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Voto de TOM REGAN:
7
2 de mayo de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
65/01(02/04/15) Tengo opiniones contrapuestas sobre este épico film de Ridley Scott, por el lado positivo está LA vibrante puesta en escena, su colosal recreación de las plagas, y sobre todo un ambiguo guión que no se ata al Antiguo Testamento, nos quiere dar una valiente y compleja respuesta a los hechos, donde cada cual podrá extraer sus propias conclusiones, es por este coraje que ha recibido muchas críticas, yo en cambio se lo alabo, el agnóstico declarado realizador se atreve a darnos una visión singular de los acontecimientos, jugando con las casualidades, los fenómenos naturales y con la fina línea que separa la locura del narcisismo mesiánico, en el lado negativo está un desarrollo que divaga a trompicones, orgánicamente la historia hace aguas, nunca llegas a empatizar con los protagonistas, tanto los egipcios como los hebreos son gente invisible, sin alma, te da igual lo que les pase, el drama humano es nulo en el film, esto hace contrapeso a lo bueno, habrá que esperar a la versión de 4 horas, “director’scut”, esta teatral es de 2 horas y media, con lo que igual en los 90 minutos adicionales rellenan lagunas, incoherencias y boquetes narrativos.
La puesta en escena es superlativa, ya desde de su macro concentración de personas, en Pechina (Almería) se hizo un casting para 4000 personas, en Fuerteventura (Canarias) de 2000, con imponente diseño de producción de Arthur Max (“Gladiator”), recreando con fastuosidad el Egipto faraónico, con sus pirámides, sus efigies, sus ciudades, filmada en Tabernas (Almería), Ouarzazate (Marruecos), Sierra Alhamilla (Almería), reflejando la magnífica Memphis, la ciudad obrera de Piton, el campo de batalla contra los hititas, o el mítico cruce del Mar Rojo, rodado en Fuerteventura (Canarias), todo esto se mezcla con el sobresaliente trabajo en el supervisor de f/x Peter Chiang (“Batman”), no sabiéndose donde acaba uno y empieza el otro, con más de 1500 tomas de efectos visuales, sirven para multiplicar a la gente (en una escena son unas 40 personas las que siguen a Moisés, y lo que vemos en la pantalla son 400000), para dar realismo a las plagas, llegando a manejarse 400 ranas en una de ellas, para la espectacular granizada se crearon 30 cañones especiales que atomizarían bolas polímero que rompen como el hielo, a todo esto ayuda la fenomenal fotografía del polaco Dariusz Wolski (“SweeneyTodd”), con hermosos planos aéreos, con hermosa panorámicas, con energía en la acción, captando la épica del relato, en tonalidades grisáceas-melancólicas, con amplia gama de tomas desde múltiples ángulos, algunos en CGI. A este se suma un impresionante realismo en el vestuario de Janty Yates (“El Reino de los Cielos”). La música del español Alberto Iglesias (“El topo”), no es la más inspirada, ni en sus notas, ni en su colocación en el metraje, pasada de vueltas en casos y metida con calzador en escenas que estorba y manipula.
El guión es de Adam Cooper (“Un golpe de altura”), Bill Collage (“Un golpe de altura”), Jeffrey Caine (“El jardinero fiel”) y Steven Zaillian (“La lista de Shindler”), que adaptan de forma bastante libre y secular el libro homónimo del Antiguo Testamento, lo humanizan, lo despojan de afán dogmático religioso, realizan una ingeniosa reflexión sobre la fe, sobre hasta dónde llega lo mundano y empieza lo espiritual, de hecho para remarcar esta mirada laica reseñable es que arranca el film con la leyenda sobreimpresionada "1300 BCE" (secular Antes de la Era Común) en lugar de esperada aC (antes de Cristo). El argumento se centra potencialmente en los dos antagonistas, los secundarios son bastante plúmbeos de personalidad. Ridley explora desde una óptica nueva una historia mil veces vista y sabida, le da un toque nuevo, aunque si escarbas un poquito te darás cuenta que el relato no es ni más ni menos que “Gladiator”, un gran líder militar al que el Emperador-Faraón tiene en más estima que al hijo, que a la muerte de este es desterrado, y que vuelve con objetivo de hacer tambalear el poder establecido, fácil confundir las historias. Scott le da al film un prisma neutro, más que ateo, es aséptico, que cada espectador saque su propia conclusión, nos muestra a un líder, Moisés, que se cuestiona su fe, con atisbos d de terrorista, cuestiona los métodos de Dios, un Dios vengativo, iracundo, sanguinario, este Dios es representado con gran tino por la figura de un querubín, un niño de fuerte personalidad, en realidad esto es más cercano al Dios del Antiguo Testamento.
