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Voto de TOM REGAN:
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Documental. Bélico
Durante el régimen comunista de Pol Pot en Camboya (1975-1979), miles de personas fueron despojadas de sus tierras y forzadas a trabajar en campos agrícolas. La dictadura de los jemeres rojos ejecutó y torturó a cualquiera que le pareciera sospechoso de sedición. Los familiares del director Rithy Panh, quien escapó en su adolescencia de su país, fueron desapareciendo uno a uno. Para contar la historia de esta época, Panh buscó imágenes ... [+]
11 de junio de 2018
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
124/05(07/06/18) Estremecedor documental camboyano-francés dirigido por Rithy Panh, se hace una radiografía humana del probablemente peor Genocidio del SXX en porcentaje de población diezmada, además de establecer un régimen feudal rural embestido con el manto buenista del comunismo, estando protegido el velo de la Guerra Fría, el Régimen del Terror establecido por los maoístas jemeres rojos en Camboya (pasó a llamarse con su ascenso al poder Kampuchea Democrática), entre 1975/1979 y que para el cine ha pasado casi desapercibido (solo está “Killing of fields” de Roland Joffe como obra relevante), sistema de Gobierno de características autoritarias, bajo la apariencia formal de república popular de inspiración maoísta, consolidó un sistema de economía radicalmente agraria (no estaban permitidas las medicinas, pues eran productos capitalistas; los problemas de salud eran tratados con hierbas), bajo la consigna de la evacuación de las ciudades y destrucción de la civilización urbana y su cultura, consideradas burguesas, la reconstrucción social desde los orígenes de la civilización y la recuperación de la cultura jemer ancestral bajo la dirección de Pol Pot (nombre real Saloth Sar), su principal líder. Abolió el dinero, la propiedad privada, la religión y estableció colectivos rurales caracterizados por el trabajo esclavo y el hambre forzada. Además de un férreo control militar sobre la población civil, sometida en buena parte a un régimen de trabajos forzados, desarrollaron extensos métodos de detención, tortura y asesinatos selectivos en masa, bajo la consigna de la llamada «búsqueda del enemigo interno». La escala de barbarie de este Reino Infernal llevó en ese breve período de tiempo a que un cuarto de la población total de Camboya fue exterminada (la mayoría de las víctimas pertenecían a la etnia jemer, que era la propia ejecutora), más de dos millones y medio de personas, se conoce como el «genocidio camboyano», actos que en la actualidad están siendo juzgados por un tribunal internacional en Phnom Penh por crímenes contra la humanidad. El fin del régimen de los Jemeres Rojos tuvo lugar en 1979 debido a una intervención militar de Vietnam en el país. A partir de ese momento, los Jemeres Rojos se convirtieron en una guerrilla aliada de los USA y China (debido a que se enfrentaban a la nueva República Popular de Kampuchea, alineada con Vietnam y la Unión Soviética) y, una vez que éstos les retiraron su apoyo en 1989, se adaptaron y se convirtieron en una guerrilla del tipo de las que suele relacionarse con las economías de guerra.
Documental que recuerda a otro que trata sobre otro régimen deshumanizador, aconteció en otro país del sur de Asia, Indonesia en la segunda mitad del SXX, radiografiado con humor escalofriante en el gran “The act of Killing” (2013) del director danés Joshua Oppenheimer, sobre estos nefastos años, sin imágenes de archivo, solo a través de testimonios de los propios asesinos, aquí en cierta medida hay efluvios a este, en este caso el testimonio de una víctima. El camboyano un régimen comunista y el de Indonesia uno fascista, los polos extremistas se tocan en su perfidia.
