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Voto de TOM REGAN:
7
2019
Steven Knight (Creador), Nick Murphy
6,6
993
Serie de TV. Fantástico. Drama
Miniserie de TV (2019). 3 episodios. Ebenezer Scrooge, un anciano arisco, odia la Navidad y todo lo que simboliza para el resto de la gente. Pero una noche, recibe la visita de tres fantasmas del pasado, presente y futuro que le enseñarán algo que hará cambiar su forma de ver las cosas... Nueva adaptación de la clásica novela de Charles Dickens, llevada acabo en este caso por Steven Knight (Peaky Blinders).
10 de enero de 2020
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
244/28(31/12/19) Original y sugestiva revisión del popular “Cuento de Navidad” (1843) de Charles Dickens, añadiendo capas de profundidad a los protagonistas que convierten la narración en un thriller psicológico. En España emitida por el canal HBO, se emitió en FX en los Estados Unidos el 19 de diciembre de 2019 y comenzó a emitirse en BBC One en el Reino Unido el 22 de diciembre de 2019, y concluyó dos días después el 24 de diciembre de 2019. La serie de tres partes está escrita por Steven Knight (“Peaky Blinders” o “Taboo”) con el actor Tom Hardy y Ridley Scott entre los productores ejecutivos. Es una novela adaptada en múltiples ocasiones a diferentes medios, por lo que cuando llega una nueva cabe preguntarse si merece la pena, si aportará algo novedoso que la haga apreciable, y en este caso se han sumado tantos matices que la hacen cautivadora en la complejidad de los roles, para los puristas del libro serán una herejía los elementos nuevos, pero para atenerse dogmáticamente a lo literario mejor estarse quieto. Knight junto a Nick Murphy, director este de los tres capítulos, deconstruyen a Ebenezer Scrooge de modo oscuro, lo convierten en un especulador inmobiliario y minero (esto como epítome para atacar al capitalismo despiadado), con problemas de abusos sexuales, con traumas infantiles, con una incisiva intrahistoria tanto con su hermana como con la esposa de su empleado, estas capas derivan en un relato por momentos apasionante y sorprendente. Ello con un guión inteligente dando hondura a la postura anti-Navidad de Ebenezer, argumentando con turbadores monólogos (que comparto) su ‘haterismo’ a estas falsarias fiestas de felicidad impostada, disertaciones sardónico-pesimistas sobre la Condición Humana, con tenebrosas dosis de humor negro, y sobre todo con mucho de terror, componiendo una atmósfera lóbrega que te cala punzantemente. En esta ocasión Ebenezer vira a un villano manipulador, egocéntrico, despiadado, lejos de esa en muchas ocasiones caricatura de avaro, aquí es un ser arrongatemente desesperanzado que no cree la humanidad tenga salvación, y la serie irá componiendo el puzle de lo que le ha llevado a este pensamiento.
En esta ocasión el relato tiene un inicio (aparte del prólogo mordaz de la meada en la tumba) profundo al marcar con punzón de acero la personalidad amarga de Scrooge, ello expuesto en los diálogos que tiene con su Bob Cratchit (Joe Alwyn), ello en disertaciones filosóficas sobre lo artificioso de unas fiestas navideñas de las falsas apariencias, disecciona como este tiempo estival solo esconde como ponemos buena cara unos pocos días cuando en realidad lo que nos pide el cuerpo es ser las bestias que somos. Una amabilidad que solo disfraza nuestro verdadero rostro de hastío, que esto solo oculta que el resto del año somos unos egoístas. Y tras este ‘prólogo’ nos adentramos en la odisea de la noche de los espíritus, en busca de una redención imposible. Donde el de las Navidades Pasadas (Andy Serkis) tendrá preponderancia, este paseará a Ebenezer por la raíz de la mochila de sus fantasmas con su alcohólico y violento padre Franklin (Johnny Harris), los abusos infantiles, o su avaricia cuando reduce medidas de seguridad en una mina, además de la inclusión elemento singular literario de Ali Baba (Kayvan Novak) como reflejo de la inocencia que tenía el protagonista y que perdió. La historia dista de la fuente dickensiana en que los pecados del original son redimibles y perdonables, Ebenezer es un tipo avaro y materialista, pero los de este encarnado por Pearce son pecados mortales, imposibles de perdonar, son índole arraigada en una visión pesimista de la naturaleza humana, un sr de podredumbre moral, capaza de vejar a la gente por placer ‘científico’, por lo que su conversión y empatía no se hace fácil, y la historia solo aspira a que sintamos su transformación por la epifanía de las visiones, que sintamos las personas pueden cambiar, aunque no tengan clemencia.