Christian Bale da vida con furibunda energía a Moisés, de poderío físico, pero le falta una personalidad marcada, le noto difuso, es una nave a la deriva que no determina hacia dónde va, lo he visto en otros roles mucho mejor, aquí le falta para llenar la pantalla, su reconversión de egipcio a líder mesiánico de los hebreos, me queda hecha a empujones, muy forzada, su desarrollo está mal realizado, no atisbas gradualidad, está desprovisto de momentos dramáticos en los que puedas conectar con el personaje. Joel Edgerton crea a un Ramsés sufriente, emitiendo un gran lenguaje físico y gestual que hablan más que las palabras, aunque también le falta profundidad. John Turturro en su breve papel deja constancia de su gran hacer, aportando carisma y porte de Rey. Ben Mendelsohn como el virrey egipcio, se viene arriba con un personaje sibilino, amanerado y pérfido, muy bueno. Isaac Andrews como el Niño Alter Ego de Dios lo borda, una iracunda presencia, turbadora actuación que desborda furia y tormenta, de lo mejor del film. El resto del reparto apoco escapan de sombras con alguna voz, Ben Kingsley queda únicamente como un narrador de la vida de Moisés, el que oralmente narra la clásica historia del bebé Moisés en una cesta surcando el Nilo, esta visión se obvia, para el resto queda en muy segundo plano, Sigourney Weaver es un nombre de estrella que añadir al cartel, en el film casi alguien que pasa por allí... (continua en spoiler)
La puesta en escena es superlativa, ya desde de su macro concentración de personas, en Pechina (Almería) se hizo un casting para 4000 personas, en Fuerteventura (Canarias) de 2000, con imponente diseño de producción de Arthur Max (“Gladiator”), recreando con fastuosidad el Egipto faraónico, con sus pirámides, sus efigies, sus ciudades, filmada en Tabernas (Almería), Ouarzazate (Marruecos), Sierra Alhamilla (Almería), reflejando la magnífica Memphis, la ciudad obrera de Piton, el campo de batalla contra los hititas, o el mítico cruce del Mar Rojo, rodado en Fuerteventura (Canarias), todo esto se mezcla con el sobresaliente trabajo en el supervisor de f/x Peter Chiang (“Batman”), no sabiéndose donde acaba uno y empieza el otro, con más de 1500 tomas de efectos visuales, sirven para multiplicar a la gente (en una escena son unas 40 personas las que siguen a Moisés, y lo que vemos en la pantalla son 400000), para dar realismo a las plagas, llegando a manejarse 400 ranas en una de ellas, para la espectacular granizada se crearon 30 cañones especiales que atomizarían bolas polímero que rompen como el hielo, a todo esto ayuda la fenomenal fotografía del polaco Dariusz Wolski (“SweeneyTodd”), con hermosos planos aéreos, con hermosa panorámicas, con energía en la acción, captando la épica del relato, en tonalidades grisáceas-melancólicas, con amplia gama de tomas desde múltiples ángulos, algunos en CGI. A este se suma un impresionante realismo en el vestuario de Janty Yates (“El Reino de los Cielos”). La música del español Alberto Iglesias (“El topo”), no es la más inspirada, ni en sus notas, ni en su colocación en el metraje, pasada de vueltas en casos y metida con calzador en escenas que estorba y manipula.
El guión es de Adam Cooper (“Un golpe de altura”), Bill Collage (“Un golpe de altura”), Jeffrey Caine (“El jardinero fiel”) y Steven Zaillian (“La lista de Shindler”), que adaptan de forma bastante libre y secular el libro homónimo del Antiguo Testamento, lo humanizan, lo despojan de afán dogmático religioso, realizan una ingeniosa reflexión sobre la fe, sobre hasta dónde llega lo mundano y empieza lo espiritual, de hecho para remarcar esta mirada laica reseñable es que arranca el film con la leyenda sobreimpresionada "1300 BCE" (secular Antes de la Era Común) en lugar de esperada aC (antes de Cristo). El argumento se centra potencialmente en los dos antagonistas, los secundarios son bastante plúmbeos de personalidad. Ridley explora desde una óptica nueva una historia mil veces vista y sabida, le da un toque nuevo, aunque si escarbas un poquito te darás cuenta que el relato no es ni más ni menos que “Gladiator”, un gran líder militar al que el Emperador-Faraón tiene en más estima que al hijo, que a la muerte de este es desterrado, y que vuelve con objetivo de hacer tambalear el poder establecido, fácil confundir las historias. Scott le da al film un prisma neutro, más que ateo, es aséptico, que cada espectador saque su propia conclusión, nos muestra a un líder, Moisés, que se cuestiona su fe, con atisbos d de terrorista, cuestiona los métodos de Dios, un Dios vengativo, iracundo, sanguinario, este Dios es representado con gran tino por la figura de un querubín, un niño de fuerte personalidad, en realidad esto es más cercano al Dios del Antiguo Testamento.