El director Rithy Panh (nacido en la capital camboyana), adapta secciones autobiográficas del libro propio de 2013, “La Eliminación”, narra la historia de su familia antes y después de que los Jemeres Rojos entraran en Phnom Penh (Camboya). Fue testigo de las atrocidades y vivió la hambruna mientras los líderes del partido y sus perros comían. Oyó la negativa de su padre a "comer como un animal", muriendo, su madre falleció justo antes de regresar con pescado robado para alimentarla. El régimen comunista de Pol Pot tomó la capital de Camboya el 17 de Abril de 1975, cuando Panh tenía 11 años, al final solo le queda como única compañía el sentido de culpa por haber sobrevivido y por no haber sabido salvar a sus seres queridos. Los ciudadanos fueron enviados a campos de trabajo y con la clara intención de eliminar las divisiones de clase, todos los efectos personales fueron confiscados y los individuos sustituidos por números. Las torturas y ejecuciones se convirtieron en moneda de cambio a la menor infracción. Con una tremenda imaginación la historia es representada mediante figuras de arcilla (la mayoría vestidas de negro, claro ejercicio jemer de despersonalización, todos igual y potencias el cese de la individualidad) añadidas en la narración, dioramas maravillosamente expresivos en sus enternecedoras representaciones que recuerdan sus rostros en muchos casos al del famoso cuadro de Edvard Munch “El grito”, enmarcadas en escenarios cuidados rurales con un mimo exquisito, sumado a unos hábiles travellings que flotan sobre los escenarios creando sensación de movimiento y de emoción, esto salpicado de vez en cuando por imágenes de archivo que el narrador sabe dar la vuelta, pues son de propaganda jemer.
Las imágenes de esos años no existen o se han perdido, (se conservan las grabadas por el régimen para su propaganda panfletaria). Los jemeres rojos destruyeron los archivos, pero no han podido terminar con los recuerdos de la gente que lo padeció. El director ejercita la imaginación a través de una reconstrucción estática de sus recuerdos a través de las pequeñas figuras de arcilla (creadas por Sarith Mang), representan todas esas imágenes perdidas a las que el título alude, una trémula dramatización de esa dantesca pesadilla, intercalado con imágenes de archivo en movimiento, para formar el relato. Pahn pone en la voz del actor Randal Douc sus aterradoras vivencias de infancia, Camboya cayó bajo un manto de salvajismo irracional, perdiendo en estos años a sus hermanos y padres. Sufrió durante cuatro años la aberración de los campos de rehabilitación (denominados de reeducación) hasta que en 1979 pudo huir del país. Un año después se trasladó a Francia, donde reside desde entonces y donde ha realizado la mayor parte de su trabajo en distintas facetas del mundo del cine.
Documental que recuerda a otro que trata sobre otro régimen deshumanizador, aconteció en otro país del sur de Asia, Indonesia en la segunda mitad del SXX, radiografiado con humor escalofriante en el gran “The act of Killing” (2013) del director danés Joshua Oppenheimer, sobre estos nefastos años, sin imágenes de archivo, solo a través de testimonios de los propios asesinos, aquí en cierta medida hay efluvios a este, en este caso el testimonio de una víctima. El camboyano un régimen comunista y el de Indonesia uno fascista, los polos extremistas se tocan en su perfidia.
El director Rithy Panh (nacido en la capital camboyana), adapta secciones autobiográficas del libro propio de 2013, “La Eliminación”, narra la historia de su familia antes y después de que los Jemeres Rojos entraran en Phnom Penh (Camboya). Fue testigo de las atrocidades y vivió la hambruna mientras los líderes del partido y sus perros comían. Oyó la negativa de su padre a "comer como un animal", muriendo, su madre falleció justo antes de regresar con pescado robado para alimentarla. El régimen comunista de Pol Pot tomó la capital de Camboya el 17 de Abril de 1975, cuando Panh tenía 11 años, al final solo le queda como única compañía el sentido de culpa por haber sobrevivido y por no haber sabido salvar a sus seres queridos. Los ciudadanos fueron enviados a campos de trabajo y con la clara intención de eliminar las divisiones de clase, todos los efectos personales fueron confiscados y los individuos sustituidos por números. Las torturas y ejecuciones se convirtieron en moneda de cambio a la menor infracción. Con una tremenda imaginación la historia es representada mediante figuras de arcilla (la mayoría vestidas de negro, claro ejercicio jemer de despersonalización, todos igual y potencias el cese de la individualidad) añadidas en la narración, dioramas maravillosamente expresivos en sus enternecedoras representaciones que recuerdan sus rostros en muchos casos al del famoso cuadro de Edvard Munch “El grito”, enmarcadas en escenarios cuidados rurales con un mimo exquisito, sumado a unos hábiles travellings que flotan sobre los escenarios creando sensación de movimiento y de emoción, esto salpicado de vez en cuando por imágenes de archivo que el narrador sabe dar la vuelta, pues son de propaganda jemer.