La parte del león de la narración es la intrahistoria de Ebenezer Scrooge con los Cratchit, elemento tangencial en lo dickensiano, aquí es el eje, primero en la mencionada secuencia de arranque en la oficina de Scrooge, donde los dos se enfrentan de modo intenso con recursos inteligentes en la forma de delinear a uno y a otro. Ejemplo este diálogo en que Scrooge mira por la ventana a la calle llena de viandantes sonrientes y dice: "Me entristece ver todas las mentiras... cuántas 'Felices Navidades' son de corazón? Por qué pretender un día del año que la bestia humana no es la bestia humana? ”Tendría más sentido, hacer las cosas al revés y tener un día de reconocer todos nuestros peores impulsos”, podrían llamarlo Scroogeday, dice Cratchit, y su Scrooge le sigue el juego cínicamente; También implica una perturbadora relación entre la esposa (siendo negra sin que se le dé importancia a esto en esta época [¿?]) de Bob, Mary Cratchit (Vinette Robinson), donde el libro se mantenía en una odiadora de Ebenezer fuera de plano, aquí se le dan motivaciones, ahondando en la corrupción humana del anti-héroe. Pero no puedo dejar de pensar en esta subtrama como un coletazo del #Metoo, donde Ebebzer se convierte en especie de Harvey Weinstein, pero lo que me da grima y chirría es querer dar un carácter esotérico a las mujeres y concretamente a esta, con capacidad para ver los espíritus, esto si se sale de toda lógica de la historia, es como si me sacan que los espíritus son en realidad extraterrestres, me cruje; Y está la ya consabida sub-historia del entrañable Tiny, la que debe conmover a Ebenezer, pero en este caso es una más.
En esta ocasión el relato tiene un inicio (aparte del prólogo mordaz de la meada en la tumba) profundo al marcar con punzón de acero la personalidad amarga de Scrooge, ello expuesto en los diálogos que tiene con su Bob Cratchit (Joe Alwyn), ello en disertaciones filosóficas sobre lo artificioso de unas fiestas navideñas de las falsas apariencias, disecciona como este tiempo estival solo esconde como ponemos buena cara unos pocos días cuando en realidad lo que nos pide el cuerpo es ser las bestias que somos. Una amabilidad que solo disfraza nuestro verdadero rostro de hastío, que esto solo oculta que el resto del año somos unos egoístas. Y tras este ‘prólogo’ nos adentramos en la odisea de la noche de los espíritus, en busca de una redención imposible. Donde el de las Navidades Pasadas (Andy Serkis) tendrá preponderancia, este paseará a Ebenezer por la raíz de la mochila de sus fantasmas con su alcohólico y violento padre Franklin (Johnny Harris), los abusos infantiles, o su avaricia cuando reduce medidas de seguridad en una mina, además de la inclusión elemento singular literario de Ali Baba (Kayvan Novak) como reflejo de la inocencia que tenía el protagonista y que perdió. La historia dista de la fuente dickensiana en que los pecados del original son redimibles y perdonables, Ebenezer es un tipo avaro y materialista, pero los de este encarnado por Pearce son pecados mortales, imposibles de perdonar, son índole arraigada en una visión pesimista de la naturaleza humana, un sr de podredumbre moral, capaza de vejar a la gente por placer ‘científico’, por lo que su conversión y empatía no se hace fácil, y la historia solo aspira a que sintamos su transformación por la epifanía de las visiones, que sintamos las personas pueden cambiar, aunque no tengan clemencia.