Christian Bale da vida con furibunda energía a Moisés, de poderío físico, pero le falta una personalidad marcada, le noto difuso, es una nave a la deriva que no determina hacia dónde va, lo he visto en otros roles mucho mejor, aquí le falta para llenar la pantalla, su reconversión de egipcio a líder mesiánico de los hebreos, me queda hecha a empujones, muy forzada, su desarrollo está mal realizado, no atisbas gradualidad, está desprovisto de momentos dramáticos en los que puedas conectar con el personaje. Joel Edgerton crea a un Ramsés sufriente, emitiendo un gran lenguaje físico y gestual que hablan más que las palabras, aunque también le falta profundidad. John Turturro en su breve papel deja constancia de su gran hacer, aportando carisma y porte de Rey. Ben Mendelsohn como el virrey egipcio, se viene arriba con un personaje sibilino, amanerado y pérfido, muy bueno. Isaac Andrews como el Niño Alter Ego de Dios lo borda, una iracunda presencia, turbadora actuación que desborda furia y tormenta, de lo mejor del film. El resto del reparto apoco escapan de sombras con alguna voz, Ben Kingsley queda únicamente como un narrador de la vida de Moisés, el que oralmente narra la clásica historia del bebé Moisés en una cesta surcando el Nilo, esta visión se obvia, para el resto queda en muy segundo plano, Sigourney Weaver es un nombre de estrella que añadir al cartel, en el film casi alguien que pasa por allí... (continua en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
...Aaron Paul tras su sádica presentación parece tendrá peso, y pasa a ser un voyeur de Moisés, su misión es ser la visión del espectador, que cuando lo espía tras unos arbustos hablando solo dudemos si es una alucinación moisística o es real, para lo demás otra sombra, María Valverde aporta belleza hispana, superficial y escasísimo rol.
Momentos recordables: Las muchas hermosas imágenes de la recreación del Egipto Faraónico, y sobre todo la recreación de las plagas “bíblicas”, con la impresionante masacre de cocodrilos en el Nilo, la invasión de ranas, el alud de langosta, y por último el maligno eclipse, ingenioso que nos den una solución natural a las plagas, hacen nos cuestionemos la el Dogma que muchas veces nos contaron; Asimismo soberbio el tramo en que los hebreos cruzan el Mar Rojo, de una magnificencia superlativa, en el clímax el ejército egipcio cargando contra los hebreos en el Mar, mientras de fondo el majestuoso Mar vuelve, Ridley ha querido hacer que pudo ser un tsunami; En el epílogo me es perturbador la osadía encomiable de Scott al representar que Moisés subió al Monte Sinaí y allí es él el que talla las Tablas de los 10 Mandamientos, y no le son entregadas por Dios, sigue jugando con el espectador y la ambigüedad de la historia, muy apreciable nos haga pensar.
En el rincón de los defectos destaca lo mal aprovechados que están gran parte de los actores, Sigourney Weaver, Ben Kingsley, María Valverde, Aaron Paul, presencias adorno, con roles apenas esbozados, sin tiempo alguno para medio-desarrollarse, solo se pone énfasis en los protagonistas el resto son, eras figuras sin alma, desangeladas. La que debiera ser una batalla a la altura de la del inicio de “Gladiator” se expone de modo plano, fríamente, sin sangre que la dote de realismo, no te hace vibrar, te deja gélido, esperaba más de Ridley. Las elipsis no son bien manejadas, con evidentes cortes en caracteres que te impiden conectar con la historia, produciendo confusiones en el espectador por el comportamiento errático de algunos personajes. El esperado tramo de las plagas es simplemente Descomunal, pero en su contra queda que suceden apresuradamente, no da tiempo a digerir su extraordinaria visualidad, transcurren precipitadamente, error. El pueblo de judíos es una masa uniforme desprovista de personalidad, se desplazan de un lugar a otro como meros artificios, te importan bien poco sus penurias, no tienes empatía alguna con su sufrimiento. Los diálogos no ayudan, se sienten acartonados, lineales, sin frescura, nada currados, sumado a unas interrelaciones entre personajes inexistentes,esto redunda en personajes sin poderío, el ejemplo más nítido es la supuesta gran amistad entre Ramsés y Moisés, muy mal proyectada, no sientes vinculo alguno entre ellos, parte del motor de la historia debería ser esta gradualidad de la camaradería al odio, pero esto nos llega insípido, insustancial, sin chicha. Todo esto deriva en falta de emoción, en un gran espectáculo extirpado de chispa vital.
