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Voto de TOM REGAN:
9
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Aventuras. Drama
El capitán Vladimir Arseniev y su destacamento tienen que realizar unas prospecciones geológicas en los bosques de la taiga siberiana. La inmensidad del territorio y la dureza del clima hacen que se extravíe. Condenado a vagar por una tierra salvaje, Vladimir conoce a Dersu Uzala, un cazador nómada que conoce el territorio como la palma de su mano y sabe cómo afrontar las inclemencias del tiempo. Dersu enseñará a Vladimir a respetar la ... [+]
6 de noviembre de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
204/20(30/10/16) El maestro japonés Akira Kurosawa se trasladó por vez primera a rodar fuera de su país (siendo también la primera que no rodaba en lengua nipón, y la única que filmó en 70 mm), regalándonos con ello un Clásico imperecedero de aventuras, un glorioso canto a la amistad y a la comunión del hombre con la naturaleza. Historia real basada en los cuadernos de viaje (1923) del científico y explorador ruso Vladimir Arseniev, que a principio del SXX realizó varias expediciones a la taiga siberiana (concretamente la región Krai y Sijote-Alin en el lejano oriente siberiano) para cartografiar el territorio, y estudiar los pueblos aborígenes, trabando en estos viajes una sólida amistad con un veterano cazador nómada, el goldi (indígena del territorio) Dersu Uzala. En 1971, Kurosawa intentó suicidarse durante un período malo en su carrera, se cuestionó su capacidad creativa tras el fracaso comercial de “Dodes'ka-den” el año anterior y la posterior denegación de fondos para sus producciones por los estudios japoneses. En 1972 el productor Yoichi Matsue y su asistente Teruyo Nogami fueron abordados por el estudio soviético Mosfilm para una adaptación de las memorias del ruso Vladimir Arseniev, Matsue firmó el acuerdo con la condición que Kurosawa tuviera control creativo total sobre el film. La espléndida obra ganó el Oscar a la mejor película extranjera.
Kurosawa dirige con sobriedad pero con solidez lírico-narrativa, en un desarrollo sereno, pero fluido, melancólico pero exaltando la épica de la naturaleza siendo el hilo conductor la voz en off del propio Vladimir Arseniev, ello relatando la historia en flash-back, discurriendo el film mediante episodios de aventuras cosidas por mágicos cielos infinitos, y por la emoción que destilan los fotogramas, respirándose la hostilidad ambiental. Relato impregnado de silencios que hablan más que las palabras, de miradas, de gestos, de sensaciones, de diálogos escuetos, mientras nos va empapando la sabiduría de este humilde nómada, un espíritu libre que no p puede ser cercado entre paredes,
La cinta resulta una maravillosa odisea por vastos territorios hostiles y hermosos y colosales a la vez, lugares azotados por las inclemencias meteorológicas, el viento, el frío, la nieve, etc, donde Kurosawa nos muestra con brillantez como el ser humano es una hoja que intenta sobrevivir ante el Dios Naturaleza, destilando en cada fotograma el realizador un canto de amor a la Tierra, una oda a la beldad de los paisajes vírgenes, a la vida, a la amistad desinteresada, un alegato a favor del medio ambiente, una loa a saber apreciar las pequeñas cosas que nos da la vida, al altruismo, a la solidaridad, a la vida sencilla, y una sibilina crítica a nuestra acomodaticia sociedad. Es la épica de la rutinaria subsistencia del ser humano en las peores condiciones y saber hacer de estas algo cotidiano, todo ello revestido de un sólido mensaje humanista, costumbrista y naturalista.
El director japonés nos lleva por majestuosos escenarios, donde el hombre queda minimizado al máximo, es un juguete de las fuerzas de la naturaleza, y en ellos se forja un bromance que te cala, describiendo aceradamente a los protagonistas en un arco de evolución profundo, sabiendo hacer Kurosawa que nos sintamos el capitán ruso y nos quedemos hechizados por la personalidad de este entrañable indígena que es todo bondad, solidaridad, altruismo, honestidad, nobleza, integridad, generosidad, ello en contraste con el individualismo y egoísmo de nuestra “moderna” sociedad, quedamos maravillados por la voz de su experiencia, ello sobre todo por el choque de culturas de uno y otro, y entre los dos surge de modo natural y fluido la confianza, aflorando puros sentimientos de camaradería, creciendo con episodios que los van marcando, una noche bajo las estrellas, una comida en el claro de un bosque, una conversación sencilla junto al fuego del campamento, o los más intensos de tener que sobrevivir juntos en una dura noche en un lago helado, la aventura en una balsa a la deriva por los rápidos de un rio, o el enfrentamiento con un tigre siberiano.