Las imágenes de esos años no existen o se han perdido, (se conservan las grabadas por el régimen para su propaganda panfletaria). Los jemeres rojos destruyeron los archivos, pero no han podido terminar con los recuerdos de la gente que lo padeció. El director ejercita la imaginación a través de una reconstrucción estática de sus recuerdos a través de las pequeñas figuras de arcilla (creadas por Sarith Mang), representan todas esas imágenes perdidas a las que el título alude, una trémula dramatización de esa dantesca pesadilla, intercalado con imágenes de archivo en movimiento, para formar el relato. Pahn pone en la voz del actor Randal Douc sus aterradoras vivencias de infancia, Camboya cayó bajo un manto de salvajismo irracional, perdiendo en estos años a sus hermanos y padres. Sufrió durante cuatro años la aberración de los campos de rehabilitación (denominados de reeducación) hasta que en 1979 pudo huir del país. Un año después se trasladó a Francia, donde reside desde entonces y donde ha realizado la mayor parte de su trabajo en distintas facetas del mundo del cine.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Un sentido metraje en el que la mezcla de voz narradora sensible, de resonancias líricas en su cadencia verbal, en primera persona de unos hechos desgarradores, de momentos históricos (como el desalojo masivo de las ciudades en un “éxodo” forzado al campo por miles de personas, hechos cotidianos sobre el duro trabajo, hasta las duras condiciones gradualmente van siendo sometido en este régimen opresor, deriva en muertes y más muertes). Sumado a unas pocas imágenes de archivo (mezcla de recuerdos familiares del antes del terror, con otras rodadas por los jemeres), entrelazado con las omnipresentes figuras de arcilla talladas con esmero expresivo, colocadas en medio de artificiales decorados en el campo, en poses emocionales, tanto que al ser rodadas con suaves movimientos de cámara, en planos generales, componiendo turbadoras estampas, pudiendo verse la inmovilidad de estas tallas como el simbolismo de la impotencia ante el omnímodo horror, ello conjugado hace sentir están vivas conmoviéndote en varios momentos, un arriesgado ejercicio de estilo (ingenioso como estas figuritas se incrustan en imágenes de archivo en b/n para dar una sensación de viveza extraña; o cuando las vemos volar como alegoría de la búsqueda de la libertad; o cuando las vemos en un brillante ejercicio de meta-cine cuando está frente a una pantalla de cine de imágenes reales de archivo), todo adornado por la música étnica del país creada por Marc Marder, hay que loar su nobleza, pureza, honestidad, valentía en su originalidad austera cuasi-ascética.
Una labor que tiene dos vertientes ensalzables. Está la denuncia de un Holocausto físico y mental, denuncia de unos salvajes hechos, trabajo de recuerdo para no se olvide estas atrocidades, genocidio ocurrido al amparo del enfrentamiento Soviético-USA, pareciendo casi un simple apunte a pie de página al no habérsele dado la publicidad requerida. Un Homérico documento de Menoría Histórica; También puede ser visto como un poema sobre el inquebrantable espíritu humano de supervivencia, de cómo el ser humano se adapta y tiene ansias de sobrevivir, salir adelante, sus ansias de libertad son la meta que los hace continuar, las esperanzas en las peores condiciones.
