistolero que sabe que por mucho que Ringo lo desee nada cambiará.
La cinta ya engancha desde su enigmático inicio, bajo los vibrantes acordes de Alfred Newman se suceden los títulos de crédito, un jinete surca al galope dunas de desierto, parajes inhóspitos y desfiladeros, llega a un bar, entra y pide una copa en la barra, el camarero lo reconoce (algo que se repetirá en Cayene, en símbolo de cómo los camareros fueron e parte guardianes de las leyendas del Oeste), en una mesa varios hombres describen a la Leyenda que ha entrado, lo dibujan como un despiadado Pistolero que nos e sabe bien cuantos ha matado, depende de quién lo cuente, uno de los de la mesa es un muchacho fanfarrón que cree que no es para tanto, se viene arriba pensando en el reto de enfrentarse a la Leyenda, los demás le alertan sobre el peligro, el fanfarrón no se amilana, y comienza en la barra a picar a Ringo, este al principio no se da por aludido, pero al final ante la insistencia del fanfarrón le dice <Porque he de tropezarme con un fanfarrón como usted por donde quiera que voy a pedir?>, el fanfarrón encolerizado saca el revólver, la cámara está sobre él, pero un disparo le da en el estómago, cayendo fulminado, la cámara vuelve a Ringo, al que vemos con un vaso en la mano derecha y en la otra la pistola humeante, King demuestra gran elegancia con esta sutil secuencia, donde queda reflejada la personalidad del protagonista.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Gregory Peck en una de sus mejores actuaciones, humaniza a su complejo rol, empatizamos con su padecimiento, refleja cansancio, hastío, tormento, sabe transmitir esperanza, amistad, amor, cariño, carisma, nobleza, ello con un lenguaje corporal prodigioso, andares tensos, postura curva al sentarse, penetrante mirada, traspasa la pantalla por su conmovedora labor, denota la prisión interior en la que vive, definida por una frase propia < Aquí estoy, treinta y cinco años y yo ni siquiera tengo un buen reloj>, excelente. Actor fetiche de Henry King con el trabajo en 6 películas, esta fue la segunda, tras “Almas en La Hoguera” (1949). El papel fue escrito para John Wayne, no lo veo, no daría los matices y aristas que si da Peck.
El resto del reparto cumple como buen apoyo, Millard Mitchell encarna con mesura al viejo amigo de Ringo, hombre sereno e inteligente que es la encarnación de lo que Ringo quisiera ser, lo interpreta con un porte majestuosos, parece flotar por la pantalla, demuestra gran autosuficiencia, excelente su compenetración con Peck, su química es magnífica, se traslucen sus batallitas y su camaradería. Karl Malden es el simpaticón camarero, servil, adulador, que ve en Ringo el éxito de su negocio, notable. Skip Homeier es el bravucón de Cayene, le da a su personaje dosis chulescas y presuntuosas, un vanidoso niñato que va pidiendo con un altavoz le zurren, brillante. Helen Westcott es un pequeño lunar entre tanta excelencia, no demuestra química con Peck, resulta algo gélida, no le ves los ojos iluminados, no le notas amor, no les ves un pasado feliz, más bien ganas de perderlo de vista, mini-tara entre tanto lujo.
La puesta en escena es de gran sobriedad, sin alardes, contribuyendo a explotar este fresco del ocaso de los pistoleros, con espléndida fotografía de Arthur C. Miller (“Que Verde Era Mi Valle”), en glorioso b/n provoca en el espectador sensación de opresión, de dureza, de realismo, esto adornado por la estupenda música de Alfred Newman (“Tiempos Modernos”) de resonancias homéricas.
La cinta evoluciona en intenso increscendo dramático, con remansos de humor cínico, como la escena en la comisaría donde las mujeres guardianas de la moral hablan amistosamente con el desconocido (Ringo), de cómo deben tratar al “sádico” Pistolero, el riesgo acecha a Ringo por cualquier resquicio, presagiamos que puede ser su último día, ello en pos de un clímax final glorioso (spoiler), sumándose un trémulo epílogo. Un Clásico imperecedero, 81 Magnos minutos, que ganan con cada visionado, una sugerente y sugestiva narración sobre como un “Don” que la providencia ha puesto en ti primero es una bendición pero terminará por ser una maldición. Fuerza y honor!!!