El característico y fascinante pulso para la acción del realizador japonés, demostrado ampliamente en las escenas de geniales coreografías de samuráis, aquí esta se enfoca la lucha del hombre pero contra la hostilidad de la arbitraria naturaleza salvaje, la batalla diaria por la supervivencia en un lugar cruento. De esta contienda diaria surge lo mejor y lo peor de las personas, brota su esencia primitiva, de cómo debe aprender a convivir en un entorno atávico, esto lo representa en su nivel máximo el errante Dersu, una especie de druida que se ha mimetizado de modo sensible con la taiga siberiana, hombre de una pureza integra sublime, un ser generoso y solidario sin pretender se lo gradezcan (de hecho ni conoce por los que se llega apreocupar), no entiende el materialismo del dinero, caza lo necesario, etc. Manando una elegía al “buen salvaje”, a como sus tradiciones y su arcaico modo de vida son la prehistoria del ahora llamado ecologismo, ello contraponiéndolo a los vicios de nuestra “civilización”, que claro que tiene sus muchísimas virtudes, pero también su taras, como es su desconocimiento del poder y belleza omnímoda de la naturaleza. El film además intenta reflejar el crepúsculo de una época, como bien marca el prólogo (cuando Arseniev busca la tumba de su amigo que estaba en un bosque, en lo que ahora es un descampado donde crece un poblado), el fin de un tiempo, de cómo la “civilización” se traga y devora bosques en nombre de los “avances” y las comodidades, de cómo esta “modernidad” tritura culturas y modos de vida ancestrales, el “progreso” no siempre es equilibrado y puede provocar extinciones de tribus, animales, y ahora el último elemento en riesgo es el Frío, por el llamado cambio climático.
Kurosawa dirige con sobriedad pero con solidez lírico-narrativa, en un desarrollo sereno, pero fluido, melancólico pero exaltando la épica de la naturaleza siendo el hilo conductor la voz en off del propio Vladimir Arseniev, ello relatando la historia en flash-back, discurriendo el film mediante episodios de aventuras cosidas por mágicos cielos infinitos, y por la emoción que destilan los fotogramas, respirándose la hostilidad ambiental. Relato impregnado de silencios que hablan más que las palabras, de miradas, de gestos, de sensaciones, de diálogos escuetos, mientras nos va empapando la sabiduría de este humilde nómada, un espíritu libre que no p puede ser cercado entre paredes,
La cinta resulta una maravillosa odisea por vastos territorios hostiles y hermosos y colosales a la vez, lugares azotados por las inclemencias meteorológicas, el viento, el frío, la nieve, etc, donde Kurosawa nos muestra con brillantez como el ser humano es una hoja que intenta sobrevivir ante el Dios Naturaleza, destilando en cada fotograma el realizador un canto de amor a la Tierra, una oda a la beldad de los paisajes vírgenes, a la vida, a la amistad desinteresada, un alegato a favor del medio ambiente, una loa a saber apreciar las pequeñas cosas que nos da la vida, al altruismo, a la solidaridad, a la vida sencilla, y una sibilina crítica a nuestra acomodaticia sociedad. Es la épica de la rutinaria subsistencia del ser humano en las peores condiciones y saber hacer de estas algo cotidiano, todo ello revestido de un sólido mensaje humanista, costumbrista y naturalista.
El director japonés nos lleva por majestuosos escenarios, donde el hombre queda minimizado al máximo, es un juguete de las fuerzas de la naturaleza, y en ellos se forja un bromance que te cala, describiendo aceradamente a los protagonistas en un arco de evolución profundo, sabiendo hacer Kurosawa que nos sintamos el capitán ruso y nos quedemos hechizados por la personalidad de este entrañable indígena que es todo bondad, solidaridad, altruismo, honestidad, nobleza, integridad, generosidad, ello en contraste con el individualismo y egoísmo de nuestra “moderna” sociedad, quedamos maravillados por la voz de su experiencia, ello sobre todo por el choque de culturas de uno y otro, y entre los dos surge de modo natural y fluido la confianza, aflorando puros sentimientos de camaradería, creciendo con episodios que los van marcando, una noche bajo las estrellas, una comida en el claro de un bosque, una conversación sencilla junto al fuego del campamento, o los más intensos de tener que sobrevivir juntos en una dura noche en un lago helado, la aventura en una balsa a la deriva por los rápidos de un rio, o el enfrentamiento con un tigre siberiano.
