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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
6
Ciencia ficción. Thriller Viaja con el capitán Daly y su tripulación para explorar la galaxia y los peligros de planetas desconocidos. Episodio de la T4 de Black Mirror. (FILMAFFINITY)
19 de enero de 2018
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
17/17(17/01/18) Sugerente episodio (aunque fallido en su rush final) con el que se abre la cuarta temporada de la serie de culto creada por Charlie Brooker ahora para Netflix (las dos primeras para la británica Channel Four). El episodio más largo de la temporada, con una duración de duración de una hora y 16 minutos, abordando siempre desde la vertiente del lado pernicioso de las nuevas tecnologías temas como los fanboys alienados, el bulyng en el trabajo, las realidades (virtuales) que se monta uno mismo para escapar a su realidad insatisfactoria paralelas y como te pueden terminar intoxicando (poniendo el foco en los videojuegos), entrando en la fina línea que separa la cordura de la locura, los riesgos de jugar con el ADN, y sobre todo las ansias de libertad innatas en todas las conciencias (incluso no humanas). Dirigido por Toby Haynes (“Sherlock: The Reichenbach Fall”), con guión del propio Brooker junto a William Bridges (“Shallow”) se inspiran en el episodio de (3x08) Twilight Zone "It's a Good Life" (hay también referencias literarias no acreditadas a “Un mundo feliz” de 1932 de Aldous Huxley, y a “Rebelkión en la granja” de 1945) y sirve como crítica del abuso de autoridad y su despotismo, contra el machismo en el trabajo y por ende en nuestra sociedad, y sobre todo sobre nuestras ansias innatas dejugar a ser Dioses. Para ello pergeñan un retorcido homenaje (o parodia) a un clásico televisivo y fílmico de la ciencia ficción Star Trek (enmascarado tras el nombre USS Callister), donde se dan la vuelta a los roles preconcebidos de buenos y malos, entrando en un ingenioso análisis en lo que ocurre entre la tripulación de la Enterprise, perdón, USS Callister, entre misión y misión, ello derrochando humor negro ingenioso. Capítulo que tiene la virtud que desde el principio te sumerge en la historia, te sume en la intriga de saber lo que está ocurriendo en estos mundos paralelos de envidias, resentimientos, frustraciones interiorizadas, en lo negativo es que el potencial (hay que decirlo no original) no se aprovecha, se exponen muchas inteligentes ideas, pero su resolución no me es satisfactoria, tirando por el camino fácil.

Black Mirror tiene entre sus premisas el provocar debates morales en el espectador, proyectar dilemas sobre qué haríamos nosotros en la situación de los personajes, en este episodio se centras más en un estudio de carácter, de cómo la soledad antisocial (aparente) del protagonista, su personalidad introvertida y cuasi-asexual (modo en que despoja a sus clones de cualquier identidad sexual)sumado a su inteligencia nerd pueden provocar efectos envenenados, trastornando su mente y provocando deseos de ser un Dios (según una de la tripulación “asshole god”) que cree un mundo a su medida, donde él sea todopoderoso y los demás estén a su servicio absoluto, para acentuar esa sensación deidífica sus “súbditos” no son más gente que de alguna forma le han hecho sentirse mal, y como en el mundo real no tiene personalidad fuerte, se crea un carácter subliminal arrogante, narcisista, egocéntrico, tiránico [muy imaginativas sus torturas], machista (turbadora visión de lo que para él son las mujeres [y por analogía]una crítica a la serie Star Trek y el modo en que vestía a su chicas], un trofeo al que besar tras una victoriosa misión) vamos, una delicia. En este caso se entra (livianamente) en el uso perverso del ADN, y de si esto puede provocar conciencias artificiales inteligentes empáticas. De este modo se entronca con las ansias de libertad e individualidad inherentes a la Condición Humana.

La puesta en escena rebosa efluvios geek de cariño a Star Trek, sobre todo en la recreación del interior de la nave, gracias al fenomenal diseño de producción de Joel Collins (“Guía del autoestopista galáctico” o “Objetivo: Londres”), a los estimables efectos especiales coordinados por Russell Dodgson (“Harry Potter y las Reliquias de la Muerte - Parte 1”), sumado a su friki vestuario creado por Maja Meschede (“Capitán América: El primer vengador”), potenciando las imágenes la radiante y colorida cinematografía de Stephan Pehrsson (Serie “Doctor Who”), contrastando de modo excelente colores primarios. La rítmica música es obra de Daniel Pemberton (“Steve Jobs”) aportando dosis de aventura sensorial.


Jesse Plemons como Robert Daly está excelente en su bipolaridad, un villano tremendo en su dualidad entre lo real y lo virtual, impregna de intensidad su capitán y de mundo interior efervescente en su nivel de informático marginado, un remedo pérfido del capitán Kirk de William Shatner; Jimmi Simpson como Walton, el gran objetivo de las humillaciones virtuales de Daly, demuestra ser un gran actor, dotando de gran cinismo y humor negro su amargado rol; Cristin Milioti como la advenediza recién llegada a la empresa y por ende a la USS, Nanette Cole, se nota disfrutando en su papel de pícara y rebelde (“no sin mi chichi”, o más o menos es su motor para la Revolución).

En su debe está que cuando el episodio debe de afrontar el rush final se siente débil, forzado y muy manido, empezando por el truco ajado de atraer al ínclito con el sexo para desviar su atención, sobre todo cuando se nos había informado que el erotismo no era una de las prioridades de Robert Daly, y a partir de aquí se fuerza la máquina en recursos arbitrarios poco coherentes que te alejan de los personajes; Así mismo se podría haber dado algo de fondo a Daly sobre porque era un tipo tan introvertido y hermético, y no sea in media res.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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