La parte del león de la narración es la intrahistoria de Ebenezer Scrooge con los Cratchit, elemento tangencial en lo dickensiano, aquí es el eje, primero en la mencionada secuencia de arranque en la oficina de Scrooge, donde los dos se enfrentan de modo intenso con recursos inteligentes en la forma de delinear a uno y a otro. Ejemplo este diálogo en que Scrooge mira por la ventana a la calle llena de viandantes sonrientes y dice: "Me entristece ver todas las mentiras... cuántas 'Felices Navidades' son de corazón? Por qué pretender un día del año que la bestia humana no es la bestia humana? ”Tendría más sentido, hacer las cosas al revés y tener un día de reconocer todos nuestros peores impulsos”, podrían llamarlo Scroogeday, dice Cratchit, y su Scrooge le sigue el juego cínicamente; También implica una perturbadora relación entre la esposa (siendo negra sin que se le dé importancia a esto en esta época [¿?]) de Bob, Mary Cratchit (Vinette Robinson), donde el libro se mantenía en una odiadora de Ebenezer fuera de plano, aquí se le dan motivaciones, ahondando en la corrupción humana del anti-héroe. Pero no puedo dejar de pensar en esta subtrama como un coletazo del #Metoo, donde Ebebzer se convierte en especie de Harvey Weinstein, pero lo que me da grima y chirría es querer dar un carácter esotérico a las mujeres y concretamente a esta, con capacidad para ver los espíritus, esto si se sale de toda lógica de la historia, es como si me sacan que los espíritus son en realidad extraterrestres, me cruje; Y está la ya consabida sub-historia del entrañable Tiny, la que debe conmover a Ebenezer, pero en este caso es una más.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
En contra juega que en el último episodio parece que le entran las prisas al director. Tras estar casi dos episodios con el Fantasma del Pasado, los dos siguientes son ventilados con apresuramiento hay cierta arritmia en este sentido, dejando fuera en este sentido al final todo lo referente a la invitación a comer de su sobrino Fred, hijo de su hermana Lottie, que tiene mucha importancia a la trama; Tampoco me queda bien lo del esoterismo femenino referido arriba; Con todo esto el final podría haber sido mejor.
Guy Pearce encarna a un Ebenezer algo más joven de lo acostumbrado (al menos de aspecto), es un ser adusto, áspero, cínico (más que el dickensiano), con poso de filósofo malsano, cargado de heridas que lo hacen un carácter con aristas puntiagudas, más que codicioso es anti-caridad (como lo era un comunista recalcitrante como Luis Buñuel), teniendo un arco de desarrollo creíble que fluye calándonos su desazón; Andy Serkis se convierte en espeluznante Fantasma del Paasado navideño, con corona de espinas y ojo lechoso, una presencia inquietante que ocupa mucho metraje; Stephen Graham como Jacob Marley, el actor siempre destila energía y nervio, y en este caso no es excepción. Aquí se le da más cancha que en otras versiones, teniendo interés en el viaje emocional del protagonista, apareciendo de vez en cuando en a la película; Joe Alwyn como el escribano Bob Cratchit me resulta demasiado guapo, y esto me lo hace poco realista en su rol de sufriente empleado de Ebenezer, aunque sus ententes con Guy Pearce resulta notables; Vinette Robinson como Mary Cratchit le da vida con gran sentido emocional, manteniendo un tour de forcé con Guy Pearce desgarrador; Muy buena Charlotte Riley en el doble rol de hermana mayor de Ebenezer, Lottie, y de Fantasma de las Navidades del Presente, demostrando una tierna química con Pearce; Jason Flemyng da vida a un funesto Fantasma de las Navidades Futuras, con un rostro pálido, traje de funerario y la boca cosida. Rutger Hauer, originalmente fue elegido como Fantasma de Navidad por venir , se enfermó demasiado para filmar sus escenas y fue reemplazado por Jason Flemyng (Hauer murió el 19 de julio de 2019); Por primera vez, Tiny Tim es interpretado por un actor con discapacidad, encarnándolo Lenny Rush con buena actuación.