El característico y fascinante pulso para la acción del realizador japonés, demostrado ampliamente en las escenas de geniales coreografías de samuráis, aquí esta se enfoca la lucha del hombre pero contra la hostilidad de la arbitraria naturaleza salvaje, la batalla diaria por la supervivencia en un lugar cruento. De esta contienda diaria surge lo mejor y lo peor de las personas, brota su esencia primitiva, de cómo debe aprender a convivir en un entorno atávico, esto lo representa en su nivel máximo el errante Dersu, una especie de druida que se ha mimetizado de modo sensible con la taiga siberiana, hombre de una pureza integra sublime, un ser generoso y solidario sin pretender se lo gradezcan (de hecho ni conoce por los que se llega apreocupar), no entiende el materialismo del dinero, caza lo necesario, etc. Manando una elegía al “buen salvaje”, a como sus tradiciones y su arcaico modo de vida son la prehistoria del ahora llamado ecologismo, ello contraponiéndolo a los vicios de nuestra “civilización”, que claro que tiene sus muchísimas virtudes, pero también su taras, como es su desconocimiento del poder y belleza omnímoda de la naturaleza. El film además intenta reflejar el crepúsculo de una época, como bien marca el prólogo (cuando Arseniev busca la tumba de su amigo que estaba en un bosque, en lo que ahora es un descampado donde crece un poblado), el fin de un tiempo, de cómo la “civilización” se traga y devora bosques en nombre de los “avances” y las comodidades, de cómo esta “modernidad” tritura culturas y modos de vida ancestrales, el “progreso” no siempre es equilibrado y puede provocar extinciones de tribus, animales, y ahora el último elemento en riesgo es el Frío, por el llamado cambio climático.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El corazón de la historia se parte en dos expediciones cartográficas: La primera en 1902, cuando Arseniev conoce a Dersu, con su entrada gloriosa nocturna, se oye su voz que se acerca al campamento militar “No disparen, soy gente!”, tras lo que germina la amistad entre él y el capitán, siendo el zenit cuando una noche, en un lago helado Dersu con su veteranía en la tierra consigue salvar la vida a los dos, luego llega su estremecedora despedida; Hay una elipsis y saltamos a 1907, con el cálido reencuentro entre los viejos amigos, tiempo que para Arseniev guarda “los recuerdos más felices” de sus días junto a Dersu, con acoso de tigres, la vibrante aventura de la balsa a la deriva por el río, o el hermoso carrusel de fotografías, pero hay un hecho que lo cambia todo, es cuando Dersu dispara sin querer al tigre Amba, el que él según sus creencias es el espíritu de la taiga. A partir de aquí todo se vuelve más sombrío e irritable con Dersu, esto va unido a la decadencia física del cazador, expuesta en su pérdida gradual de visión, hasta el zenit de la caída de Dersu, su batalla onírica en la noche contra el fuego y Amba.
Le pongo el defecto que tras 140 minutos apenas sabremos algo de la cultura y tradicionalismo de Dersu, solo pequeños apuntes, todo muy esquemático, esbozos aquí y allá, el estudio antropológico de los goldis queda en meros apuntes a pie de página que nos hurtan darle más fondo y sentido al carismático Dersu Uzala.
Maksim Munsuk como Dersu Uzala lo borda, su tremendo carisma y empatía traspasa la pantalla, su mimetización con el personaje es abrumadora, nunca puedes pensar que tras ese ajado rostro hay un actor, es el cazador nómada, aportando profundidad, emoción, humildad, simpatía, solidaridad, con un lenguaje gestual fascinante, con sus piernas arqueadas, con las arrugas de sabiduría en su rostro, Gloriosa interpretación. Yuri Solomin encarna con curiosidad y cariño al capitán Arseniev, tiene una gran química con Maksim, entre los saltan chispas de autenticidad. No hay secundarios de mínimo peso, quizás este es un defecto, el apoyado estas caracterizaciones con algunas interrelaciones que dieran más fondo al relato.