Film desprovisto de sensacionalismo, no hay imágenes de crueldad explícita, cuenta con singularidad los acontecimientos, compone un mosaico excelente, por ejemplo las imágenes de archivo de propaganda donde los jemeres rojos pretenden hacer un canto al trabajo agrario con cientos de trabajadores (esclavos) desfilan para echar un poco de tierra a un terraplén se convierta en especie de desfile de pre-cadáveres andantes anulados de personalidad, rascando nimiamente ves una cadena de presos, haciendo te emociones sin que tengas que ver hambre, torturas, asesinatos sumarios, esto se ve en los márgenes de las secuencias jemeres, ello por el formidable montaje que entreteje con inteligencia los recursos narrativos, hace los fascinantes dioramas rellenen “La imagen perdida” que falta al director, esto en contraposición a las bucólicas imágenes del líder supremo, Pol Pot, un supuesto Mesías, que trajo el Averno a la nación, pero que es mostrado en loor de multitudes.
Asimismo sirve como ejercicio pedagógico histórico cuando narra de modo llano los porqués de como se pudo llegar a esta tétrica situación, comentando con desazón que los cuantiosos bombardeos estadounidenses sobre la nación hizo que la gente se uniera al enemigo de los americanos, la guerrilla comunista de los jemeres rojos, estos prometieron la libertad, y el paraíso en la tierra cunado vencieran, pero lo que les trajeron fue el peor de los Infiernos.
Notable documental que debería ser de visión obligatoria en colegios e institutos. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2018/06/la-imagen-perdida.html
Una labor que tiene dos vertientes ensalzables. Está la denuncia de un Holocausto físico y mental, denuncia de unos salvajes hechos, trabajo de recuerdo para no se olvide estas atrocidades, genocidio ocurrido al amparo del enfrentamiento Soviético-USA, pareciendo casi un simple apunte a pie de página al no habérsele dado la publicidad requerida. Un Homérico documento de Menoría Histórica; También puede ser visto como un poema sobre el inquebrantable espíritu humano de supervivencia, de cómo el ser humano se adapta y tiene ansias de sobrevivir, salir adelante, sus ansias de libertad son la meta que los hace continuar, las esperanzas en las peores condiciones.
Film desprovisto de sensacionalismo, no hay imágenes de crueldad explícita, cuenta con singularidad los acontecimientos, compone un mosaico excelente, por ejemplo las imágenes de archivo de propaganda donde los jemeres rojos pretenden hacer un canto al trabajo agrario con cientos de trabajadores (esclavos) desfilan para echar un poco de tierra a un terraplén se convierta en especie de desfile de pre-cadáveres andantes anulados de personalidad, rascando nimiamente ves una cadena de presos, haciendo te emociones sin que tengas que ver hambre, torturas, asesinatos sumarios, esto se ve en los márgenes de las secuencias jemeres, ello por el formidable montaje que entreteje con inteligencia los recursos narrativos, hace los fascinantes dioramas rellenen “La imagen perdida” que falta al director, esto en contraposición a las bucólicas imágenes del líder supremo, Pol Pot, un supuesto Mesías, que trajo el Averno a la nación, pero que es mostrado en loor de multitudes.
Asimismo sirve como ejercicio pedagógico histórico cuando narra de modo llano los porqués de como se pudo llegar a esta tétrica situación, comentando con desazón que los cuantiosos bombardeos estadounidenses sobre la nación hizo que la gente se uniera al enemigo de los americanos, la guerrilla comunista de los jemeres rojos, estos prometieron la libertad, y el paraíso en la tierra cunado vencieran, pero lo que les trajeron fue el peor de los Infiernos.
Notable documental que debería ser de visión obligatoria en colegios e institutos. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2018/06/la-imagen-perdida.html