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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
6
Terror. Ciencia ficción Condenado a muerte por una serie de crímenes que no ha cometido, el Barón Victor Frankenstein trata en vano de explicar a sus carceleros que el autor de esas muertes es un monstruoso ser, creado por él en su laboratorio secreto. Su diabólica ambición de crear vida llevó a Frankenstein a desafiar a Dios, fabricando un ser abominable a partir de cadáveres. (FILMAFFINITY)
26 de octubre de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
191/08(15/10/16) El realizador londinense Terence Fisher se dio a conocer en el panorama internacional con esta exitosa revisión a la historia creada por Mary Shelley en 1818, dando inicio a la época dorada de la compañía británica Hammer, especializada en el renacimiento del terror serie b que pasaba por su particular filtro de escasos medios los icónicos títulos del horror de la Universal de los años 30. Esta que comento me queda en una simpática pero muy avejentada cinta, donde de medios brilla con fulgor, donde el goticismo y expresionismo propio del género han sido amputados, la iluminación candorosa anula el mundo de las sombras, donde la sala espectacular donde el Dr. Frankenstein creaba a su criatura en el film de 1931 aquí ha pasado a ser algo tan frugal que da lástima, donde los hermosos exteriores (ejemplos la torre-laboratorio o el épico final en el molino) han sido cercenados, todo tan escaso que huele a teatral, donde el Monstruo mítico ha pasado a ser algo con un maquillaje de la Señorita Pepis, donde el comportamiento del monstruo queda en algo ridículo. Se alteró la historia para no ser demandados por plagio por la Universal, el más importante es el cambio de personalidad del Dr. Frankenstein, aquí un psicópata amoral, lujurioso, sádico. Fue la primera cinta en que aparecieron juntos en un film Peter Cushing y Christopher Lee, es Cushing el que lleva el peso del relato con un tremendo carisma y credibilidad.

En 1818, el Barón Victor Frankenstein ( Peter Cushing ) está en prisión, en espera de ejecución por asesinato, allí le cuenta la historia de su vida al capellán. Tras la muerte de su madre el joven Baron Victor Frankenstein (Melvyn Hayes) toma el control exclusivo de la finca Frankenstein.Él se compromete a seguir pagando una cantidad mensual a su tía empobrecida Sofía y su joven prima Isabel (a quien su tía sugiere le hará una buena esposa). Paul Krempe (Robert Urquhart) se convierte en su tutor, con los años los dos comparten las inquietudes por los avances científicos. Después de varios años de estudio intenso, Víctor (Peter Cushing) con Paul comienzan a colaborar en experimentos científicos soibre traer a a la vida a seres muertos. También tendrán importancia en la historia Elizabeth (Hazel Court), prima de Victor y el Monstruo (Christopher Lee).

Un film entretenido, con un buen ritmo, donde no paran de suceder cosas, su escaso metraje (no llega a la hora y media) impide llegue el tedio, pero sobre todo lo que hace a la cinta apreciable es un Peter Cushing mayúsculo, un pérfido “Mad Doctor”, más retorcido que el Colin Clive de la versión de James Whale, una encarnación muy victoriana (a pesar de que el personaje es suizo), sibilino, elegante, sutil, libidinoso, flemático y muy manipulador, es su evolución hacia la total corrupción moral ele eje de la cinta, convirtiéndose alegóricamente el Monstruo la recreación espiritual del alma degradada de su creador (cual el retrato de Dorian Grey). Se le agrega a su personalidad lujuria, esto marcado por su relación sexual explícita (me refiero al lenguaje, no a escenas eróticas) fuera del matrimonio con una criada (Justine), algo muy adelantado a su tiempo, como lo es mostrarlo como un psicópata criminal sin escrúpulos, todo con tal de alcanzar sus malsanos objetivos, todo esto diferente a la versión del maestro Whale, que lo mostraba víctima de querer jugar a ser Dios, pero aquí estos depravados rasgos son para acentuar la perversión y maldad degenerativa del “Doctor Loco”, aquí dueño absoluto de sus actos. Y es que en la versión de la Universal compartían protagonismo el Baron y el Monstruo, y en la Hammer-versión este recae casi absolutamente en un absorbente Doctor Frankenstein, quedando relegado a un segundo plano la creación.

Peter Cushing encarna al científico con un fuerte dominio de la escena, con carácter, con carisma (espléndido manejando compulsivamente las máquinas revividoras de su laboratorio), con complejidad y mesura, le aporta matices gestuales contenidos brillantes (ejemplo el modo distraído con que se limpia una gota de sangre de la solapa de la camisa), muestra con veracidad su descenso al Averno de la razón, un trastornado obseso con su idea ser un pequeño Dios, lo dota de arrogancia, fanfarronería, altivez, con sonrisa cínica (desgarradora la que esboza cuando el Monstruo mata a la criada gritando, al otro lado de la puerta), sadismo (como pide como si nada la mermelada durante el desayuna a su prometida, cuando antes ha provocado la muerte de su amante), manejando una doble vida, en el escaparate un sofisticado anfitrión, pero en la trastienda un tipo poseído por la oscuridad. El actor fue escogido por su popularidad en la televisión británica.

La historia pretende exhibir un enfrentamiento entre la obsesión enfermiza amoral de Frankenstein contra la brújula moral que representa Paul Krempe, reflejo de la razón, del sentido común recto, de la ética moral, del temor a lo desconocido, quiere exponer el guión la lucha entre el Mal (Frankenstein) y el Bien (Krempe). En esto también se diferencia de la versión de 1931, me refiero al personaje del asistente del Doctor, en la primigenia era un tullido con joroba que seguía al Baron ciegamente, el mítico Igor, aquí es un hombre cabal el mentor que discute con su discípulo, y que termina por decencia distanciándose del Baron. Pues bien con lo dicho, Robert Urquhart con este rol resulta hastiante, fatigoso, molesto, irritante, cansino, parece un parásito que está con el Barón para poder vivir a cuerpo de rey en una mansión, incluso cuando ya no quiere seguir ayudando a Frankenstein sigue en la residencia, pero es que además sus aseveraciones morales resultan redundantes, cargantes, repetitivas, ser buenista plano, totalmente prescindible, es como si el guionista hubiera querido meter la voz del espectador en el personaje, no me refiero a la actuación, es lo torpemente escrito que está.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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