Spoiler:
Cuando ya por fin Ringo ha conseguido hablar con su mujer e hijo, decide salir del pueblo por la puerta de atrás del bar, los hermanos vengadores le esperan, pero un ayudante del sheriff los descubre y detiene, parece que Ringo va a poder salir de allí a salvo, monta y sale al galope pero antes de que pueda doblar la esquina alguien sale de las sombras y le dispara mortalmente por la espalda, el bravucón Hunt Bromley (Skip Homeier) le ha baleado para vampirizar la popularidad del Pistolero, Ringo en sus últimas palabras pide a Mark no le detenga, que diga ha sido en un duelo justo, Ringo le dice que no es bondad, todo lo contrario, quiere sufra lo que él ha padecido, que la sombra maldita no le deje dormir tranquilo, que haya alguien siempre dispuesto a matarlo por un cacho de “gloria”. Mark echa del pueblo a Hunt, no sin antes propinarle una paliza. Y llega su conmovedor epílogo, celebran en una multitudinaria misa el funeral de Ringo, por entre el público se abre paso Peggie y su hijo, rebelando orgullosa algo que había escondido años, que era la esposa de Ringo, el sheriff la escolta a primera fila, trémulo. Durante los títulos de crédito finales vemos a Ringo en el crepúsculo cabalgar hacia la puesta de sol con su lírica silueta, hermoso.
El resto del reparto cumple como buen apoyo, Millard Mitchell encarna con mesura al viejo amigo de Ringo, hombre sereno e inteligente que es la encarnación de lo que Ringo quisiera ser, lo interpreta con un porte majestuosos, parece flotar por la pantalla, demuestra gran autosuficiencia, excelente su compenetración con Peck, su química es magnífica, se traslucen sus batallitas y su camaradería. Karl Malden es el simpaticón camarero, servil, adulador, que ve en Ringo el éxito de su negocio, notable. Skip Homeier es el bravucón de Cayene, le da a su personaje dosis chulescas y presuntuosas, un vanidoso niñato que va pidiendo con un altavoz le zurren, brillante. Helen Westcott es un pequeño lunar entre tanta excelencia, no demuestra química con Peck, resulta algo gélida, no le ves los ojos iluminados, no le notas amor, no les ves un pasado feliz, más bien ganas de perderlo de vista, mini-tara entre tanto lujo.
La puesta en escena es de gran sobriedad, sin alardes, contribuyendo a explotar este fresco del ocaso de los pistoleros, con espléndida fotografía de Arthur C. Miller (“Que Verde Era Mi Valle”), en glorioso b/n provoca en el espectador sensación de opresión, de dureza, de realismo, esto adornado por la estupenda música de Alfred Newman (“Tiempos Modernos”) de resonancias homéricas.
La cinta evoluciona en intenso increscendo dramático, con remansos de humor cínico, como la escena en la comisaría donde las mujeres guardianas de la moral hablan amistosamente con el desconocido (Ringo), de cómo deben tratar al “sádico” Pistolero, el riesgo acecha a Ringo por cualquier resquicio, presagiamos que puede ser su último día, ello en pos de un clímax final glorioso (spoiler), sumándose un trémulo epílogo. Un Clásico imperecedero, 81 Magnos minutos, que ganan con cada visionado, una sugerente y sugestiva narración sobre como un “Don” que la providencia ha puesto en ti primero es una bendición pero terminará por ser una maldición. Fuerza y honor!!!
Spoiler:
Cuando ya por fin Ringo ha conseguido hablar con su mujer e hijo, decide salir del pueblo por la puerta de atrás del bar, los hermanos vengadores le esperan, pero un ayudante del sheriff los descubre y detiene, parece que Ringo va a poder salir de allí a salvo, monta y sale al galope pero antes de que pueda doblar la esquina alguien sale de las sombras y le dispara mortalmente por la espalda, el bravucón Hunt Bromley (Skip Homeier) le ha baleado para vampirizar la popularidad del Pistolero, Ringo en sus últimas palabras pide a Mark no le detenga, que diga ha sido en un duelo justo, Ringo le dice que no es bondad, todo lo contrario, quiere sufra lo que él ha padecido, que la sombra maldita no le deje dormir tranquilo, que haya alguien siempre dispuesto a matarlo por un cacho de “gloria”. Mark echa del pueblo a Hunt, no sin antes propinarle una paliza. Y llega su conmovedor epílogo, celebran en una multitudinaria misa el funeral de Ringo, por entre el público se abre paso Peggie y su hijo, rebelando orgullosa algo que había escondido años, que era la esposa de Ringo, el sheriff la escolta a primera fila, trémulo. Durante los títulos de crédito finales vemos a Ringo en el crepúsculo cabalgar hacia la puesta de sol con su lírica silueta, hermoso.