La puesta en escena resulta fascinante en su función de emitir un estado de ánimo penetrante, y lo hace proyectando frío ambiental permanente, tanto que parece nos sale vaho por la boca. Ello gracias a la fenomenal miscelánea entre el diseño de producción de Sonja Klaus (“Terminator: Destino Oscuro”) recreando este lúgubre Londres victoriano en Queen Street Mill-Burnley de Lancashire (UK), en el Lord Leycester Hospital-Warwick (UK), y en el Rainham Hall (Este de Londres)ayudando a esto inmersión tétrica el espléndido vestuario creado por Joanna Eatwell (“Taboo”), destacando esa levita de Ebenezer con vuelo que le da dinamismo emocional, sumado con la gran cinematografía de Si Bell (“Peaky Blinders”), en unas tonalidades grisáceas que dotan de mayor dramatismo a la historia, conformando estampas de una belleza estupenda, jugando con las penumbras, los contraluces, los contrapicados y picados, como esas tomas exteriores de la ventana de la oficina de Scrooge con este en el interior. Ello entrelazado con sentido narrativo a los efectos visuales, como esa escalofriante toma nadir de Tuny cayendo por el hielo al fondo de un lago.
En conjunto me queda una recomendable versión del clásico dickensiano, con unas novedades que dan un cariz que encaja bien que mezcla bien (a mi modo de ver) con el espíritu del relato y con los nuevos tiempos. Fuerza y honor!!!
Guy Pearce encarna a un Ebenezer algo más joven de lo acostumbrado (al menos de aspecto), es un ser adusto, áspero, cínico (más que el dickensiano), con poso de filósofo malsano, cargado de heridas que lo hacen un carácter con aristas puntiagudas, más que codicioso es anti-caridad (como lo era un comunista recalcitrante como Luis Buñuel), teniendo un arco de desarrollo creíble que fluye calándonos su desazón; Andy Serkis se convierte en espeluznante Fantasma del Paasado navideño, con corona de espinas y ojo lechoso, una presencia inquietante que ocupa mucho metraje; Stephen Graham como Jacob Marley, el actor siempre destila energía y nervio, y en este caso no es excepción. Aquí se le da más cancha que en otras versiones, teniendo interés en el viaje emocional del protagonista, apareciendo de vez en cuando en a la película; Joe Alwyn como el escribano Bob Cratchit me resulta demasiado guapo, y esto me lo hace poco realista en su rol de sufriente empleado de Ebenezer, aunque sus ententes con Guy Pearce resulta notables; Vinette Robinson como Mary Cratchit le da vida con gran sentido emocional, manteniendo un tour de forcé con Guy Pearce desgarrador; Muy buena Charlotte Riley en el doble rol de hermana mayor de Ebenezer, Lottie, y de Fantasma de las Navidades del Presente, demostrando una tierna química con Pearce; Jason Flemyng da vida a un funesto Fantasma de las Navidades Futuras, con un rostro pálido, traje de funerario y la boca cosida. Rutger Hauer, originalmente fue elegido como Fantasma de Navidad por venir , se enfermó demasiado para filmar sus escenas y fue reemplazado por Jason Flemyng (Hauer murió el 19 de julio de 2019); Por primera vez, Tiny Tim es interpretado por un actor con discapacidad, encarnándolo Lenny Rush con buena actuación.
La puesta en escena resulta fascinante en su función de emitir un estado de ánimo penetrante, y lo hace proyectando frío ambiental permanente, tanto que parece nos sale vaho por la boca. Ello gracias a la fenomenal miscelánea entre el diseño de producción de Sonja Klaus (“Terminator: Destino Oscuro”) recreando este lúgubre Londres victoriano en Queen Street Mill-Burnley de Lancashire (UK), en el Lord Leycester Hospital-Warwick (UK), y en el Rainham Hall (Este de Londres)ayudando a esto inmersión tétrica el espléndido vestuario creado por Joanna Eatwell (“Taboo”), destacando esa levita de Ebenezer con vuelo que le da dinamismo emocional, sumado con la gran cinematografía de Si Bell (“Peaky Blinders”), en unas tonalidades grisáceas que dotan de mayor dramatismo a la historia, conformando estampas de una belleza estupenda, jugando con las penumbras, los contraluces, los contrapicados y picados, como esas tomas exteriores de la ventana de la oficina de Scrooge con este en el interior. Ello entrelazado con sentido narrativo a los efectos visuales, como esa escalofriante toma nadir de Tuny cayendo por el hielo al fondo de un lago.
En conjunto me queda una recomendable versión del clásico dickensiano, con unas novedades que dan un cariz que encaja bien que mezcla bien (a mi modo de ver) con el espíritu del relato y con los nuevos tiempos. Fuerza y honor!!!