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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
8
Drama. Comedia Biopic sobre Herman Mankiewicz, guionista de 'Ciudadano Kane', que repasa el proceso de rodaje de la obra maestra de Orson Welles, dirigida y estrenada en 1941. La película toma como base un guión escrito por Jack Fincher, padre de David Fincher, antes de morir en 2003. (FILMAFFINITY)
8 de diciembre de 2020
13 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
399/08(07/12/20) Notable vuelta al cine (después de seis años del estreno de “Gone girl”) del iconoclasta y perfeccionista cineasta David Fincher (tiempo dedicado a la plataforma de streaming Netflix, para la que ha creado la fascinante serie “Mindhunter” y producido la antología de cortometrajes de ficción “Love & Robots”), con estreno limitado en cines, para a continuación ser lanzado en la plataforma que produjo el film, Netflix. Adentrándose en un biopic sobre el guionista (maldito) Herman J. Mankiewicz centrado en su momento álgido de la escritura del mítico y polémico libreto de “Ciudadano Kane” (por cierto, título que no se nombra en esta cinta), el que adaptaría en 1941 Orson Welles (con solo 24 años) en el que es considerado por muchos la Mejor Película de la Historia, ello guionizado en 1990 por el padre de David, Jack Fincher, en lo que se puede ver como un juego de matrioshkas, donde se hace un guión sobre el proceso creativo de otro guión. El productor de Mank Eric Roth pulió el guión antes de la filmación, y David Fincher dijo sentía los primeros borradores eran demasiado anti-Welles.

Fincher hace una oda al cien de la era dorada de Hollywood y a la vez entrelaza su puesta en escena al film que pontifica de “Ciudadano Kane” como claro referente visual (ejemplo: La imagen de la botella de whisky vacía en la mano estirada de Mank que se le cae al suelo cuando esta acostado en la cama, cual bola de nieve deslizándose por la muerta mano de C.K.; pero tampoco abusando de esos guiños) y estructural, donde el castillo Xanadú/San Simenon es filtrado para ser en 1940 un bungalow en el rancho Vacaville en North Verde de Mojave en medio del desierto en el que escribe (mientras está convaleciente de un accidente de tráfico con la pierna escayolada) el guión el protagonista y al que van a visitarle diferentes personas (el productor John Houseman [Sam Troughton], el hermano de Mankiewicz, Joe [Tom Pelphrey], Marion Davies, su esposa ‘La Pobre Sara’ [buena Tuppence Middleton], o por supuesto el niño prodigio Orson Welles [Tom Burke]), y como es salpicado por flash-backs de la década de los 30 en que conoceremos mejor la personalidad y sus motivaciones, estos son presentados al modo tipográfico de las páginas de un guión, ejemplo: “EXT. PARAMOUNT STUDIOS - DAY - 1930 (FLASHBACK)”, al igual que “C.K.”, punteado por este mencionado recurso de flash-back para ir descifrando el carácter del empresario mediático (oficialmente la búsqueda del significado de la última palabra que pronunció “Rosebud”). Como llega a Hollywood (codeándose con el megalómano productor David O.Selznick [Toby Leonard Moore], con reuniones de guionistas donde se generan ‘tormenta de ideas’, donde está el gran Ben Hecht [Jeff Harms], y que sirven para una jocosa escena en que cuentan al productor y al director Josef Von Sternberg [Paul Fox], un guión fantástico), como se relaciona con Louis B. Mayer, con Irving Thalberg [Ferdinand Kingsley], como conoce a Hearst, por medio de su amante Marion Davis, su relación de amor platónico con esta, como se convierte en el denominado ‘bufón de su corte’, el tramo en que Mayer intenta con Hearst influir en la campaña contra el demócrata Upton Sinclair en favor del republicano Merian), todo ello empapándonos en una desilusión creciente de Mank en este mundillo hedonista, que termina por hacernos ver que el guión “C.K.” es en realidad un ajuste de cuentas vengativo de Mank contra el sistema que detesta, liderado por Hearst.

Homenajeando a “C.K.” desde la cinematografía en b/n expresionista de prominentes claroscuros de Erik Messerschmidt traído por Fincher de su serie “Mindhunter”), que nos transporta al celuloide de los 30 y 40, (con haces de luz cuasi-místicos (en el Castillo San Simeon o en la Sinagoga), con tomas rebosantes de glamur protagonizadas por Amanda Seyfried, con tomas tan alegóricas como cuando Mank está tumbado en la cama y la silueta de la sombra de Orson Welles se eleva tras él, como el prodigioso manejo de la luz que en muchos momentos entra desde el fondo, emulando a “C.K.”, y la labor magistral de Gregg Toland; Sumando el montaje del bi-oscarizado Kirk Baxter (“The Social Network” y “La red social” y “The Girl with the Dragon Tattoo”), que dota “quemaduras de cigarrillos” para simular señales de cambio de carrete, o los fundidos a negro, con el sonido mono, o con la música de los compositores Trent Reznor y Atticus Ross (los habituales colaboradores de Fincher), utiliza solo instrumentos auténticos de la época, adornando el desarrollo con temas de jazz.

Este recorrido por la década de los 30 sirve para hacer una radiografía nada condescendiente con el Hollywood del momento, donde los poderosos intentaban controlarlo todo con manipulaciones económicas, mentiras publicitarias, con chantajes, con despotismo. Donde se dan luchas de egos, procesos creativos, luchas políticas, alcoholismo, ambiciones, arribistas, donde prima sobre todo la eterna batalla del Idealismo vs el Poder, Integridad vs Prostitución, Orgullo vs Hambre, Arte vs Entretenimiento. Ello sesteado por un guión ágil, ingenioso, mordaz, donde se prodigan diálogos rápidos, con acidez, amargura, cinismo, en un micro universo poblado de seres grises, complejos, tridimensionales, con matices, en lo que es una ensalzable reivindicación del guionista

Las actuaciones resultan exuberantes de la primera a la última, sobresaliendo un majestuoso Gary Oldman que se transforma en Mank de modo prodigioso, como ese adorable alcohólico irónico e íntegro, que como leit motive se auto-erige (en un momento álgido del film, en una cena en San Simenon) como un Don Quixote autodestructivo (que gusto den importancia universal a una obra española) moderno luchando contra los molinos de viento que son los poderosos. El actor londinense le dota de naturalidad y frescura sublime, casi siempre borracho, pero siempre lucido en sus aseveraciones cargadas de veneno, con un Don epicúreo para la réplica, Brillante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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