La puesta en escena resulta memorable, con un excelso diseño de producción de Yuriy Raksha (“La ascensión”), rodándose los magnos exteriores Primorsky Kray (Siberia), en el Lejano Oriente de Rusia, lindando con China y el Pacífico, en escenarios enaltecidos por la extraordinaria fotografía en 70 mm de Asakazu Nakai (“Vivir”, “Los 7 Samurais” o “Ran”), Fyodor Dobronrarov (“Las nuevas aventuras de los incapturables”), y Yuriy Gantman, sobresaliendo hermosas tomas panorámicas, haciendo de la cámara la cámara un pincel con el que pintar exuberantes cuadros de una beldad sibarita, consiguiendo integrar a los humanos en simbiosis con los salvajes lares, con sus valles, ríos, lagos, bosques, valles, etc, con profusión de sugestivos travellings, haciendo de la grandiosa naturaleza el co-protagonista del film, sabiendo amoldarse a los momentos íntimos, a los expresivos primeros planos, ello en un patinado cromático prodigioso, ello en contraste con el tramo de la vivienda del capitán en Khabarovsk, transmitiendo claustrofobia en sus opresivas angulaciones y estatismo. Se suma el score tenue nada intrusivo de Isaak Shvarts (“Sol blanco del desierto” o “La joven Catalina”).
Spoiler:
Frases de Dersu: "El sol es gente, gente muy importante. Si el sol muere todos mueren"; "A veces la montaña, el bosque, parece que nos den la bienvenida, pero en otras ocasiones se muestran salvajes, hostiles"; "El comerciante me robó el dinero, no sé por qué..."; "El fuego es un hombre"; "El agua es un hombre, también".
Recomendable y clásico del Séptimo Arte, imprescindible a todo cinéfilo que se precie. Fuerza y honor!!!
Podéis leer más sobre el film en: http://tomregan.blogspot.com/2016/11/dersu-uzala-1975-el-maestro-japones.html
Le pongo el defecto que tras 140 minutos apenas sabremos algo de la cultura y tradicionalismo de Dersu, solo pequeños apuntes, todo muy esquemático, esbozos aquí y allá, el estudio antropológico de los goldis queda en meros apuntes a pie de página que nos hurtan darle más fondo y sentido al carismático Dersu Uzala.
Maksim Munsuk como Dersu Uzala lo borda, su tremendo carisma y empatía traspasa la pantalla, su mimetización con el personaje es abrumadora, nunca puedes pensar que tras ese ajado rostro hay un actor, es el cazador nómada, aportando profundidad, emoción, humildad, simpatía, solidaridad, con un lenguaje gestual fascinante, con sus piernas arqueadas, con las arrugas de sabiduría en su rostro, Gloriosa interpretación. Yuri Solomin encarna con curiosidad y cariño al capitán Arseniev, tiene una gran química con Maksim, entre los saltan chispas de autenticidad. No hay secundarios de mínimo peso, quizás este es un defecto, el apoyado estas caracterizaciones con algunas interrelaciones que dieran más fondo al relato.
La puesta en escena resulta memorable, con un excelso diseño de producción de Yuriy Raksha (“La ascensión”), rodándose los magnos exteriores Primorsky Kray (Siberia), en el Lejano Oriente de Rusia, lindando con China y el Pacífico, en escenarios enaltecidos por la extraordinaria fotografía en 70 mm de Asakazu Nakai (“Vivir”, “Los 7 Samurais” o “Ran”), Fyodor Dobronrarov (“Las nuevas aventuras de los incapturables”), y Yuriy Gantman, sobresaliendo hermosas tomas panorámicas, haciendo de la cámara la cámara un pincel con el que pintar exuberantes cuadros de una beldad sibarita, consiguiendo integrar a los humanos en simbiosis con los salvajes lares, con sus valles, ríos, lagos, bosques, valles, etc, con profusión de sugestivos travellings, haciendo de la grandiosa naturaleza el co-protagonista del film, sabiendo amoldarse a los momentos íntimos, a los expresivos primeros planos, ello en un patinado cromático prodigioso, ello en contraste con el tramo de la vivienda del capitán en Khabarovsk, transmitiendo claustrofobia en sus opresivas angulaciones y estatismo. Se suma el score tenue nada intrusivo de Isaak Shvarts (“Sol blanco del desierto” o “La joven Catalina”).
Spoiler:
Frases de Dersu: "El sol es gente, gente muy importante. Si el sol muere todos mueren"; "A veces la montaña, el bosque, parece que nos den la bienvenida, pero en otras ocasiones se muestran salvajes, hostiles"; "El comerciante me robó el dinero, no sé por qué..."; "El fuego es un hombre"; "El agua es un hombre, también".
Recomendable y clásico del Séptimo Arte, imprescindible a todo cinéfilo que se precie. Fuerza y honor!!!
Podéis leer más sobre el film en: http://tomregan.blogspot.com/2016/11/dersu-uzala-1975-el-maestro-japones.html