Se alteran muchas situaciones con respecto al relato del Antiguo Testamento, así como se omiten otras como las referentes al Becerro de Oro, o el Maná, el límite de espacio me impide comentarlas.
En conjunto, sumado lo bueno y malo me da una más que interesante propuesta, muy recomendable para los que gusten de cuestionarse axiomas y dogmas de fe, con un envoltorio visual-estético prodigioso. Fuerza y honor!!!
Crítica sesgada por el límite de caracteres, ver íntegra en: http://tomregan.blogspot.com/2015/05/exodus-dioses-y-reyes.html
Momentos recordables: Las muchas hermosas imágenes de la recreación del Egipto Faraónico, y sobre todo la recreación de las plagas “bíblicas”, con la impresionante masacre de cocodrilos en el Nilo, la invasión de ranas, el alud de langosta, y por último el maligno eclipse, ingenioso que nos den una solución natural a las plagas, hacen nos cuestionemos la el Dogma que muchas veces nos contaron; Asimismo soberbio el tramo en que los hebreos cruzan el Mar Rojo, de una magnificencia superlativa, en el clímax el ejército egipcio cargando contra los hebreos en el Mar, mientras de fondo el majestuoso Mar vuelve, Ridley ha querido hacer que pudo ser un tsunami; En el epílogo me es perturbador la osadía encomiable de Scott al representar que Moisés subió al Monte Sinaí y allí es él el que talla las Tablas de los 10 Mandamientos, y no le son entregadas por Dios, sigue jugando con el espectador y la ambigüedad de la historia, muy apreciable nos haga pensar.
En el rincón de los defectos destaca lo mal aprovechados que están gran parte de los actores, Sigourney Weaver, Ben Kingsley, María Valverde, Aaron Paul, presencias adorno, con roles apenas esbozados, sin tiempo alguno para medio-desarrollarse, solo se pone énfasis en los protagonistas el resto son, eras figuras sin alma, desangeladas. La que debiera ser una batalla a la altura de la del inicio de “Gladiator” se expone de modo plano, fríamente, sin sangre que la dote de realismo, no te hace vibrar, te deja gélido, esperaba más de Ridley. Las elipsis no son bien manejadas, con evidentes cortes en caracteres que te impiden conectar con la historia, produciendo confusiones en el espectador por el comportamiento errático de algunos personajes. El esperado tramo de las plagas es simplemente Descomunal, pero en su contra queda que suceden apresuradamente, no da tiempo a digerir su extraordinaria visualidad, transcurren precipitadamente, error. El pueblo de judíos es una masa uniforme desprovista de personalidad, se desplazan de un lugar a otro como meros artificios, te importan bien poco sus penurias, no tienes empatía alguna con su sufrimiento. Los diálogos no ayudan, se sienten acartonados, lineales, sin frescura, nada currados, sumado a unas interrelaciones entre personajes inexistentes,esto redunda en personajes sin poderío, el ejemplo más nítido es la supuesta gran amistad entre Ramsés y Moisés, muy mal proyectada, no sientes vinculo alguno entre ellos, parte del motor de la historia debería ser esta gradualidad de la camaradería al odio, pero esto nos llega insípido, insustancial, sin chicha. Todo esto deriva en falta de emoción, en un gran espectáculo extirpado de chispa vital.
Se alteran muchas situaciones con respecto al relato del Antiguo Testamento, así como se omiten otras como las referentes al Becerro de Oro, o el Maná, el límite de espacio me impide comentarlas.
En conjunto, sumado lo bueno y malo me da una más que interesante propuesta, muy recomendable para los que gusten de cuestionarse axiomas y dogmas de fe, con un envoltorio visual-estético prodigioso. Fuerza y honor!!!
Crítica sesgada por el límite de caracteres, ver íntegra en: http://tomregan.blogspot.com/2015/05/exodus-dioses-y-reyes.html