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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
7
Comedia En una tienda Charlot atiende a clientes, ordena los objetos y en la trastienda se entretiene haciendo sufrir al otro empleado. Pero el juego tiene dos tonos distintos según esté o no presente el patrón... (FILMAFFINITY)
3 de julio de 2023
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189/01(01/07/23) Sin ser de los mejores de Chaplin, es un muy solaz cortometraje silente creado por el icono más grande del Séptimo Arte, Charles Chaplin, que dirige, guioniza y protagoniza, en lo que fue su sexto trabajo para la Mutual Film Corporation, una de las obras más populares de la compañía, estrenado el 2 de octubre de 1916, tiene más de un siglo de vida y se mantiene fresco y vigoroso a pesar del lapidario paso del tiempo, lo cual habla de la atemporalidad de las obras chaplinescas. Y eso que este no es de sus mejores trabajos, es un metraje rutinario para él, sin hilo conductor, es un entrelazado de gags ingeniosos muchos (otros no tanto, ejemplo es el del plumero destrozado por el ventilador), jugando con el slapstick más genuino, ejemplo todo el juego que da una escalera (hoy día muy manido, pero Chaplin fue pionero en ello), con peleas chistosas ridículas, jugando con la percepción del espectador para socavarle. Ello alejado de su clásico vagabundo, aquí un empleado de una casa de empeños, pícaro, travieso, pendenciero, y sin pizca del sentimentalismo que más tarde imprimiría a sus obras más adultas, aquí se atiene na querer provocar risas y las consigue con mucho ingenio e imaginación. Es un relato de gran ligereza, al que le falta desarrollo, discurre sin rumbo, se nota un Chaplin en modo bufonesco, con un manejo de la sinergia en los gags asombrosa, como sabe medir los tiempos exactos para punzar y no cansar estirando, un genio en su salsa

Junto a Chaplin varios de sus clásicos secundarios que le acompañaron en tantas ocasiones. Henry Bergman como el jefe de la casa Prestamista; John Rand (curiosamente sin acreditar, aunque es casi coprotagonista en su minutaje en pantalla)) como el ‘compañero’ de Chaplin de la tienda, con el que las peleas son constantes; Frank J. Coleman como el clásico policía que observa y por azar se ve envuelto en las tropelías de Chaplin; Edna Purviance como el interés amoroso, como casi siempre hija de alguien poderoso, en esta ocasión el romance es demasiado esbozo; Albert Austin como el desafortunado tipo que lleva un reloj a empeñar y que es partícipe con su expresividad asombrada del examen a que Chaplin somete al reloj; James T. Kelly es un tipo con supuestamente una historia trágica con él que viene a empeñar el anillo, y tiene sorpresa cuando va a dar el cambio a Chaplin; Charlotte Mineau como una anciana que va a empeñar una pecera con pez; Y el grandullón Eric Campbell que con apariencia de distinguido aficionado a las joyas, en realidad un ladrón (anunciado esto sin sorpresas cuando aparece).

El gag más famoso sin duda, y por el que ha pasado a la posterioridad estos jugosos 25 minutos es el del reloj. Albert Austin llega al Prestamista a empeñar su reloj de cadena, con la mala suerte de que es atendido por Chaplin. Chaplin comienza una pantomima desternillante con el reloj, realizándole una especie de examen médico, incluso auscultándolo con el auricular del teléfono, abriéndolo como una lata de sardinas, sacando el mecanismo que se desarma con el muelle sobre el mostrador, le mide el pulso. Ello mientras el dueño del reloj mira impasible todo el destrozo, en una actuación mesurada notable de Austin. Una especie de autopsia al reloj delirante en el detallismo con que los desarma Chaplin y la observancia flemática de Austin, y al final se lo devuelve, lo que queda de él lo mecha en el sombrero del dueño diciéndole que no Chaplin, a modo de que está sin vida, hay fe que lo debe estar.

Hay una pelea estrambótica al principio entre los dos empleados de la casa de empeños, alargada en el tiempo, patadas, golpes, caídas, y Edna lo oye, y pícaramente cuando percibe Chaplin llega la chica, se tira al suelo para hacerse la víctima dolorida, y haciendo que la joven se compadezca de él y le eche la ‘buya’ a al otro tipo, mientras Chaplin rompe la cuarta pared y sonría a cámara. En esta escena Chaplin demuestra ser un buen pionero en la edición, algo que costaba mucho en el cine de entonces, el combinar varios cortes y varios escenarios, y esto lo hace Chaplin por ejemplo en este tramo, donde alterna la pelea con Edna en otra habitación alterada por el ruido; Tenemos risas por la forma en que Chaplin intenta complacer y quedar bien con Edna, al ayudarla a secar los platos con un escurridor de trapos, el colmo cuando lo hace con una taza; Hay un gag que hubiera ganado claramente con el sonido. Se da cuando un tipo mayor llega a empeñar su anillo, y le suelta (creemos por la cara que pone al contarlo) toda una sarta de desgracias, tras ello Chaplin se compadece de él y le da el dinero sin tomar el anillo, Chaplin le pide cambio al tipo y este saco un fajo enorme de billetes dejando contrariado a Chaplin, al haber sido timado; Seguramente adolece de un clímax que lo haga mejor, se nota un tanto apresurado su final, pero merece la pena el vcamino.

El papel del propietario de la casa de empeño fue la primera aparición importante de Henry Bergman en una película de Chaplin. (Había interpretado un papel menor y no acreditado como un anciano en The Floorwalker a principios de 1916). Bergman trabajaría en estrecha colaboración con Chaplin hasta su muerte en 1946.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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